Y es que, si bien es cierto que siempre han existido “liderazgos” al interior del Penal de Atlacholoaya, a partir de que ingresó Raymundo Isidoro, alias “El Ray”, y luego Marcos Gerardo, lugarteniente de “El Carrete”, la disputa por el control del penal se volvió encarnizada.
Como lo publicamos en la columna del 8 de noviembre, con base en el testimonio de internos, esa mañana del 30 de octubre fracasaron las negociaciones para que “Los Rojos” y el Cartel Jalisco Nueva Generación pudieran compartir el Cereso Morelos.
“Estaban en el foro platicando como si fueran amigos. De pronto El Chicles se lleva la mano a la bolsa y saca su celular (lo que era completamente normal), contesta una llamada y cuelga casi inmediatamente. Es cuando comienza a acicatar al Ray con la ayuda de El Pitus, y el Chisto. Ahí empezó todo el desmadre”.
Los líderes del reclusorio siempre andan armados con “puntas” que hacen de varillas o fierros viejos. A El Ray lo picaron hasta que ya estaba muerto y entonces le prendieron fuego.
Luego fueron por quienes consideraban que podrían significar un peligro: Néstor, José Manuel, Roberto, Lorenzo y Vicente, que estaban en el área de máxima seguridad que se ubica al fondo de la nave penitenciaria.
Ya para ese momento habían conseguido un machete y se les habían unido más internos. Como si fuera un grupo de la muerte, una decena de hombres vestidos de amarillo (algunos cubriéndose el rostro) recorrían las diferentes áreas del penal en busca de líderes que se pudieran oponer al nuevo “reinado”. A uno de ellos le cortaron la cabeza con el machete.
Aunque la autoridad intentó aminorar la violencia con la reubicación de algunos líderes, no pudo controlar el centro penitenciario. De la puerta para adentro quienes mandan son los reos (hoy llamados Personas Privadas de su Libertad, de acuerdo al nuevo sistema de justicia penal). Ellos son los que cobran las cuotas, deciden qué internos merecen estar sujetos a protección y hasta ponen directores de seguridad.
¿Cómo se comunican entre ellos para mantener el control del penal? No lo va usted a creer: por Whatsapp.
Sí. Al interior del Penal de Atlacholoaya usar teléfono celular es tan normal como en el exterior.
El pasado jueves desde muy temprano se esparció el rumor de que habría una fuga. A las 11 horas, un grupo de PPL, de diferentes dormitorios, se reunió en el área de “población” para afinar detalles.
Poco antes de las 13 horas agentes de seguridad vieron salir y regresar un camión de basura que se estacionó en la llamada “área de Puerto”. Después de las cuatro de la tarde se suscitaron acontecimientos que (después caerían en la cuenta) eran para distraer a los escasos y asustados custodios.
Reportaban por radio que internos se estaban peleando en una zona del penal, y a los pocos minutos daban cuenta de otra riña en el otro extremo.
Así fue como los internos que habían decidido irse se fueron saltando las mallas ciclónicas hasta llegar a donde estaba el camión de basura. Eran alrededor de las 17:0 horas.
En la Torre Uno de Vigilancia los custodios observaron que el camión derribó la puerta del área y se dirigió a la llamada “aduana vehicular”. Ahí tiró otra puerta.
Unos reos se subieron al camión, otros se colgaron en los estribos, y muchos más echaron a correr atrás del vehículo que salió al estacionamiento común y avanzó a toda velocidad. La “pluma” de la entrada cedió fácilmente ante lo pesado del camión y la rapidez con que avanzaba.
Algunos elementos de seguridad accionaron sus “R-15” al aire para contener la turba que ya iba hacia la libertad. Otros más dispararon directamente al camión que todavía pudo avanzar alrededor de un kilómetro, hasta el entronque con la carretera Xochitepec-Chiconcuac.
Ahí se impactó contra un poste, debido quizás a la impericia del conductor o que ya iba herido de muerte. ¿Cuántos lograron escapar? Ni la autoridad lo sabe.
Después de ser considerado uno de los mejores penales del país (una vez en tiempos de Bernardo Rocha y posteriormente con Lucio Hernández a la cabeza) hoy el Penal de Atlacholoaya es el “hazmerreir” a nivel nacional.
No sólo por los 13 muertos ocurridos de noviembre a la fecha; no sólo por el paro de trabajadores que precedió a las riñas donde hubo descabezados y quemados; no sólo por la fuga del jueves cuyo saldo oficial sigue estando pendiente.
Es el “hazmerreir” por el video que ya se está haciendo viral donde un interno transmite a través de su teléfono celular y dice: “Estamos aquí transmitiendo desde Atlacholoaya en el área de máxima seguridad y como podrán ver toda está tranquilo”, mientras se escucha una descarga de R-15.
El aspirante a reportero de tv narra que ellos no quisieron fugarse pero tienen miedo de que llegue el Ejército y tome represalias. “Nosotros no tenemos armas ni queremos fugarnos, aquí estamos con los custodios que se encargan de nuestra seguridad”.
Luego se dirige a uno de los tres custodios y lo entrevista: “Verdad que estamos tranquilos?”.
“Están relax, ellos no quieren salirse ni siquiera del área de máxima seguridad”, contesta solícito el custodio.
- ¿Cuál es su nombre?
- Miguel Rodríguez.
Hace un “paneo” y sigue describiendo la escena. Sólo le faltó un “hasta aquí me reporte Joaquín”.
El chiste se cuenta solo, pues los teléfonos celulares están prohibidos en el interior del centro penitenciario.
HASTA MAÑANA.