De la euforia pasaron a la preocupación y hoy ya no saben qué hacer. Los militantes del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) —también conocidos como AMLOvers o “chairos”— están desconcertados con los últimos acontecimientos ocurridos tras el anuncio de la detención en Los Ángeles, de quien fuera secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Enrique Peña Nieto, el general Salvador Cienfuegos.
“No se confundan. La detención de #SalvadorCienfuegos es logro de la #4T. Se le informó a @lopezobrador_ hace 15 días sobre el caso y permitió que la justicia siguiera su curso”, festinó ese mismo día el académico y periodista John Ackerman, aplaudidor número uno del presidente López Obrador.
Los “ciberchairos” se dieron vuelo en Twitter siguiendo la línea de Ackerman, pues hasta ese momento todo parecía indicar que, efectivamente, la detención del extitular de la Sedena era parte del proyecto anticorrupción del mandatario nacional. “Primero Lozoya, luego García Luna, ahora el general Cienfuegos…¡Sigue Peña Nieto!”, decían.
Y cuando todos esperaban que el presidente de la República iniciara su conferencia mañanera con un anuncio festivo por la detención del general (como ocurrió cuando detuvieron a Genaro García Luna), fue todo lo contrario: “…todo esto debe probarse, no podemos adelantar vísperas, no podemos hacer juicios sumarios. Son procesos legales en donde las personas acusadas tienen derecho a la defensa”, dijo con un gesto más bien de preocupación.
La realidad es que lo dicho por Ackerman (el mismo que alguna vez calificó al presidente como un “gran científico”), estaba muy distante de lo que realmente ocurrió.
Dolia Estevez, periodista radicada en Washington y con muchos años de experiencia, fue quien se encargó de echar por tierra la euforia morenista.
En un texto publicado en el sitio Sinembargo, Dolia Estevez afirma que durante 14 meses el Departamento de Justicia de Estados Unidos fue bastante cauteloso para asegurarse de que los altos mandos del gobierno mexicano -léase el presidente López Obrador, el canciller Marcelo Ebrard, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; el encargado de la seguridad nacional, Alfonso Durazo; el actual líder de Sedena, Luis Cresencio Sandoval-no se enteraran absolutamente de nada con los relacionado al operativo para atrapar a Cienfuegos Zepeda.
Esto se debe, detalla Estévez, a que debido al peso político que representaba el general en México, y sobre todo la información con la que cuenta que fácilmente le hubiera permitido chantajear a todo tipo de autoridad, Estados Unidos prefirió no arriesgarse, ya que deducían que si iniciaban los trámites de extradición esta jamás ocurriría.
"Prefirieron esperar que cruzara la frontera. Manejarlo con el sigilo de un operativo de Estado para capturar o ultimar a un terrorista, o rescatar a un rehén”, señaló.
Entonces, Dolia también apunta que en agosto de 2019 se emitió en Nueva York un encausamiento sellado con cuatro cargos de narcotráfico y lavado de dinero contra el general Cienfuegos, mismo día en que una jueza giró una orden de aprehensión en su contra.
Pero cabe señalar también que, según lo que relata la periodista, las sospechas sobre Cienfuegos no son nuevas. Por ejemplo, en 2013, la DEA estableció que el general era socio de Fausto Isidro Mesa Flores, conocido como el H-2, sucesor de Héctor Beltrán Leyva, quien fuera el H-1. No obstante, Washington no permitió la investigación. “No quiso destapar la caja de pandora en medio de la quimera del 'Mexican Moment’ de Peña Nieto. Su arresto no tiene el costo político de hace siete años”, subraya Estévez.
Las declaraciones del presidente López Obrador en su conferencia de ayer, pero sobre todo su semblante de molestia, confirman la teoría de Estevez: Estados Unidos no tuvo la cortesía de avisarle.
“Ellos no tienen por qué preguntarnos lo que van a hacer cuando se trata de detener a una persona en su territorio”, se justificó el presidente.
Y es que para ese momento, ya le habían hecho notar al mandatario que no era tan conveniente “colgarse la medallita” de la detención de Cienfuegos.
“La detención del general Cienfuegos impacta al sistema político mexicano en general, pues la gobernabilidad del país se ha sustentado largamente en un pacto no escrito de coexistencia tolerante y cómplice entre los poderes civil y militar”, escribió Julio Hernández, a quien AMLO también tiene en la lista de periodistas “con credibilidad”.
Y agregó un dato por demás revelador: el actual secretario de la Defensa Luis Crescencio Sandoval González fue comandante de la guarnición militar de Piedras Negras, Coahuila, de 2011 a 2012, en un lapso en que el cártel de Los Zetas introdujo, asesinó e incineró a unas 150 personas en el penal de esa ciudad. Y su jefe directo era el general Cienfuegos.
Es decir, que atacar a Cienfuegos como lo ha hecho con García Luna implicaría perjudicar a las fuerzas armadas en general.
Por eso el cambio de postura de ayer en su “mañanera”: “Vamos a esperar el resultado, aún en el supuesto de que resultara responsable el general Cienfuegos no debe culparse a todas las fuerzas armadas y tenemos que cuidar a una institución tan importante como la Secretaría de la Defensa Nacional”.
Por cierto, la detención del general Cienfuegos ya tuvo repercusiones políticas en tierras morelenses. Después de verse beneficiada por su cercana relación con el entonces secretario de la Defensa, la diputada federal Juanita Guerra hoy sufre las consecuencias de lo que se acostumbra en nuestro país: “hacer leña del árbol caído”.
Y es que se dice que el general Salvador Cienfuegos es padrino de bautizo de la diputada Juanita Guerra, quien inexplicablemente para sus compañeros de bancada, sin tener los conocimientos, ni la experiencia ocupó la presidencia de una de las Comisiones más importantes del Congreso federal, la de Seguridad Pública.
HASTA MAÑANA.