La primera sesión del Pleno en el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Morelos después de tres semanas de vacaciones parecía transcurrir con normalidad, hasta que el magistrado Rafael Brito Miranda pidió el uso de la palabra para proponer que se incluyera un punto no contemplado en la Orden del Día.
“…por lo que resulta inminente y necesaria la separación inmediata de la representación de este Poder Judicial, lo anterior en virtud de que se atentó en contra de la buena administración que contempla el artículo 19 fracción IX de la Ley Orgánica del Poder Judicial y violenta lo reglamentado en el Código de Ética de esta institución…”
El aludido, Jorge Gamboa Olea, escuchaba con rostro adusto lo que estaban pidiendo un grupo de magistrados. Sus compañeros clavaban la mirada en el piso del Salón de Plenos mientras el magistrado Brito Miranda continuaba con su perorata.
Después de enumerar las siete causales que —según los magistrados inconformes— tendrían como consecuencia la separación del cargo, propone proceder a la votación para elegir a la nueva magistrada o magistrado que ocuparía el lugar de Gamboa Olea, y enseguida designar a los funcionarios que ocuparían las ponencias que quedaron vacantes por la ausencia de quienes ya concluyeron su periodo constitucional.
“Esa es la modificación a la orden del día que se propone”, dijo para terminar su atropellada lectura el mencionado Rafael Brito.
Aparentando tranquilidad, el magistrado presidente dijo lacónico: “Gracias, han escuchado la propuesta del magistrado Brito de modificación de la Orden del Día que había sido entregada para ustedes”, y enseguida pidió que se sometiera a votación quienes estaban de acuerdo con la orden del día original y quiénes con la nueva propuesta.
El resultado de la votación fue cinco votos contra siete de la segunda opción, de las 12 personas que conformaron el Pleno.
De inmediato pidió el uso de la palabra la magistrada Elda Flores León para manifestar que la Ley Orgánica del Poder Judicial (“no recuerdo exactamente el número de artículo”, admitió) prohíbe expresamente que el presidente del Tribunal pueda ser removido del cargo durante el periodo de su administración.
“Es cierto que el magistrado (Rafael Brito) establece causas que para él considera graves, pero esa gravedad no puede ser establecida por manifestación expresa de sólo uno de los miembros de este cuerpo colegiado”, y enseguida anuncio que no continuaría en esa sesión de Pleno.
Enseguida habló el magistrado Jaime Castera: “Realmente me quedo muy sorprendido que definitivamente pues estos temas, considero yo que debemos platicarlos y sobre todo dialogarlos. Definitivamente me duele el tema que se está tratando, y lo que uno requiere pues es atender el tema de la legalidad y esto no es una cosa menor. Ya quedó modificado el orden del día, sin embargo, me queda un poco de sorpresa porque estas causas no las tenemos totalmente acreditadas… no sé si nosotros mismos las pudiéramos calificar, no sé. Hacer un análisis de tal magnitud en este momento, se me hace una manera irresponsable de mi parte, razón por la cual también me retiro”.
El decano de los magistrados, Andrés Hipólito Prieto, con su acostumbrada forma de hablar pausadamente, conminó a sus compañeros a “ver por la institución”, pero también consideró que el Pleno “no tiene facultades para remover a un presidente del Tribunal Superior de Justicia”. Dijo que lo que estaba haciendo el magistrado Brito era una “catarsis” y que quienes voten por la remoción estarían violando la Constitución.
El presidente Gamboa propuso entonces que se decretara un receso para conminar a sus dos compañeros a que regresaran.
—Si este pleno no autoriza el receso debemos continuar con la mayoría que se encuentre instaurada— casi gritó el magistrado Brito Miranda.
Para ese momento, el presidente ya se había levantado y enfilaba hacia su oficina.
“En uso de la voz, como bien hemos advertido, que se ha abandonado las funciones del presidente de este Tribunal Superior de Justicia, apelaríamos a la continuidad…”.
—Oficial Mayor le pido que se quede— dijo con voz autoritaria Brito Miranda al ver que el funcionario levantaba sus folders y se aprestaba a seguir a su jefe.
También la secretaria general se levantó y se fue.
La magistrada Marta Sánchez Osorio, que casi nunca habla, ahora gritaba desaforadamente:
“¡secretaria general, se le convoca para que se reintegre!¡Está incurriendo en un delito!”.
Como ninguno de los funcionarios hizo caso en su retirada, Brito Miranda recordó que había un notario público presente entre el público que estaba dando fe del retiro y abandono del presidente del Tribunal, por lo cual propuso continuar con el orden del día, es decir, con la designación del nuevo presidente.
Y nuevamente la voz calmada de Andrés Hipólito: “Compañeros magistrados, les pido mesura por favor, aprobemos decretar un receso”, lo que fue secundado por otra integrante del Pleno.
Brito Miranda, ya desesperado, insistía: “Es que iniciamos con el quorum necesario y si decretamos un receso ¿quién reanuda si no tenemos un presidente que asuma?”.
Efectivamente, se rompió el quorum, vino el receso y perdieron la oportunidad de votar la destitución del presidente del Tribunal Superior de Justicia.