Al hablar, quienes se otorgan la representación de esa estirpe usan argumentos que van en contra de la figura que hasta la fecha les da de comer aunque ellos, los descendientes no hayan hecho jamás el esfuerzo de parecerse a Emiliano.
En la política, las castas de apellidos más o menos ilustres se prolongan en el tiempo, pero con alto costo social. Peña Nieto es uno de esos herederos, ajeno totalmente a lo que los fundadores de su estirpe hicieron -para bien o para mal- por este país.
Hoy, hasta Manuela Sánchez tiene asegurado el presente de sus retoños.
Pero que los Zapata digan que sólo Nicolás fue hijo de Emiliano y que ninguno con ese apellido se opone a los trabajos de la termoeléctrica pone en alto los niveles de absurdo que se pueden ver en esto días.
Claro, eso no quiere decir que hoy mismo alguien se encargue de superarlos.