Pero mientras dejen que la empresa siga así, los accidentes seguirán -con sus costosas secuelas de daños, muertos y heridos- y los ciudadanos igualmente, nos quedaremos calladitos, listos a soportar los embotellamientos y la falta de cuidado de nuestras vidas.
Sobre todo por la noche, da miedo circular por el tramo en obra que va la avenida Plan de Ayala hasta Tabachines.
Nunca sabe uno cuando una de las barreras de plástico estará mal acomodada y convertida en obstáculo, o en que momento un gran vehículo a exceso de velocidad nos pasará rozando.
Circular por allí se ha convertido desde el inicio de los trabajos en una cuestión de azar. ¡Que levante la mano el que no se ha llevado un susto allí!
Cuando murió el joven hijo de un poderoso político pensé que las cosas mejorarían, pero todo está olvidado.
Esa constructora es demasiado poderosa y nada detiene sus planes de ganar lo más posible con una obra que quizá sea necesaria, pero hoy es un quebradero de cabeza para todos.