En absolutamente nada influyeron los taxistas afiliados a la organización, ni los camioneros o comerciantes. Y menos los golpeadores.
Quizá esos últimos sí influyeron, pero negativamente y fueron parte de la pesada losa que dejó en cuarto lugar a su candidato, el perredista Jorge Messeguer Guillén.
Hoy, la organización supuestamente sindical trata de recomponer las cosas ante su amo y se movilizan con gestos como el de ayer en contra de una funcionaria que por alguna razón alguien quiere atacar.
Por supuesto, no creo que sea la mejor funcionaria del mundo, pero la forma en que se orquestó el ataque habla de las ganas que tienen las huestes del NGS de borrar el pecado que cometieron al exhibir que en términos de movilización política no cuentan, a pesar de su alto costo.
Lo mejor de todo es que se supone que con la ley de transparencia todos los entes que reciben dinero público deberán transparentar sus gastos y tarde o temprano sabremos más de esa organización.
Por supuesto, sus rivales cetemistas son exactamente igual y los baños de pureza que se da Vinicio Limón Rivera son sólo actos de hipocresía, y nada más.