Como en los viejos tiempos, el PRI se llevó carro completo en la elección para renovar el Congreso del estado de Coahuila y triunfó en 32 de los municipios de Hidalgo, incluida, Pachuca su capital. En Morelos, los priístas celebraron como si fueran ellos los que hubieran recuperado el poder que perdieron hace dos décadas.
De acuerdo con los resultados preliminares, Morena se perfila a ser el gran perdedor de estos comicios, que se pospusieron cuatro meses por la pandemia del covid-19. Al estar envuelto en la renovación de su dirigencia y pleitos internos, los resultados no le fueron favorables en jornada electoral, donde la participación ciudadana fue de 39% en Coahuila y de 48.6% en Hidalgo.
En conferencia de prensa nocturna, el líder de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, acusó de irregularidades en Coahuila y compra de voto, por lo que adelantó que no reconocerá los primeros resultados y esperarán a los cómputos distritales. Como en los viejos tiempos de la oposición.
Hábil, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, destacó que la jornada electoral se llevó a cabo sin violencia y que mucha gente salió a votar, evitando así dar una opinión sobre la inminente derrota de su partido.
Los memes no se hicieron esperar, sobre todo aquellos que hacían referencia a la polémica y vulgar frase del representante de los intelectuales de la cuarta transformación, Paco Ignacio Taibo.
En Cuernavaca, los eufóricos priístas se dieron cita en el vetusto edificio de Yucatán y Amacuzac para sumarse a la celebración tricolor. Después de años de que nadie se quisiera parar en ese inmueble, ayer llegaron los “dinosaurios” y algunos “bebesaurios”.
Llegó el inefable Víctor Hugo Manzo Godínez, sempiterno líder de los trabajadores del ISSSTE y de la CNOP, que llegó a la cima del partido en pleno debacle y sólo alcanzó a ser diputado local; César Cruz Ortiz, el primer alcalde priísta sometido a juicio político en Morelos y Rafael Cepeda Aguilar, el rebelde de los priístas que sigue esperando a que la revolución le haga justicia.
Llegó también Lizbeth Hernández Lecona, una priísta de medio pelo que se vio favorecida por “el error de Paco” y de pronto se vio convertida en senadora de la República. No es de la vieja guardia pero tampoco de las nuevas caras de ese instituto político.
Y enseguida los que “en el apellido llevan la fama”: Marisela Velázquez, hija de Marisela Sánchez, ex candidata a la gubernatura; Lourdes Rivapalacio, nieta del ex gobernador don Antonio Rivapalacio; Víctor Saucedo, hijo del renombrado político del mismo nombre que alcanzó fama en sus tiempos estudiantiles. Llegó también la única diputada representante del PRI en el Congreso local (cuando en algún tiempo llegaron a tener el 100 por ciento de las diputaciones por voto directo) Rosalina Mazari Espín.
Los únicos que no son descendientes de connotados príístas (o al menos no los conocemos), fueron Eleonor Martínez, de la Red de Jóvenes por México y el propio presidente del Comité Directivo Estatal, Jonathan Márquez Godínez.
Fue este último quien habló a nombre del PRI-Morelos y destacó que la victoria electoral en esas entidades es producto del gran trabajo de unidad del CEN con la militancia y la labor de los dos gobernadores Omar Fayad y Miguel Ángel Riquelme, porque a diferencia de Morelos, ellos siempre estuvieron al frente en situaciones como la emergencia de salud, “cuando son buenos gobiernos la ciudadanía voltea a los candidatos del PRI”.
Adelantó que para el caso de Morelos el priismo se compromete a tener las mejores propuestas en las urnas; y la transparencia en la toma de decisiones comenzará desde la designación de candidatas y candidatos, porque en la elección del 2018, aprendió que la militancia y los ciudadanos confían en el PRI cuando son escuchados.
En una próxima sesión del Consejo Político Estatal, mencionó, estará haciendo la solicitud para que como dirigente estatal se le autorice iniciar pláticas con otras fuerzas políticas e impulsar frentes, coaliciones o candidaturas comunes; “pero la alianza que primero haremos en el PRI es con su militancia y con la ciudadanía, nosotros de manera individual como partido tenemos la capacidad de impulsar candidatas y candidatos a todos los cargos de elección popular; sin embargo, en el estado hay un gran animo de hacer una alianza en varios municipios y no nos cerramos a ninguna alternativa”.
En Morelos, subrayó Jonathan Márquez, “el PRI no está apostando a los errores y yerros del gobierno estatal; por el contrario, el tricolor trabaja todos los días en los municipios con los ciudadanos, en la búsqueda de tener comités municipales fuertes, y contar con una restructura completa en los seccionales de todo el estado, todo ese se agregará a la presencia de buenos candidatos para lograr excelentes resultados en las urnas”.
Aunque algunos de los partidos políticos han negado una alianza con el PRI (se refería específicamente al PAN, cuyo dirigente lo negó más pronto que el apóstol San Pedro) hay militantes y actores de esos institutos partidistas que si están dispuestos, y pidió no descartar nada en este momento porque la alianza debe ser a partir de buscar el beneficio de Morelos.
Fue bonito para los priístas tener algo qué celebrar aunque los triunfos se hayan dado en un estado muy lejano al nuestro, y en otro donde el partido no ha soltado el poder en décadas. Los hizo soñar en regresar al Palacio de Gobierno que le entregaron en el año 2000 a un mecánico con estudios de ciencias de la comunicación que se llama Sergio Estrada, el mismo que tres años antes le ganó en las urnas para la presidencia municipal de Cuernavaca nada menos que a la hija del llamado “mejor gobernador que ha tenido Morelos”, don Lauro Ortega Martínez.
Desde entonces no han tenido el poder que ostentaron hasta “el sexenio de los tres Jorges”, y que perdieron precisamente porque incurrieron en excesos quizás confiados en que no había nadie que les hiciera sombra. Tuvieron la oportunidad de volver cuando –tras varios trienios de dominio panista- la joven promesa del priísmo, Manuel Martínez Garrigos, obtuvo un triunfo rotundo en la capital del estado, pero no supo aquilatar la fuerza que le dio el electorado y perdió la cabeza.
Hoy los números dicen que el PRI está entre el cuarto y quinto lugar de las preferencias, pero está comprobado que en la política las matemáticas no cuentan, y que una buena campaña y un buen candidato pueden ponerlos nuevamente en los primeros lugares.
Pero ¿dónde está este personaje (hombre o mujer) que le devolverá la esperanza a los priístas?
Ese es el reto del joven dirigente Jonathan Márquez, quien –como ya vimos- está incluyendo en su proyecto lo mismo a viejos priístas (ya se reunió con Paco Moreno y Jorge Meade); los que no son tan jóvenes y los que sí representan realmente caras nuevas.
Como dijo el ciego: ya veremos.
HASTA MAÑANA.