Durante décadas, la clase política de nuestro país ejerció una costumbre que inspiró películas, libros, mitos, pero sobre todo caricaturas: “El destape”. Los dos últimos años del presidente en turno, los burócratas y aspirantes a engrosar la nómina gubernamental ocupaban gran parte de su tiempo en tratar de descubrir quién sería el siguiente candidato del PRI, y después del destape, vendría “la cargada” y finalmente “el besamanos”.
En aquel tiempo siempre se decía “el tapado”, pues no existía la menor posibilidad de que fuera “la tapada” o mucho menos “el tapade”. Forzosamente tenía que ser varón y del Partido Revolucionario Institucional (PRI). La elección era un simple trámite.
Existen infinidad de anécdotas que giran en torno al momento en que el partido en el poder da a conocer el nombre de quien quiere que sea su sucesor. Quizás el peor momento en la vida de un político es cuando se entera que ya se dio “el destape” y que no fue el elegido. Lo peor no es enterarse de que será otro el candidato, lo que seguramente le provocará una ligera jaqueca, sino que no tiene a quien pedirle un té pues su secretaria y su chofer ya se fueron a hacer fila para felicitar al elegido.
Esa costumbre le sirvió al PRI durante años, pues el priísta tenía que ser disciplinado ante la decisión del partido, pero sobre todo del presidente, a quien correspondía elegir a su sucesor. Sin embargo, a finales del siglo pasado a alguien se le ocurrió que el PRI debía “democratizarse”, y entonces inventaron las votaciones internas con “pre-candidatos” para definir quién sería el abanderado del tricolor.
En la práctica, eso sirvió solamente para que los dos pre-candidatos se enfrascaran en una guerra en la que se olvidaban completamente de la máxima que dice que “la ropa sucia se lava en casa”, y cada quien le sacaba sus trapitos más sucios al contrario. Así, cuando el elegido llegaba a la votación constitucional, sus oponentes ya conocían sus puntos más débiles.
Por eso ganó el Partido Acción Nacional en dos sexenios seguidos.
La historia de Andrés Manuel López Obrador todos la conocemos. Fue militante priísta hasta que creo el Partido de la Revolución Democrática y posteriormente el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), convirtiéndose prácticamente en un Mesías cuyos seguidores debían obedecerlo ciegamente.
La frase “estaríamos mejor con López Obrador”, hizo que mucha gente —entre ella este servidor— votara por él para ver si realmente cumpliría con todo lo que estaba prometiendo, además de que ya habíamos optado por el PAN sin resultados positivos y la oportunidad que le dimos al PRI nos demostró que no sólo no habían cambiado, sino que se volvieron más rateros que antes.
Así llega AMLO a la presidencia de la República, con una votación nunca antes vista y con las más altas expectativas. Independientemente de si ha tenido un buen gobierno (cada quien tendrá su propio punto de vista), lo que es innegable es que Andrés Manuel ha regresado a las viejas prácticas del presidencialismo.
Las marchas multitudinarias que organiza y financia Morena-Gobierno en nada se diferencían de las que organizaba el PRI-Gobierno en sus buenos tiempos.
La figura caricaturesca de “el tapado” ha sido sustituida por “las corcholatas”, como se dejan llamar Claudia Sheinbaum y los caballeros únicamente porque esa palabra fue inventada por el gran elector.
El “dedazo” que implementaron los presidentes priístas ha sido sustituido por el “dedazo previa encuesta”. Así lo ha practicado en las últimas elecciones en los estados y se apresta para ejercerlo en la designación de su sucesor o sucesora.
Ayer domingo, Morena informó que el candidato presidencial del partido será electo mediante una encuesta nacional que se realizará del 28 de agosto al 3 de septiembre y el 6 de septiembre el partido anunciará quién será el aspirante oficial a suceder al presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Por unanimidad” el Consejo Nacional de Morena determinó que Marcelo Ebrard, el secretario de Gobernación Adán Augusto López; el senador Ricardo Monreal y la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, serán los cuatro participantes por los que la gente podrá votar en las encuestas. Todos ellos, añadió, deberán registrarse por escrito a partir de hoy lunes y a más tardar el viernes 16 de junio y renunciar a sus cargos el mismo día que realicen sus registros.
Morena permitirá que los partidos aliados, PT y PVEM, designen a un participante más, para tener un total de seis aspirantes y lo que abre la posibilidad a que el senador Manuel Velasco y el diputado Gerardo Fernández Noroña figuren en el proceso.
Los aspirantes pueden realizar giras de promoción a partir del 19 de junio y suspenderlas el 27 de agosto y después no podrán emitir ningún comentario u opinión sobre el proceso.
“No podrán participar en debates públicos ni polémicas entre ellos para evitar confrontaciones y deberán abstenerse de participar en eventos de desprestigio contra los otros aspirantes”.
Cada aspirante podrá proponer dos empresas encuestadoras que no hayan participado en procesos electorales anteriores y que hayan presentado resultados cuestionables, de las propuestas serán elegidas por sorteo cuatro firmas para conformar los equipos que realizarán el levantamiento de la encuesta.
La comisión de encuestas diseñará y redactará el cuestionario, los tamaños de la muestra y otras reglas y serán inapelables; estos levantarán la encuesta auxiliándose con las encuestadoras en los equipos en los que además se incluirá un representante de cada aspirante a candidato presidencial.
La encuesta será realizada del 28 de agosto al 3 de septiembre, el procesamiento de los resultados entre el 4 y 6 de septiembre para enviar las actas al Comité Ejecutivo Nacional de Morena que dará a conocer el mismo 6 de septiembre el resultado final a través de un acto público. Si de las actas que realicen los cinco equipos que se conformarán para hacer las encuestas hay resultados discordantes, se elegirán las tres o cuatro actas que coincidan entre sí y el resultado será inapelable.
Se supone que esto mismo se habrá de replicar en los estados donde habrá elecciones el 2 de junio de 2024, entre ellos Morelos. Aquí, suponemos que entrarán a la encuesta Margarita González Saravia, Rabindranath Salazar, Víctor Mercado, Lucy Meza, Juan Ángel Flores y Rafa Reyes o Juan Salgado Brito. No sabemos si se incluirá —como en el proceso nacional— a los partidos del Trabajo y Verde, en la encuesta.
Pero todos los morenistas con los que hemos hablado admiten —off the record— que la encuesta en cuestión no tendrá validez, y que a final de cuentas será el presidente quien decida con base en sus propias consideraciones quién será la candidata o candidato para la gubernatura de Morelos.
¿Entonces para qué gastar tanto en encuestas?
HASTA MAÑANA.