El día internacional de la mujer se celebra cada 8 de marzo en conmemoración (no en festejo) de la masacre de trabajadoras que murieron quemadas dentro de la fábrica donde laboraban por atreverse a exigir derechos laborales.
Por lo menos en Morelos ese día se ha convertido en un buen negocio para los restaurantes porque infinidad de mujeres acuden a festejarse y se felicitan. Al final de la jornada, la mayor parte de ellas regresa al hogar donde le esperan los quehaceres domésticos de los que no pueden escapar, porque no hay cambios notables en el rubro salidos desde el Poder Legislativo, que más bien ha terminado por avalar poco a poco las conquistas logradas por la reivindicación cotidiana de determinados derechos.
Son más los derechos que en otras épocas le han quitado a las mujeres, pero todo eso se olvida para el grupo de mujeres más combativas, que con tal de tener un foro de ese tipo se hacen como que no ven que la realidad no cambia desde las curules, excepto para las suertudas que ocupan por tres años y no en una sola ocasión.
La igualdad de género crea sociedad más prósperas. Está demostrado. Y ese debería ser el objetivo en Morelos, pero la mirada feminista apenas llega a lanzar discursos reivindicativos que se quedan guardados entre los muros del recinto legislativo que los alberga.