Y por más que le digo que ahorita no debe pensar mucho, -al darse cuenta de lo que padece- trata de demostrar que él no es como sus objetos de estudio y que su cerebro ya razona correctamente.
Por lo pronto, quiere decir que por lo menos no es tan infantil como para creer que es bienintencionada la larga espera que han hecho hacer a los priistas que quieren renovar su comité directivo estatal.
Dice que ya tiene varias semanas que se acabó el pretexto principal (las elecciones en numerosos estados) y que no tiene justificación lo que hace el comité directivo nacional, a menos que lo que pretendan sea darle una buena vida al delegado que funge como presidente del comité local.
Dice que la cosa es tan simple como que los priistas son los mismos de siempre y siguen los conceptos básicos de siempre, como ese de subordinarse ante el poderoso -en este caso, ante su presidenta nacional- y hacer escarnio del más débil.
Y desde su convalecencia el Pingo agrega que sólo ganará él ungido y que eso de democracia interna y unidad es un cuento chino que ni ellos mismos se lo han creído nunca, porque el PRI y la democracia son como el agua y el aceite.
Así lo dijo, para demostrar que su cerebro se ha curado y que tiene más neuronas que las de un político. ¿Cómo ve?