Incluso aparecen por aquí y por allá rostros de candidatos que prefieren ser multados a dejar de tener reflectores.
La desconfianza ciudadana (bien fundamentada) en los órganos electorales se acrecentará por el hecho de no ver que se castigue a alguien por los excesos.
Pero del tema electoral, me llama la atención la desfachatez de Luis Carlos Ugalde, ex presidente del IFE, quien ahora se pasea y cobra como conferencista y habla de democracia y valores, cuando él hizo lo contrario de lo que ahora reclama y concedió el triunfo electoral al candidato que no ganó, en aquel aciago 2006. La conducta de Ugalde no es para dejarla en el olvido: el presidente de la república que él puso usó el poder para comenzar una guerra que ensangrentó al país y que todavía no acaba.
Los ciudadanos tenemos, por lo que se ve, demasiados motivos para desconfiar del árbitro. A esa figura le corresponde el deber de sacarse la espina, por lo que ya es hora de que exhiba tarjetas amarillas y una que otra roja.
Si lo hace al final del juego, ya no tendrán valor, por supuesto.