A eso se debe que asuntos que no son menores pero que en circunstancias normales no serían una nota relevante, en la coyuntura política actual alcanzan coberturas de mucho impacto mediático.
Hablamos en concreto del periódico Reforma, quizás el enemigo mediático número uno del presidente AMLO. El influyente rotativo dedica prácticamente todo su tiempo a encontrarle fallas a López Obrador, en tanto que el polémico mandatario no deja de ridiculizarlos llamándolos “fifís” y recordando que el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari les regaló el terreno donde actualmente se encuentra el periódico.
Ese no es un pleito de Cuauhtémoc Blanco, sin embargo, todo lo negativo que le encuentren al gobernador de Morelos de inmediato es utilizado para golpear en medios y en redes sociales a López Obrador, quien lo apoyó para que llegara a la gubernatura.
De ahí que no nos extrañe el golpeteo mediático de Reforma al gobierno de Morelos, sobre todo cuando el anterior gobierno pagó varias inserciones a medios nacionales como Reforma, Milenio e Imagen TV.
Pero hay casos de comunicadores nacionales que durante décadas cobraron en el gobierno federal por hablar bien de los presidentes en turno y atacar a López Obrador en su eterna búsqueda por la presidencia de la República. Tal es el caso de Joaquín López Dóriga, “El Teacher”, que ante el inminente arreglo económico entre el gobierno de la república y Radio Fórmula, tiene que buscar sus propios convenios a los que ya estaba acostumbrado.
Y es bien evidente el cambio de enfoque de López Dóriga, pues mientras que antes sólo se ocupaba de temas trascendentes, hoy le da espacio a cuestiones que generalmente no deberían ser consideradas “nota” y que incluso en varias ocasiones han resultado falsas. Lo mismo pasa con Marco Levario Turcot, que de análisis concienzudos ha pasado a ser simple comentarista de temas irrelevantes siempre y cuando el objetivo sea López Obrador.
Así pues, se da la circunstancia de que secuestran y le quitan la vida a uno de los hermanos del ex gobernador Marco Adame Castillo. Es un hecho muy lamentable, pero hay que decirlo: los que lo secuestraron no sabían que era hermano del número dos del Congreso federal, tan es así que sólo pidieron 63 mil pesos de rescate y le quitaron la vida a pesar de ello. Si las personas que lo privaron de la libertad hubieran sabido de quién se trataba, lo habrían soltado de inmediato para no meterse en problemas. Hoy, dos hombres y una mujer están procesados por ello y seguramente recibirán una sentencia de varias décadas de cárcel.
Luego se da otro hecho todavía más circunstancial: cuando están enterrando a Humberto Adame un delincuente común y corriente ve la oportunidad de robar las pertenencias de los familiares del difunto que dejaron en su camioneta. Rompe una de las ventanillas y se apodera de varias cosas, en un hecho que desgraciadamente ocurre en cualquier parte del país a todas horas y sin importar quiénes sean las víctimas.
Pues bien, a Juan Pablo Adame Alemán se le ocurre subir un twit diciendo que mientras enterraban a su tío en el panteón fueron robados. Y ese hecho, tan lamentabilísimo pero que la gente común vive todos los días, se convirtió en noticia nacional en cuanto llegó a los medios que por una u otra razón están en contra del presidente López Obrador.
Ese es el verdadero problema que tiene el gobierno de Cuauhtémoc Blanco. Porque a nivel local sabemos quiénes son los que todos los días ponen en su muro de Facebook o cuenta de Twitter que Morelos se está cayendo a pedazos. Ahí están todos los candidatos que perdieron las pasadas elecciones, sus familiares y sus amigos. Ahí están los que trajeron al ex futbolista y lo explotaron hasta que éste se cansó y los mandó por un tubo. Ahí están los comunicadores que aprovecharon muy bien la relación comercial y hasta amistad y que ahora se dicen censurados porque no reciben pagos por conceptos de publicidad.
Mientras López Obrador siga peleado con Reforma y otros medios, y mientras Jesús Ramírez no se arregle con los comunicadores que se enriquecieron con Peña Nieto y hoy le buscan hasta el mínimo error al presidente, seguirán engrandeciendo los hechos negativos que ocurran en Morelos, en Veracruz y en la Ciudad de México.
Eso sí, el gobierno de Cuauhtémoc Blanco debe ser más exigente con quienes conforman su equipo de trabajo, sobre todo en materia de seguridad. Desde mi punto de vista no se puede exigir la salida del titular de Seguridad Pública a los seis meses de que tomó el cargo, pues como ya lo hemos mencionado en este mismo espacio, la delincuencia es un fenómeno que actúa subterráneamente y aprovechando el factor sorpresa, por lo que no se puede prever en dónde va a dar su próximo golpe.
Pero sí se pueden tomar medidas que disuadan los delitos de bajo impacto: incrementar el número de policías en las calles; poner más cámaras de videovigilancia; mejorar el tiempo de respuesta del 911, etcétera.
Y en cuanto a los homicidios dolosos debe haber una investigación federal para determinar cuáles son las organizaciones de la delincuencia que se están disputando el territorio morelense y actuar en consecuencia.
Se tiene que evitar a como dé lugar que sigan dándose las ejecuciones de comerciantes por no pagar el “derecho de piso”, y reducir sustancialmente los homicidios dolosos, pues si bien es cierto que “se están matando entre ellos”, da una pésima imagen que nuestros turistas tengan que ver en los periódicos que se exhiben en los cruceros y puestos, que hay de cuatro a cinco muertos diarios, porque eso da una mala sensación.
HASTA MAÑANA.