Ninguno partido político ha hecho hasta ahora planteamientos serios de cómo resolverá los problemas que enfrentan los ciudadanos.
Si acaso, sólo han dicho cuáles son esos problemas. Pero eso no nos sirve de nada, porque los gobernados ya sabemos eso y más.
Estamos por completar las primeras dos semanas de campaña y me preocupa esa falta de claridad.
Los candidatos creen que serán elegidos por su presencia física (ya pasó en algunas ocasiones y aún lo lamentamos) y apuestan sólo a caerle bien al posible elector, lo que mete en problemas a gente como Fernando Martínez Cué -a quien la edad se le vino encima, sin bandoneo ni comparsa- y a otros más que no se cuecen al primer hervor.
Ya hasta se ovidaron de esa máxima muy mexicana de que verbo mata carita y no se toman la molestia de elaborar el más simple discurso.
Para colmo, la guerra electoral en las redes sociales ni siquiera es una guerra, sino una acumulación de "logros" y fotos con ciudadanos que le ponen la misma cara al candidato intruso, sea del partido que sea. En esa forma de difusión se comienzan a entrever diversos delitos electorales, pero ni una sóla idea.