A las 17:25 del 25 de junio del 2020, el teléfono de la Unidad Especializada en Combate al Secuestro y Extorsión sonó varias veces con insistencia, hasta que el policía de investigación criminal que se encontraba de guardia descolgó el aparato. “Tengo información de que uno de los sicarios que participó en el multihomicidio de Las Brisas va a bordo de un autobús Futura con el número 1068 en la corrida que va de Acapulco a México”, escuchó por el auricular.
—¿Cómo se llama el sicario? —preguntó el policía.
—Le apodan El Mongoy—contestó. Ahorita el autobús ha de ir por Alpuyeca.
Después de pedirle autorización a su jefa, Adriana Pineda Fernández, cuatro elementos del grupo antisecuestros abordaban una Cheyenne negra y salían a toda velocidad con rumbo a la avenida Morelos. Sabían que la línea Futura hace parada en la Terminal Estrella Blanca.
Dos elementos se bajaron corriendo, llegaron hasta la ventanilla de la empresa mencionada y preguntaron por el autobús 1068. “Se acaba de ir”, contestó el encargado. Los policías regresaron a la camioneta y arrancaron a toda velocidad.
No tuvieron que recorrer mucha distancia cuando avizoraron el autobús de lujo que buscaban. Como en las películas, la camioneta se le emparejó al vehículo de pasajeros, tocó la sirena auxiliar conocida como “pato” y le indicó que se orillara. Le explicaron al chofer que buscaban a un peligroso delincuente apodado El Mongoy, de quien ya llevaban su fotografía en el teléfono celular, y éste les permitió el paso.
Así, los policías ministeriales recorrieron el pasillo del autobús mirando fijamente a los pasajeros, hasta que en el último asiento del lado izquierdo tuvieron a la vista a un sujeto de tez morena, con barba de candado y escaso cabello. No había duda: habían dado con el Mongoy.
La tarde del 21 de mayo del año 2020, cuatro hombres que portaban armas de fuego ingresaron al domicilio ubicado en el Fraccionamiento Brisas de Cuernavaca, localizado en el municipio de Temixco, en donde habrían privado de la vida a quienes se identificaron como Alfonso Isaac Gamboa Lozano, de 39 años de edad, sus hermanos Ricardo, Edgar y Miriam, así como Patricia Lozano, su madre de 60 años.
La Fiscalía de Morelos se hizo cargo de las investigaciones y la primera pista fue el vehículo en el que llegaron los asesinos, marca Renault tipo Clío de color azul, con placas del Estado de México, abandonado sobre la carretera federal México-Acapulco en el municipio de Temixco.
Inexplicablemente, los responsables del crimen dejaron en el vehículo la factura del mismo, la copia de la credencial de elector del comprador y lo más increíble: un teléfono celular. El rastreo de los números permitió localizar a Jazmín, expareja sentimental de uno de los participantes, en el estado de México.
Fue ella quien contó toda la historia: que Carlos José, quien había estado en la Marina, fue contratado como escolta de Isaac, un alto funcionario de la Secretaría de Hacienda durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero que luego se involucró sentimentalmente con la esposa de este, de nombre Bethzabee, y que juntos planearon el asesinato del servidor público y su familia.
La Fiscalía de Feminicidios estableció que Bethzabee proporcionó información a Carlos José sobre la estancia de la familia en el domicilio ubicado en el municipio de Temixco, donde mantendrían un aislamiento social con motivo de la pandemia generada por el Virus Covid-19.
Resultado de lo anterior, Carlos José, en compañía de cuatro personas más, habrían ingresado al fraccionamiento utilizando el código de seguridad de acceso proporcionado previamente por la propia esposa del exfuncionario, quien además abrió el portón del domicilio para permitir el acceso a los cuatro masculinos.
Los agresores ubicaron en el área de estacionamiento al ex funcionario federal Alfonso Isaac en contra de quien accionaron armas de fuego privándolo de la vida, y es en un comedor ubicado en el área de jardín en donde se encontraban las demás víctimas, a quienes obligaron a tirarse al piso y accionaron armas de fuego en su contra para posteriormente huir del lugar a bordo del vehículo compacto.
Según la declaración de Jazmín, ella y Carlos José habían tenido una relación sentimental, pero se dejaron de ver un tiempo, y después ella se convirtió —ya como amiga— en su confidente. Su testimonio fue pieza fundamental para detener a la autora intelectual del múltiple homicidio, Bethzabee, quien continuaba su vida normal en una casa de lujo en la alcaldía Álvaro Obregón.
En un principio la llamada “viuda negra” contrató a un prestigiado bufete de abogados de la ciudad de Cuernavaca para que la defendieran, pero al final terminó por quedarse con una defensora de oficio que es quien lleva su caso en un Juzgado de Atlacholoaya.
Después de ser propietaria de varias empresas que hacían millonarias transferencias y propiedades en diversos puntos del país, Bethzabee se quedó sin marido, sin amante y sin dinero para pagar su defensa. De todos modos, ningún abogado podría garantizarle una condena absolutoria pues son muchas pruebas las que la incriminan: la declaración de Jazmín, la de sus concuños, los mensajes con el escolta de su marido y una serie de fotografías que encontró la policía en una casa de la Ciudad de México en la que aparece con el marino Carlos José, a quien pareciera que se lo tragó la tierra.
Hace apenas unos días la Fiscalía General de Morelos informó que “al concluirse la etapa procesal, en contra de Jesús Manuel, alias El Mongoy, se obtuvo sentencia condenatoria por el delito de homicidio calificado en contra de las cinco personas, imponiéndose la pena de un total de 125 años de prisión y al pago de más de 6.7 millones de pesos.
La pena para Bethzabee, en opinión de expertos en derecho penal, será por lo menos del doble de años de prisión.
A raíz de su detención, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) comenzó a revisar sus manejos financieros, encontrando que el hoy occiso era el principal artífice del gobierno de Enrique Peña Nieto, o más bien del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, para producir miles de millones de pesos en “moches” y en lavado de dinero a través de las llamadas “empresas factureras”.
Es decir, que la conclusión a la que llegó la Fiscalía General de Justicia de Morelos, de que se trató de un crimen pasional, devolvió la tranquilidad a muchos ex funcionarios de la anterior administración federal (y uno que otro personaje de la política de Morelos).
Al respecto, Javier Corral, ex gobernador de Chihuahua y principal persecutor de las tranzas priístas, declaró lo siguiente:
“No puedo poner en duda las actuaciones del Ministerio Público de Morelos, que lo coloca en un ámbito ´pasional´ y de cierta protección de la fortuna que ella, la esposa, tenía. No tengo ningún elemento para afirmar categóricamente que pudo ser un crimen político, pero, por la relevancia del cargo que tenía, y sobre todo la información que Gamboa tenía de todas las desviaciones del gobierno más corrupto y corruptor de los últimos 50 años en México, no puede descartarse esa hipótesis, y es algo en lo que se tiene que ahondar”.
HASTA MAÑANA.