Al llegar a aquella “casa de seguridad”, María Luisa Villanueva se percata que ya había ahí al menos tres hombres, lo que pudo darse cuenta por los quejidos de dolor que emitían, todos suplicando para que ya no les pegaran e implorando por sus vidas, hombres que lloraban frente a “servidores públicos” que no reparaban en límites frente al dolor de otros. La escena era cruda y dantesca.
Sometida desde las primeras horas a intensos interrogatorios sobre a “cuántos había matado”, a “cuántos había secuestrado”, que en “dónde tenía el dinero”, quiénes “eran sus cómplices”, “dónde estaba su familia”, “con quién estaban sus hijos”, María Luisa recuerda aquella primera noche como la más dolorosa y terrible que haya vivido jamás, ya que, sentada desnuda en una silla, vendada y amarrada, conoció el ultraje vil, la humillación, los golpes, las amenazas, la injuria, el ahogamiento en bidones de agua, el escarnio cruel, se sucedían una y otra vez.
Pudo conocer así, por experiencia propia, a qué nivel de degradación puede llegar el ser humano cuando se le concede excesivo poder sobre la suerte de las personas y carece de valores de humanidad.
Los actos de barbarie sobre María Luisa se repitieron en las horas y días subsiguientes, ya que sus agresores también la obligaban a consumir un polvo que ella suponía que era droga, en esa feria enloquecida de sus victimarios, lo que le llevó en más de tres ocasiones a pedir que acabaran de una vez con su vida; esa fue la constante durante los cuatro días que María Luisa estuvo a merced de sus agresores.
Fue hasta el día diez de enero de aquel año, por la tarde, cuando fue presentada ante el Ministerio Público, una vez que el grupo antisecuestro había sacado del archivo una investigación sobre denuncia de secuestro que tenía rezagada; es decir, sobre la cual no habían realizado, ninguna investigación que llevara a la localización de los presuntos culpables.
En efecto, el 30 de junio de 1997, la familia de Sara Saskia —en ese tiempo menor de edad— había denunciado el secuestro que ésta había sufrido al ser plagiada en el poblado de Amacuzac (contiguo al Estado de Guerrero), estando privada de la libertad en la Ciudad de Iguala por espacio de ocho días, hasta que su familia pagó una cantidad en efectivo y otra dando un lote de alhajas.
La existencia de estas alhajas habría de tener una importancia especial en la lucha actual de María Luisa por su inocencia, ya que son recuperadas por la Fiscalía casi medio año antes de su detención al asegurar a terceras personas, no obstante que fue condenada bajo la idea que habían sido recuperadas de sus manos.
Una vez que María Luisa fue presentada ante el Agente del Ministerio Público, cuatro días después de su detención, los mismos agentes policíacos agresores que la habían torturado, llaman a la familia de Sara Saskia para indicarle que acudieran para que “reconocieran” a unas personas detenidas que estarían relacionadas con los hechos denunciados, acudiendo ese mismo día en el cual dicha menor señala que María Luisa “le daba de comer” donde estuvo cautiva.
No se requiere mucha inteligencia para darse cuenta de la insidia que los agentes policíacos hacen sobre la menor para inducirla hacia tal señalamiento, ya que tenían interés especial en ocultar los actos de tortura que previamente habían cometido en contra de su víctima. Esto era apenas el inicio del tortuoso y largo calvario que llevarían a María Luisa a vivir poco más de 25 años tras los muros de una prisión, bajo el claro estigma de un delito fabricado.
En aquel carrusel de dolor e infamia, también se percató que siempre estuvieron presentes un número aproximado de ocho agentes de la autoridad, todos ellos del grupo “antisecuestro”, lugar al que llegaba diariamente el comandante Martínez, a quien se dirigían como “Jefe”, y él daba indicaciones a sus subalternos.
¿Justicia divina? Armando Martínez fue detenido en enero de 1998 y hasta el 2016 seguía preso en una cárcel federal de Durango, acusado por el secuestro y homicidio de José Alberto Guadarrama.
Prisciliano Sebastián Sedano Quintanilla, juez mixto de Primera Instancia del Tercer Distrito Judicial con residencia en Puente de Ixtla, emitió el 24 de septiembre de 1999 la sentencia que condenó a María Luisa a 30 años de prisión por el delito de secuestro sin verificar cada una de las pruebas que aportaron las investigaciones de la PGJE y la defensa de la familia de la niña secuestrada.
Una sala de segunda instancia del Tribunal Superior de Justicia confirmó la sentencia cuando la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos hablaba de garantías y no de Derechos Humanos. Un primer intento por lograr su libertad mediante la figura jurídica de “Reconocimiento de Inocencia” no tuvo éxito, pero el caso de la señora Villanueva acaparaba cada vez más la atención de los medios de comunicación.
Como la historia de “la señora que clama justicia desde la cárcel” les afectaba su imagen, la Fiscalía y el TSJ se pusieron de acuerdo para inventar un beneficio de preliberación que María Luisa jamás solicitó. “Aceptar ese beneficio de liberación anticipada sería como aceptar que soy culpable, y yo lo que quiero es que un tribunal declare que soy inocente, que ellos se equivocaron”, declaró a los medios.
La fotografía de la mujer siendo cargada por dos custodias para sacarla de su celda y depositarla en el estacionamiento del Penal de Atlacholoaya “se hizo viral”, y hoy la señora María Luisa Villanueva es referencia a nivel internacional.
Su abogado, Damián Santiago, está promoviendo un nuevo recurso de reconocimiento de inocencia. Es algo inédito que una persona lo haga ya estando libre, pero María Luisa insiste en que se reconozca que es inocente como consuelo para su familia.
El caso ha sido turnado a la Sala Auxiliar del Tribunal Superior de Justicia, conformado por los magistrados Andrés Hipólito Prieto y Jaime Castera Moreno, así como la magistrada Bertha Rendón Montealegre. Son ellos los que hoy tienen la histórica oportunidad de demostrar que en Morelos no sólo se aplica la ley, sino también se hace justicia.
ENTREGA DE ÚTILES ESCOLARES EN JIUTEPEC.- El alcalde Rafael Reyes refrendó su compromiso con el desarrollo y la formación educativa de niñas, niños y jóvenes de Jiutepec, al encabezar la entrega de 32 mil paquetes de útiles escolares gratuitos para estudiantes de preescolares, primarias y secundarias públicas ubicadas en el municipio. La mañana de este lunes, los integrantes del Ayuntamiento de Jiutepec hicieron una entrega simbólica de los 5 mil paquetes para estudiantes de preescolar, educación inicial y especial; 18 mil para alumnos de primarias y 9 mil para educandos de secundarias que se distribuirán para el ciclo escolar 2023-2024.
HASTA MAÑANA.