En las últimas semanas hemos escuchado y leído mucho la palabra “competitividad”, definida por la Real Academia Española como “la capacidad de competir” y que otros diccionarios definen como “aquella capacidad que posee un individuo para posicionarse por delante de sus competidores”. En términos políticos, podríamos decir que la competitividad justifica cualquier decisión de un partido para la designación de sus candidatos a cargos de elección popular.
Uno de los primeros personajes en mencionar esa palabra fue Jorge Messeguer, quien hasta hace unas semanas presumía que los integrantes del Frente Amplio por Morelos eran “promotores de un proceso ciudadano, con legitimación ciudadana”.
Después, a pregunta expresa de cuál era su “gallo”, contestó que “sea hombre o sea mujer, yo voy con quien el Frente Amplio Morelos pueda ser competitivo y ganar el 2024, así de claro”. Al confirmarse la llegada de Lucía Meza Guzmán, Messeguer se dijo complacido porque ella es una persona “muy competitiva” que seguramente atraerá a muchos morenistas al Frente.
Y esa fue la justificación de los consejeros del Partido Acción Nacional que el lunes por la tarde se reunieron con Meza en el Hotel Gamma de avenida Domingo Diez, a pesar de que no estaba en el orden del día que mandó su lideresa estatal Dalila Morales.
Fue ella quien, un mes antes, había declarado a los medios de comunicación que todavía no era un hecho su inclusión en el Frente.
“Estamos trabajando, es todavía un tema de mesas, prácticamente poder conciliar con los demás partidos políticos que se están sumando... el reto es que llevemos a los mejores y a las mejores, presentar propuestas que en su momento puedan generar bienestar en cada uno de los municipios, en cada una de las diputaciones locales, en cada una de las diputaciones federales y en todos los cargos que prácticamente se estarán jugando rumbo al 2024", dijo.
La postura del PAN ante los demás partidos es que —haiga sido como haiga sido, diría Felipe Calderón—, el blanquiazul es el segundo partido con mayor representación en Morelos, aunque la distancia con el primer lugar (Morena) sea abismal. Bajo esa tesitura, no podían ser tratados como el PRI, que está en franco camino a su desaparición, o el PRD que incluso en Morelos no tiene registro.
El pasado 16 de noviembre estuvo Santiago Creel en Cuernavaca. Se reunió en El Madrigal con Dalila, dos de los hermanos Terrazas y el presidente municipal de Cuernavaca, José Luis Urióstegui. Ahí fue donde “marcó la línea” del PAN para las próximas elecciones.
En su boletín del 20 de noviembre, Dalila Morales recalcó que “en Acción Nacional creemos que una verdadera alianza, no solo debe ser testimonial, si no debe garantizar posibilidades reales de victoria, para poder cumplir con las expectativas de un proyecto distinto, que mejore la calidad de vida de las y los morelenses”.
Y al otro día, Dalila estaba sentada a la derecha de la senadora Meza en la conferencia de prensa que ofrecieron en el restaurante Casa Hidalgo. Un dato interesante sería saber quién pagó la cuenta de ese evento. ¿Lo pagó la senadora como muestra de agradecimiento? ¿Hay un fondo financiero en el Frente Amplio por Morelos para ese tipo de gastos?
Aunque parezcan nimiedades, un aspecto importante de las campañas en las que participan en coalición o con candidatos comunes, es la repartición de los gastos, porque ahí comienzan las inconformidades o los “piquetes de ojos”. De verdad, por el bien de Morelos, esperamos equivocarnos, pero la lógica política nos dice que antes de que empiecen las campañas los partidos políticos que integran el Frente Amplio se estarán peleando por las escasas prerrogativas a las que tendrán acceso.
Y en esas lides los hermanitos Martínez Terrazas tienen fama de desaparecer los dineros para gastos de campaña, y hacer menos a los partidos con los que están compartiendo candidato o candidata.
Pero volviendo al tema de la competitividad, donde deben tomar muy en cuenta esa característica es en el equipo de enfrente. En Morena, creen que con una foto con AMLO o con Claudia Sheinbaum ya aseguraron una candidatura.
Algunos morenistas creen que con pagar una pauta en Facebook con un video casero donde expliquen quienes son y a qué se dedican ya no necesitan más promoción para ser tomadas en cuenta.
Una buena referencia para saber quienes son los candidatos competitivos y cuáles no conocen ni en su casa, es la votación para la elección de coordinadores distritales, delegados al Congreso Nacional y Estatal y Consejeros estales de Morena, cuya copia nos fue proporcionada.
Ahí aparecen los actuales diputados federales, locales, presidentes municipales y regidores que seguramente van a exigir candidaturas en las elecciones de junio del 2024, pero que no obtuvieron ni 20 votos en ese proceso interno del 31 de julio del 2022. De los legisladores, salvo Ambrosio Gachuz y Ariadna Barrera, todos perdieron.
La dirigencia estatal de Morena debe ser muy cuidadosa en enviar a competir a aquellas personas que realmente tengan una representatividad, que sean conocidos en su comunidad, y que durante los cargos que se han desempeñado ayudaron a la gente y no solamente se dedicaron a tomarse selfies.
Porque no hay que perder de vista que difícilmente tendremos una nueva ola morena como la del 2018 cuando la gente votó por AMLO y por todos los candidatos de ese partido. De hecho, las estadísticas serias vaticinan que Claudia Sheinbaum va a ganar, pero no con la cantidad de votos que lo hizo el hoy presidente.
Mucha gente apuesta a la desmemoria de los votantes y quiere volverse a subir a esta enorme locomotora que es el partido Morena, y que la población no va a acordarse de su rostro, cuando hace algunos años, con otros colores y siglas, acudió a pedir el voto y nunca regresó. Esas personas pueden llevarse una gran sorpresa.
HASTA MAÑANA.