Algo hicieron los tlaltizapanenses que se hicieron merecedores de una maldición que nunca termina, y que los tiene condenados a padecer de los peores presidentes municipales. Está por concluir el tormentoso trienio del “herrero con suerte”, y en enero próximo iniciará el del profesor cuyo único mérito fue ser candidato de Morena.
En términos coloquiales, podríamos decir que los habitantes de Tlaltizapán “saldrán de Guatemala para entrar a Guatepor”, y todo parece indicar que hay un pacto entre el presidente saliente y el entrante para que no se sancionen las irregularidades de las que en este espacio hemos venido dando cuenta.
Pero vamos por partes. Recordemos que el todavía presidente –que intentó infructuosamente repetir en el cargo por otros tres años pero fracasó rotundamente a pesar de que utilizó todo el aparato gubernamental a su favor- se llama Alfredo Domínguez Mandujano.
Era un muchacho con secundaria trunca dedicado al noble oficio de la herrería, cuya popularidad en su pueblo era tal que fue dos veces ayudante municipal, luego coordinador de ayudantes municipales hasta que, en su segundo intento y por circunstancias del destino, se convirtió en alcalde de su ciudad natal, Tlaltizapán de Zapata.
En el 2015 se postuló por el Partido Encuentro Social pero perdió contra el priísta y ex diputado local, David Salazar Guerrero. A partir de entonces se dedicó a reunir un equipo que le permitiera arribar a la presidencia municipal, además de que tenía muy buena relación con el entonces secretario de gobierno, Matías Quiroz Medina, quien había sido alcalde años antes.
Esa relación y la popularidad de la que gozaba “El Cuananis” hizo que obtuviera sin mayor dificultad la candidatura por la coalición “Juntos por Morelos”, conformada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido Social Demócrata (PSD).
La diferencia entre perder y ganar estuvo en el nombre. La primera vez apareció en la boleta como Alfredo Domínguez Mandujano, y no ganó. En la segunda ocasión (porque ya lo permitía la ley), agregó a su nombre de pila el apodo con el que lo conocía la gente: Cuananis. Y ganó.
Hasta ahí la historia es ejemplo de superación personal de un hombre que, carente de estudios académicos pudo llegar hasta el máximo cargo a nivel municipal, pero lo que vino después es digno de un guion de una película de Luis Estrada, el de “La Ley de Herodes”.
Y es que, al igual que Juan Vargas (el personaje central de La Ley de Herodes), Alfredo Domínguez comenzó a gobernar con su muy peculiar estilo. Repartió los cargos entre sus amigos y compañeros de campaña sin importar si reunían los perfiles para ellos.
Su principal error es que “Cuananis” se pasó tres años festejando su triunfo, y cuando decimos festejando nos referimos a verdaderas borracheras en los establecimientos de la región, con cuentas de muchos miles de pesos, y algunas veces en las propias instalaciones del Ayuntamiento (hay un video que da cuenta de ello).
Lo anterior, sin contar los innumerables viajes a Estados Unidos, a Zihuatanejo y a Acapulco, todo con cargo al erario.
Buscó afanosamente ser el candidato del Partido Morena, lo que habría sido garantía de triunfo, pero no lo logró. Encontró cobijo con el naciente Partido Encuentro Social (PES), que no dudó en designarlo su candidato a la reelección en junio del 2021.
Con lo que no contaban es que se daría, no una ola sino un “tsunami” a favor de los candidatos del Partido Movimiento de Regeneración Nacional y así fue como llega a la presidencia municipal el profesor Gabriel Moreno Bruno, quien ya lo había intentado en dos ocasiones anteriores bajo las siglas del Partido Humanista.
Así como “El Cuananis” llegó gracias a su apodo, ahora Moreno Bruno llegó gracias a las siglas de Morena. Quienes lo conocen lo definen como un tipo gris sin personalidad ni carisma.
Para no perder por tercera ocasión, el profesor tuvo que aceptar que le impusieran como candidata a síndica a Patricia Figueroa Nuñez, cuya hermana de nombre Ana Laura ya había sido candidata a la presidencia municipal en una ocasión, y que en la primera regiduría fuera para Tomas Aparicio, otro líder de Huatecalco.
Pero Gabriel no es morenista, y así lo ha dicho a cuanta persona le pregunta cómo llegó al cargo. De hecho, hay un total distanciamiento con la dirigencia municipal de ese partido. Un ejemplo de ello es que, cuando se inauguró una casa de gestión de Morena en la colonia Santa Rosa, invitaron a la síndica electa pero no al alcalde electo.
A menos de un mes de que tome posesión, nadie sabe qué está haciendo el futuro alcalde. No se deja ver por ningún lado y ese vacío lo están aprovechando otros personajes de la política de ese municipio, como es la síndica ya mencionada, quien se está aliando con los regidores.
Otro que anda muy movido es Jorge Hernández Jaimes, quien fuera secretario general del Ayuntamiento con el doctor Matias Quiroz, y después candidato a presidente municipal en dos ocasiones por diferente partido, hasta que logró una regiduría en las votaciones pasadas, pero a través del Partido Revolucionario Institucional.
Gabriel Moreno Bruno se anda escondiendo para que no le reclamen el cumplimiento de los compromisos que hizo con varios liderazgos de la región que le ayudaron para llegar, sin embargo, esa misma ausencia está haciendo que los regidores y la síndica se organicen y cuando el alcalde quiera tomar decisiones se va a topar con pared.
Vamos a ver cómo se van dando las cosas en este municipio que no escapa al fenómeno delincuencial registrado en la región sur-poniente de Morelos, donde diversos grupos se disputan la distribución de drogas. Actualmente, siendo el alcalde del mismo partido que el gobernador, se ve obligado a seguir adherido al convenio de la Policía del Mando Coordinado, sin embargo, ahora que entrará un “morenista” no se sabe qué decisión habrá de tomar con respecto a la seguridad pública.
HASTA EL PRÓXIMO LUNES.