Sin embargo, la tecnología ha hecho que el sentir de la población se pueda palpar casi de inmediato y las redes sociales han lanzado un amplio, unánime y merecido repudio a la marcha perredista que el hijastro de Graco le organizó al mismo Graco.
La carencia de obras, el nepotismo (el hijastro, la nuera, los dos hijos, la ex esposa, el sobrino y mucha gente más metidas en la nómina) pero sobre todo la desaforada corrupción que dejó sin dinero a Morelos -porque todo fue a dar a la red de empresas creadas desde el poder para obtener buenas y prolongadas ganancias- así como las decisiones que muestran el profundo desprecio a los morelenses (como el haber aceptado miles de toneladas de basura en un estado que lo que no tiene es espacio para depositar los desechos propios) y la incapacidad real o fingida para brindar seguridad a la población mientras ellos se esconden tras una nube de guardaespaldas hacen que haya sido un gasto inútil el de ayer.
Claro, no les preocupa porque no fue de su dinero, pero lo que sí debería inquietar a los morelenses es esa desconexión cerebral con la realidad. En una parte de su discurso -disponible en las redes sociales- Graco dice que aquí es lugar seguro para las mujeres.
No ver ni siquiera lo más obvio y decir lo contrario a lo que en realidad ocurre es algo preocupante.
O es enfermedad o exceso de cinismo. O las dos cosas.
La familia en el poder podrá seguir gastando mucho dinero en negar esa realidad, pero no les va a funcionar. Sólo están sostenidos por los recursos económicos a su alcance, que les han servido hasta para frenar la solicitud de juicio político.
Pero todo tiene un final y el de éste sexenio, el más desacreditado que recuerde -y eso que la competencia es grande en el rubro- está más cerca de concluir y con él la inmunidad de la que disponen lo mismo quien fue elegido para ocupar la gubernatura que aquellos que no fueron elegidos pero que gobiernan con él gracias a los lazos sanguíneos o sentimentales.
Por lo pronto, cuando lean esto dirán que se me cayó mi credencial, porque no saben aceptar la crítica.
Pero la única credencial que he tenido es la de periodista, y la del gimnasio, en mis lejanos tiempos de deportista (aunque creo que también tuve la de un videoclub cuando funcionaban esos negocios que son parte de la historia).