El pasado miércoles 25 de octubre tuvimos la oportunidad de asistir al Senado de la República a escuchar dos interesantes ponencias como parte del foro denominado “La Imagen, Personalidad y Ética de la Sociedad ante la Inteligencia Artificial” organizada por la Asociación Nacional de Intérpretes (ANDI) y la senadora Alejandra Lagunes.
La primera fue dictada por el coordinador académico del Posgrado de Comunicación de la Universidad Anáhuac, Jorge Hidalgo Toledo, y la segunda fue impartida por el abogado Raúl Ávila Fernández, experto en derechos de autor.
Para quienes no están empapados del tema, les explicaremos que la Inteligencia Artificial se define como la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano. Una tecnología que todavía nos resulta lejana y misteriosa, pero que desde hace unos años está presente en nuestro día a día a todas horas.
Hace tiempo que la inteligencia artificial abandonó el espectro de la ciencia ficción para colarse en nuestras vidas y, aunque todavía en una fase muy inicial, está llamada a protagonizar una revolución equiparable a la que generó Internet. Sus aplicaciones en múltiples sectores —como salud, finanzas, transporte o educación, entre otros— han provocado que la Unión Europea desarrolle sus propias Leyes de la Robótica.
En los hogares actuales, a la gente le encanta tener altavoces inteligentes y asistentes de voz. Según un reciente estudio de Nielsen, ya solo analizando el caso en los Estados Unidos, el 24 % de los hogares cuentan con un altavoz inteligente como Google Home o Amazon Echo. Estos asistentes, que utilizan el procesamiento de lenguajes naturales (PLN) para interpretar las órdenes por voz y responder a ellas, te permiten reproducir música con una orden, te recuerdan que tires la basura o que les leas a tus hijos un cuento de buenas noches.
Hasta ahí pareciera que la IA está llena de bondades, y eso que no hablamos de las ventajas que tienen los médicos que la utilizan para diagnosticar enfermedades o para realizar cirugías.
Como ha ocurrido en la mayoría de los inventos de la humanidad, quienes los desarrollaron lo hicieron pensando en utilizarlo para el bien, sin embargo, los mismos seres humanos se han encargado de encontrarle utilidad en cuestiones ilícitas, casi siempre vinculadas a la obtención de ganancias monetarias.
Le pongo dos ejemplos recientes del mal uso de la tecnología:
El pasado 16 de octubre el Instituto Politécnico Nacional anunció la expulsión de Diego “N” luego de que alumnas denunciaran que el estudiante tenía más de 20 mil fotografías de las estudiantes editadas con Inteligencia Artificial para hacerlas parecer desnudas. Ayer, el jefe de Gobierno Martí Batres, informó de la detención de Diego, para ponerlo a disposición del Ministerio Público.
El otro caso, mucho más cercano, tiene que ver con los audios difundidos en internet en los que se escucha la voz de uno de los contendientes en el proceso interno de Morena dando indicaciones a un subordinado de emprender guerra sucia en contra de una de sus competidoras.
En otro, se escucha a Margarita González Saravia hablando por teléfono con quien parece ser el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Antonio Sánchez Purón, en donde supuestamente acepta que está recibiendo la ayuda de Graco Ramírez.
Hasta antes de este miércoles, nosotros habríamos jurado que se trataba de conversaciones auténticas, sin embargo, en este foro que organizó el Senado los especialistas nos explicaron que sí pueden crear una conversación “de la nada”.
La inteligencia artificial es capaz de crear audio, imagen y hasta video con tan sólo unas muestras de voz e imágenes de una persona. Muchos usuarios de Facebook han utilizado esta aplicación que los hace aparentar 20 años menos y la imagen es bastante convincente.
El propósito del Foro (que encabezó el presidente de la ANDI José Elías Moreno y que contó con la participación del contador público y abogado Roberto Coranguez Esquivel) fue precisamente analizar las connotaciones jurídicas de las obras realizadas con la llamada “Inteligencia Artificial”.
Y es que, según explicaba el abogado Raúl Ávila, hay gente que cree que una creación artística, ya sea musical o de video, creada mediante IA no puede ser reclamada por el artista o sus deudos.
Es como suponer que, en el caso del estudiante antes mencionado, no pueda ser castigado penalmente porque la ley sanciona la distribución de fotografías de personas desnudas (lo que se llama la Ley Olimpia), sin embargo, en este caso no son fotografías, sino figuras creadas “de la nada”.
Ahora bien, suponiendo que las llamadas telefónicas en las que involucran a personajes de Morena realmente hayan sido 100 por ciento inventadas, ¿se imaginan lo que se viene en las elecciones constitucionales del 2024?
Por otro lado, también hay que verle el lado opuesto: si hay un video o audio que comprometa a tal o cual candidato, ya podrá echarle la culpa a la inteligencia artificial y asunto arreglado.
En materia legal, los aspectos más preocupantes en este escenario son: quién debe tener la última palabra en caso de discrepancia entre la máquina y el humano; qué grado de responsabilidad debe tener el humano en caso de fallo del sistema de inteligencia artificial; y, finalmente, no debe soslayarse que la inteligencia artificial en sí misma no debe utilizarse únicamente como medio para incrementar la productividad, sino también para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores.
Todos estos son solo algunos ejemplos de hacia dónde debe dirigir la mirada el Derecho cuando se trata de juzgar a una inteligencia artificial. Los problemas a los que se enfrenta actualmente dejan además entrever las importantes necesidades normativas que existen con relación a esta materia.
“Lo bueno es que ya tenemos el camino andado, hace 23 años estábamos preocupados porque no sabíamos qué pasaría con la entrada del Internet, y sobrevivimos, ahora el reto es convivir con la Inteligencia Artificial”, dijo uno de los participantes.
Es necesario garantizar que la traslación de los resultados de las investigaciones técnicas de inteligencia artificial a la realidad social y empresarial se produzca en un marco jurídico adecuado. Un marco que permita arbitrar un entorno seguro y libre de amenazas indeseadas para los usuarios de los productos y servicios derivados de la inteligencia artificial, de modo que, a su vez, se genere un clima de confianza y de aceptación social de estas tecnologías.
Para finalizar, un poco de humor relacionado con el tema de hoy:
—Te preocupas por el avance de la Inteligencia Artificial?
—No, me preocupa más el retroceso de la inteligencia natural.
HASTA EL LUNES.