Lo peor que pueden hacer ahorita los diferentes niveles de gobierno y los tres poderes del estado es utilizar el tema de la seguridad pública, o más bien el de la inseguridad, con fines políticos. Lo hemos dicho hasta el cansancio: el crimen organizado tiene sus propios intereses y no se detiene a ver qué partido político gobierna en tal o cual municipio, y si en esa localidad hay Mando Único, Mando Coordinado y Mando Municipal.
Ya lo vimos a nivel federal, donde PAN y PRD criticaron durante años que el PRI no había podido resolver el problema de la delincuencia en nuestro país, y que las policías estaban infiltradas por los cárteles de la droga. En el año 2000 sacaron al PRI de Los Pinos después de 70 años de gobernar, y el Partido Acción Nacional tomó su lugar con Vicente Fox y lo refrendó en 2006 con Felipe Calderón, prometiendo acabar con los grupos criminales que estaban en ese momento.
Y en cierta forma si disminuyó su poderío, pero sólo del grupo antagónico al que servía. Prueba de ello es que, quien fuera su jefe de policía, Genaro García Luna, está bajo proceso en Estados Unidos por haber servido a los intereses del narcotráfico.
Luego vinieron nuevas elecciones y la gente volvió a confiar en el PRI, sólo para ratificar que es un partido que se mantiene de la corrupción. En sus discursos políticos, el PAN y el PRD continuaron criticando la estrategia de Enrique Peña Nieto, y luego llegó Morena, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, quien prometió “devolver al Ejército a sus cuarteles” y atacar las causas de la delincuencia en lugar de declararles la guerra como lo hizo Calderón.
Llegó Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República y ya estamos viendo que no se han tenido los resultados esperados. Quizás haya menos corrupción en las corporaciones, pero el crimen organizado tiene el control en muchos de los estados, donde se han visto vergonzosos episodios que dejan muy mal la imagen de nuestras fuerzas armadas.
“Ya no hay masacres”, dijo el mandatario nacional, y la realidad le explotó en sus narices con ejecuciones sumarias de hombres, mujeres y hasta niños. Y ahora son los panistas y priístas los que exigen un cambio de estrategia.
Si lo trasladamos al plano estatal sucede algo similar.
A lo largo de 30 años de ejercicio periodístico hemos visto pasar más de una docena de jefes de la Policía. Hemos tenido generales del Ejército, abogados, abogadas, empresarios, ex policías judiciales, ex policías federales y, –como ocurre actualmente- un reconocido miembro de la Secretaría de Marina. Y ninguno ha podido ganarle a la delincuencia.
De la misma forma, ya sea como reportero de nota roja o como jefe de prensa de las corporaciones, hemos sido testigos de cómo ha ido cambiando la estrategia de la seguridad pública: primero la estatalización, luego la municipalización, la Plataforma México, los módulos fijos, la operación “carrusel”, después el Mando Único, Mando Coordinado, etc.
Y siempre la inseguridad pública ha ido un paso adelante. Secuestros, violaciones, robo a comercio, asaltos en vehículos de transporte público, siempre han existido, con la característica de que nunca como ahora el homicidio doloso (ejecuciones) había estado en una incidencia tan alta, con el consuelo de que –dice el vicealmirante Antonio Ortíz Guarneros- “se están matando entre ellos, los malosos”.
Recordemos que a partir del 2014 se instaura con el gobernador Graco Ramírez la modalidad del Mando Único, de tal manera que los ayuntamientos pagan los sueldos de los policías, pero el que operativamente los dirige es el gobierno estatal a través de la figura del comisionado.
Con la llegada del siguiente gobierno se cambia el nombre a Mando Coordinado pero en los hechos sigue siendo el gobierno estatal el que lleva la batuta, con la diferencia de que, por disposición del gobierno federal ya no existe el fideicomiso que proveía de recursos a las entidades federativas. O sea que estamos cada vez peor.
En los tiempos de Graco Ramírez se imponía el modelo de Mando Único “voluntariamente a fuerzas”, si no era por convenio era por decreto. Y si algún alcalde se quería “salir del huacal” el entonces comisionado de Seguridad Pública, Alberto Capella Ibarra se encargaba de “convencerlo”. Que le pregunten al entonces presidente municipal de Tlaquiltenango, Enrique Alonso, a quien le detuvo a sus escoltas infinidad de veces, o al de Yautepec, Agustín Alonso Gutiérrez, que había creado una corporación “de proximidad” que le estaba haciendo la competencia a la CES.
Con el cambio de gobierno el estilo ha sido menos dictatorial, y ya no hay una imposición. En diversas ocasiones, cuando Agustín Alonso era alcalde de Yautepec le dio por reclamar la falta de seguridad en su municipio, el vicealmirante le dijo que ahí estaba el control de la Policía para que el Ayuntamiento asuma el control cuando quisiera.
Pero Agustín Alonso no es tonto, sabe que las corporaciones policiacas están rebasadas por la delincuencia organizada y que sería un suicidio político abandonar el Mando Coordinado, por lo que “refunfuñando” pero terminó su trienio con esa modalidad y su sucesor la mantiene.
Por todo lo anterior, cuando escuchamos al aspirante a presidente municipal de Cuernavaca por el Partido Acción Nacional (PAN) y Partido Socialdemócrata (PSD), José Luis Urióstegui Salgado, decir que si ganaba la elección asumiría el control de la Policía capitalina, pensamos que se trataba de una promesa de campaña como las que acostumbran hacer todos los candidatos.
Sin embargo, después de que triunfó en las votaciones del seis de junio de 2021 el abogado siguió insistiendo en esa postura.
Y la estrategia la diseñó una abogada experta en Derecho Penal que es de todas las confianzas del alcalde: Alicia Vázquez Luna. Sus ideas son bastante buenas, pero no hay dinero para llevarlas a cabo, por lo menos en el corto plazo.
Quienes ponen en entredicho los resultados de la Secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano tendrían que tener resuelto su problema de seguridad pública para poder hablar.
Jiutepec está gobernado por Morena, al igual que Temixco; Emiliano Zapata tiene un alcalde panista y el PRI ganó Huitzilac. ¿Alguno de esos municipios está libre de criminalidad?
Los delincuentes salen todos los días a buscar dinero ilícitamente sin importar qué partido político esté gobernando el territorio donde actúan. Los cárteles ordenan a sus sicarios eliminar a sus enemigos o a quienes no pagan piso sin importar si viven en Cuernavaca, Jiutepec, Temixco o Zapata.
Por eso insistimos: hay que trabajar todos los días, conscientes de que a la delincuencia nunca se le va a ganar.
HASTA EL LUNES.