Por eso todo el que quiera puede verificar en facebook que la victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana. Basta con ver las imágenes que comparte alguno de los integrantes de la familia Messeguer Gally sobre una celebración reciente, en la que se ve a varios de sus integrantes en actitudes que carecen de ese toque de euforia que tendrían si el 7 de junio los resultados hubiesen sido diferentes.
No hay excesos de alegría en las escenas. Todo es sobrio y reservado.
Ese es un ambiente propicio para la reflexión y para reconsiderar los excesos que provocaron la derrota.
Obras impulsadas con actitudes que las hacían parecer un capricho, como la remodelación del puente Porfirio Díaz o en la calle Guerrero, desgastaron la imagen oficial frente a la ciuadanía, porque por esas decisiones el tráfico se volvió endemoniado largas semanas sin que el resultado justificara en apariencia el sufrimiento.
La falta de consenso y el ataque sistemático a todo aquel que se oponía al designio oficial terminaron por cobrarse un precio muy alto.
El gobierno del estado de corte perredista seguramente quiere prolongar su presencia por otro sexenio. Lo que pasó el siete de junio ha generado suficientes mensajes que ojalá seam bien leídos.
Por lo pronto, los casi tres años de boicot al alcalde de Cuernavaca desgastaron al PRI, pero no le dieron puntos favorables al candidato oficial. También eso es una lección para que los politólogos hagan mejores campañas en el trienio que el primero de enero comenzará a correr.