En el futbol se llama “Draft” o “Mercado de Piernas” y es la etapa previa al inicio de un campeonato. Consiste en que los representantes de todos los equipos venden y compran jugadores, pero para saber si lo hicieron correctamente tienen que esperar a que termine el torneo y ver en qué lugar de la tabla quedaron, o si fueron campeones.
Lo mismo ocurre en estos momentos en Morelos y en todos los estados donde habrá elecciones en junio del 2024. Los franquiciatarios de los partidos ya comenzaron a salir en busca de aquellos candidatos que les resulten más redituables.
Tanto en términos futbolísticos como electorales, una buena adquisición es aquel elemento en el que se gasta lo menos posible y la ganancia es muy superior. Un jovencito “canterano” que casi paga para jugar en primera división y que se conforma con verse en las primeras planas de los periódicos, pero que resulta el campeón de goleo, es una verdadera joya para los que se dedican al negocio del futbol.
En cambio, si contratas a un jugador con mucho renombre, pero resulta que por la edad ya no da el ancho, o que incluso a media temporada se lesiona, es una pésima adquisición.
Tanto en el draft deportivo como en el mercado electoral existe una figura singular. En los deportes se llama “agente” en tanto que en la política se llama “operador”, y generalmente es quien se lleva la mayor ganancia en este tipo de transacciones. También les llaman “coyotes” cuando sus formas de trabajo no soy muy ortodoxas.
Y es que este tipo de personajes, cuando carecen de escrúpulos suelen hacer algunas trampas para beneficiarse de la venta de un jugador. Son como los corredores de bienes raíces o los “brokers” en las casas de Bolsa.
Algo que ocurre con mucha frecuencia en el “mercado de piernas” es que el intermediario “infla” intencionalmente al jugador que está ofreciendo para obtener así un precio más alto. Una portada en una revista especializada o una entrevista en televisión; o un hashtag en redes sociales donde se diga que “ha nacido el nuevo Pelé”, es perfecto para impresionar a los dueños de los grandes equipos y que suelten la dolariza.
En la política pasa exactamente igual. Lo peor es que los partidos políticos se dan cuenta de ello hasta que se dan las elecciones y descubren que su candidato no ganó ni en su colonia.
Y de la misma manera que en el futbol todos quieren “ser fichados” por el equipo que ganó el campeonato anterior, en la política todos quisieran ser candidatos del partido político que arrasó en las pasadas elecciones, lo que no siempre significa que en esta ocasión vaya a arrasar en las urnas.
En ese caso está el partido político denominado Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el cual ganó hasta sin candidatos o con candidatos presos en el 2018. Todos sabemos que esa ola (o más bien tsunami) la provocó el candidato a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, y que se mantuvo en el 2021.
Sin embargo, Morena se está dando el lujo de “darse a desear”, y no acepta candidatos que no hayan hecho méritos para ello. Van a estar muy peleados esos lugares y hasta podría haber zafarranchos con tal de obtener el derecho a competir por una presidencia municipal o una diputación, ya sea local o federal.
Con el resto de los partidos sucede al revés. Todos andan buscando “candidatos redituables” que les garanticen un buen número de votos que les permitan mantener el registro y proveerles de regidurías y diputaciones plurinominales.
Veremos cuáles partidos salen al escenario político en los próximos días en busca de buenos “fichajes”, y seguramente también tendremos la aparición de personajes que solamente vemos cada tres años, y que presumen tener arrastre sin importar el partido político que representen. Son los mercenarios de la política, que no tienen una ideología definida y sólo buscan las prerrogativas de los partidos.
A esos, tanto en el futbol como en la política se les llama “cartuchos quemados”.
Si usted, estimado lector, es de los que acostumbra a desayunar en restaurantes, haga un ejercicio de observación política: un día desayune en Los Vikingos, otro día en Las Quintas, en El Faisán, en Los Arcos, y así por el estilo.
Observe quién está desayunando con quién. Verá que ahí están los presidentes de partidos o sus “operadores” tratando de convencer a aquellas personas que pudieran ser “candidatos de alta rentabilidad”.
Si se acerca un poco, escuchará frases como “el partido va muy bien, la gente ya está cansada de los mismos de siempre”, pero también se puede dar cuenta de cómo el aspirante a candidato “se da su taco” y menciona que ya lo han buscado “varios partidos” y está analizando cuál le conviene.
Ni una cosa ni la otra. Ambos están haciendo su juego. En realidad, la gente está harta de los partidos políticos y difícilmente hay personajes que representen una garantía de triunfo.
Ahora con la proliferación de las redes sociales esto es una locura, sobre todo porque cualquier ciudadano puede abrir una “fanpage” de Facebook con un nombre que parezca medio de comunicación y desde ahí soltar rumores o barbaridades.
La recomendación, estimado lector, es que no crea totalmente lo que se dice en estos medios a menos que conozca a la persona que está atrás de ellos, porque puede ser que ocurra uno de estos casos:
- A) Que un partido político “destape” a alguien para ver cómo reacciona la gente.
- B) Que quien lo “destape” sea otro partido político que se sintió desplazado por el primero.
- C) Que sea un “autodestape” para presionar al partido que le está ofreciendo la candidatura para que no se vaya a echar para atrás.
- D) Que sea un bromista que sólo quiere ver cómo reacciona la gente facebookera.
Todo esto se da cada tres años en condiciones más o menos similares. Sin embargo, en esta ocasión el proceso electoral de junio del 2024 tendrá un ingrediente nuevo: la Inteligencia Artificial.
Resulta que ahora ya la tecnología puede hacer que cualquier persona diga o haga lo que le ordenan; ya se pueden crear conversaciones completas de supuestas llamadas interceptadas. Esto sin duda que va a acrecentar la guerra sucia entre partidos políticos. Sin embargo, también se le puede ver una ventaja: si te descubren en una llamada comprometedora, ¡podrás echarle la culpa a la inteligencia artificial!
HASTA MAÑANA.