Según el tipo de fideicomiso y las cláusulas pactadas se obtienen ciertas ventajas: Los bienes administrados son inembargables; contabilidad y auditorías independientes, beneficios tributarios, y puede emplearse para la realización de fines ilimitados, en tanto éstos sean lícitos.
“El establecimiento de tantos patrimonios autónomos como fideicomisos administrados por un fiduciario, rompe con el principio clásico del derecho civil referente a “una persona, un patrimonio” y da la posibilidad de a que con éstos se puedan llevar a cabo múltiples negocios”, dicen los juristas Rosso y Uriarte (Rosso, Alberto P. y Uriarte, Carlos María. Financiamiento agropecuario. IICA, 2003).
Por otra parte, un estudio publicado en el portal “mexicosocial.org” titulado “La opacidad en los fideicomisos”, señala que diversos recursos financieros, como los Fideicomisos, Fondos, Mandatos y Contratos Análogos (FFMCA) aún contienen un alto grado de opacidad en la Administración Pública Federal, ya que en la Cuenta Pública sólo se reportan aquellos que son considerados como entidades paraestatales.
“De igual forma, la legislación y normativa correspondiente es ambigua cuando se trata de aquellas figuras jurídicas constituidas por los Poderes Legislativo y Judicial y por los organismos públicos constitucionalmente autónomos, en virtud del secreto fiduciario y de la autonomía que les confiere la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, tal es el caso de los FFMCA, las Universidades y Organismos Autónomos, entre otros”, agrega.
En conclusión, un fideicomiso es sinónimo de opacidad.
No en balde el gobierno de Graco Ramírez utilizó 17 diferentes fideicomisos durante los seis años de su gobierno, según una relación entregada a este reportero en 2017 en respuesta a una solicitud de información pública.
Éstas, sin contar el Fondo para el Desarrollo y Fortalecimiento de los Municipios que manejaban discrecionalmente los diputados de la LIII Legislatura del que ya hemos hecho referencia en columnas anteriores.
Pues bien, existen fundadas sospechas de que el ex gobernador Graco Ramírez Garrido Abreu ha hecho uso de esta herramienta financiera para adquirir inmuebles sin que nadie sospeche nada.
Seguramente nuestros lectores habrán pasado por el enorme terreno que se ubica en la avenida Atlacomulco esquina con privada Las Quintas. Durante años vivió ahí Doña Purita, la concesionaria de la Coca Cola en Morelos, hasta que decidió irse del estado por problemas personales.
Hoy esa casa está abandonada. Nos dimos a la tarea de investigar sus antecedentes en el Instituto de Servicios Registrales y Catastrales del Estado de Morelos. Primero conseguimos el expediente catastral, que es el 1100-07-016-023.
En el Registro Público de la Propiedad aparece como “lote de terreno formado por el conjunto de los lotes D y lote 2 y las construcciones en el mismo existentes, de los en que se dividió (sic) el Rancho del Aguila hoy Quinta San Cristobal, ubicado en la Privada de Las Quintas, código postal 62470.
¿Quién o quiénes son los propietarios de este predio de 18 mil 380 metros cuadrados?
En el expediente aparece como el último movimiento de compraventa el contrato privado signado por José Raymundo Leal Marquez y Luz María Vargas Oseguera como enajenantes, y como adquiriente el Banco Santander Mexicano S.A. Institución de Banca Múltiple, Grupo Financiero Santander Mexicano, el 14 de junio del 2001.
La transacción se hizo en 64 millones 800 mil pesos (3 mil 500 el metro cuadrado) y quedó registrada en la escritura 125.120 de la Notaría Dos de la Ciudad de Cuernavaca.
En dicha escritura, cuya copia obra en poder de este columnista, se menciona que comparecen Pedro Salazar González y Genaro Castro Sánchez “en su carácter de Fiduciario en el Fideicomiso número F/112278”.
Se menciona que el precio de la compraventa es de 64 millones 800 mil pesos, de los cuales corresponden la cantidad de 41 millones 591 mil pesos como valor al terreno, la cantidad de 14 millones 176 mil pesos como valor a las construcciones y 9 millones 33 mil pesos como valor a los accesorios.
Hasta ahí llegó nuestra investigación, porque no hay poder humano que pueda hacer que se abran los archivos del Fideicomiso 112278 para saber quién o quienes lo constituyeron.
Y esa situación se repite en diversos casos en los que hay terrenos que durante años permanecieron abandonados y que de pronto un ejército de trabajadores con maquinaria pesada comienzan a levantar plazas comerciales y edificios.
O en otros casos, casas que permanecieron abandonadas durante décadas, y que de pronto son remodeladas en tiempo record y vendidas.
Sólo por mencionar otro caso, ahí están los terrenos donde alguna vez estuvo la embotelladora Pascual, en la colonia Amatitlán. En cuestión de meses se construyeron varias casas y cuando se intenta averiguar quién es el dueño, resulta que son instituciones bancarias, a través de los multicitados fideicomisos.
HASTA MAÑANA.