Nos hemos referido en varias ocasiones en este espacio al caso de la señora María Luisa Villanueva, quien pasó en la cárcel 25 de los 30 años a los que fue sentenciada por el delito de secuestro. Salió libre pero no porque se haya demostrado su inocencia, sino porque los poderes Ejecutivo y Judicial no quisieron seguir con la presión mediática de una mujer inocente clamando justicia desde la cárcel, y la sacaron a fuerzas del Penal de Atlacholoaya, el pasado 3 de febrero.
La señora María Luisa estuvo en el lugar equivocado a la hora equivocada, cuando en el estado de Morelos había una política criminal que consistía en detener al mayor número de gente posible —fuera culpable o inocente— para incrementar la estadística y aparentar que se combatía el secuestro.
Tres fueron los “pilares” en que se apoyó la condena de María Luisa: por un lado, el señalamiento que hace una víctima acerca de que ella “le daba de comer” en el lugar en donde estuvo cautiva; otro más era el que “se habían encontrado en su poder las joyas” que la familia había entregado por la libertad de aquella víctima, y, finalmente, la “identificación” de un testigo de cargo quien sostiene haberla visto dentro de un vehículo junto a cinco personas más, a las diez de la noche, en la ciudad de Taxco, Guerrero.
Es hasta ahora, derivado de la denuncia que interpuso en el año 2014, que se sabe a ciencia cierta, que los agentes del grupo “antisecuestro” que llevaron a cabo su detención en 1998 falsearon los hechos al señalar que la habían detenido el 10 de enero de aquel año siendo que desde cuatro días antes ya la tenían en su poder, y que fueron ellos los que indujeron a la víctima a señalarla como la persona que le daba de comer. De haberla dejado en libertad, María Luisa los habría denunciado y otra hubiera sido la historia.
Es hasta ahora que se ha identificado el origen de las lesiones físicas y psicológicas que aún padece la señora María Luisa como consecuencia directa del tormento al que fue sometida por los policías captores, esto a través de un estudio de alta especialización que pudo identificar las consecuencias de aquél vejamen, pues las huellas que deja un acto de tortura no desaparecen con el tiempo, sino que quedan en la memoria del cuerpo de la víctima que el especialista encuentra de forma irrefutable.
En cuanto a que las joyas recuperadas por la Procuraduría desde el mes de septiembre de 1997 habían sido halladas en poder de María Luisa, hoy se sabe con certeza que desde medio año antes de la detención de María Luisa, la Procuraduría había rescatado las aludidas joyas en la Ciudad de Iguala, esto al detener en Xochitepec, Morelos, a una banda de plagiarios relacionados con el secuestro del menor Bucio, (que era la misma banda que había plagiado meses antes a Sara Saskia), esta es la razón por la cual, desde mucho antes de que María Luisa fuese detenida ya las joyas estaban en poder de la autoridad investigadora, por lo tanto, no pudieron ser halladas en su poder, como allá se dijo por quienes juzgaron el caso.
Lo que hay que resaltar aquí, es que esa banda no fue imputada por el delito cometido en contra de Sara, sino que esa conducta delictiva fue atribuida a María Luisa y “pagada” por esta, que nada tenía que ver con el plagio de Sara.
Por lo que respecta al señalamiento de un testigo en contra de María Luisa, según el cual, pudo verla en la Ciudad de Taxco, Guerrero, ahora se ha puesto al descubierto que se trata del típico testigo de coartada, inventado en el proceso para incriminar sin causa legal, lo que pudo ponerse de manifiesto al aplicarse un estudio especializado, minucioso y con alto estándar científico que destruye una a una las razones que adujo para sostener haber identificado a María Luisa en las condiciones que sostuvo.
Nada hay, a esta altura, prueba o evidencia que sostenga de forma racional que María Luisa haya intervenido en el delito por el que fue condenada a treinta años de prisión y de los cuales pasó 25 en la prisión estatal, quedando establecido de forma irrefutable, en cambio, que fue sentenciada sobre bases que hoy se han revelado falsas.
Más aún, ha sido la propia Sara Saskia, supuesta víctima de María Luisa, quien a través de una carta hecha pública el 3 de mayo de este año en el diario El Universal (por conducto de Saskia Niño de Rivera, que preside la asociación Inserta), quien ha desmentido la versión acerca de que María Luisa haya intervenido en el plagio que sufrió al sostener que cuando acudió a la Procuraduría General de Justicia del Estado nunca la señaló como la persona que interviniera en su secuestro, sosteniendo que ella misma fue violentada por los agentes policíacos, de ahí que por temor tuvo que huir del país.
Ahora bien, si se cuestiona la capacidad delictiva de los agentes del grupo “antisecuestro”, debe indicarse que las narrativas periodísticas de aquella época —1998— hablan de que, efectivamente, se trataba de un grupo de agentes corrompidos, inmiscuidos ellos mismos en delitos de alto impacto, que destruyeron la vida de muchas personas inocentes, una de las cuales, fue precisamente María Luisa, quien pasó los mejores años de su vida -de los 23 a los 49 años- en una prisión, sin haber cometido delito alguno.
Qué más pruebas quieren que el hecho de que el jefe de ese grupo esté purgando una condena en un penal federal, y que haya infinidad de denuncias en su contra por la fabricación de delitos.
Hoy, los magistrados de la Sala Auxiliar del TSJ, tienen la oportunidad de —además de aplicar la ley— hacer justicia en favor de una mujer que ya no busca su libertad, sino limpiar su nombre, al resolver el recurso promovido por segunda ocasión por su defensa particular.
En caso de que le vuelvan a negar la solicitud de reconocimiento de inocencia, no le quedará otra salida a la señora María Luisa, que recurrir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que a su vez la remitirá a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para que —en unos diez años más— condene al Estado Mexicano a reconocer su inocencia, indemnizarla y pedirle una disculpa pública. Ello, para vergüenza de todos los juzgadores que han conocido de este caso durante los 25 años que lleva.
HASTA MAÑANA.