Imponer precios es un delito grave en los países civilizados, mientras que en México y concretamente en Morelos es apenas un deporte.
Aunque existe una ley federal de competencia, es una letra más muerta que la popularidad de Peña Nieto. A pesar de que contempla graves sanciones para el infractor, el procedimiento para ponerla en marcha es tan complicado o requiere de tanta voluntad que mejor las cosas se han quedado como hasta ahora.
Y vaya que aquí se fija el precio de todo tipo de productos, en perjuicio del bolsillo del consumidor. Para no ir tan lejos están las tarifas de los taxis o los ruteros, o el de las tortillas.
Y los introductores de prácticamente todo tipo de frutas y verduras que fijan los precios al consumidor de tal forma que ni por error le pierdan.
Ojalá algún día nos despertemos con la noticia de que un grupo de empresarios de equis ramo ha sido multado por afectar al consumidor. Pero mientras, habrá que buscarse una silla muy cómoda, porque aquí, como dije arriba, es México.