Especialistas en ingeniería hidráulica coinciden en que la escasez de agua es una realidad que requiere de atención urgente. México ya enfrenta desafíos por la falta del recurso, pues a lo largo de las últimas décadas las sequías se han intensificado, principalmente en las regiones norte y centro del país. Morelos no es la excepción.
En los próximos años, este problema adquirirá una relevancia aún mayor, pues afectará la vida urbana de maneras que aún no podemos comprender. En el ámbito global, la crisis del agua no conoce fronteras, pero es en las grandes metrópolis donde sus efectos son más palpables.
El acceso limitado a agua potable no es sólo una incomodidad, es una amenaza directa para la salud pública y la seguridad alimentaria. Afectaciones que pueden poner en jaque el desarrollo económico de las ciudades, ya que el funcionamiento de las actividades económicas está intrínsecamente ligado a la disponibilidad de agua, e ignorar esta realidad podría tener consecuencias de largo alcance.
En la Ciudad de México, la rápida urbanización y la gestión descuidada de nuestros recursos hídricos nos tienen en un punto crítico. La ciudad concentra a millones de personas, y por su ubicación geográfica es particularmente vulnerable ante la sequía y la variabilidad climática al igual que la metrópolis sudafricana, con la diferencia de que nosotros no podemos construir plantas de desalinización de emergencia para el suministro de agua.
Uno de los factores más preocupantes es la reducción y variación en las precipitaciones. De acuerdo con datos de la Conagua (Comisión Nacional del Agua), en junio de 2023 a nivel nacional llovió 61 % menos en relación con el promedio del mismo mes de 1991 a 2020. ¿La razón? La tercera ola de calor del año que afectó a la mayor parte del país del 1 al 22 de junio de 2022. Esta provocó una importante disminución de lluvias y es considerada como la más extensa y severa ola de calor de los últimos años.
Esto impactó a las principales presas del país, que hoy se encuentran en promedio a 44.6 % de su capacidad. Las presas de Morelos, San Luis Potosí y Querétaro enfrentan niveles particularmente bajos, de 13.0 %, 12.7% y 7.1 % respectivamente.
Los recortes en los fondos económicos anunciados para el próximo año, una disminución de 12,6% con respecto a la dotación que le fue asignada al organismo en el 2023, han generado la alerta en la comunidad de expertos.
“En el 2017 se hizo una reducción del 40%, la más baja de la década, que se mantuvo en tendencia hasta el 2022. En el contexto actual que enfrentamos, con los sistemas hídricos presionados por sequías particularmente severas, esta nueva disminución presupuestaria difícilmente asegura una mejor gestión del agua”, expone Sandra López, especialista en Energía y Medio Ambiente del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
“Este año hemos sufrido tres olas de calor y las presas están por debajo de sus niveles de capacidad. Es para preocuparse mucho”, apunta.
Juan Carlos Valencia Vargas, ex titular de Conagua y Ceagua, afirma que desafortunada y paradójicamente, la mayor cantidad de población y actividad económica se tiene en cuencas donde tenemos la menor disponibilidad natural de agua, lo que ha dado como consecuencia que 8 de las 13 regiones hidrológico-administrativas en que se ha dividido al país, tengan un estrés hídrico alto que pone en riesgo su capacidad de crecimiento y su desarrollo sostenible. Justo la del Valle de México, tiene un estrés hídrico que supera el 141%, un caso atípico y extremo a nivel mundial.
“Esa presión sobre el agua ha traído diversas consecuencias, una de ellas es la sobreexplotación de acuíferos, que ha crecido de 20 acuíferos sobrexplotados en 1975 a 105 en la actualidad. Es decir, en 50 años se quintuplicó el número de acuíferos sobrexplotados. Otra consecuencia evidente de la presión sobre el recurso ha sido el incremento de la contaminación de nuestros cuerpos de agua. Ríos, lagos y acuíferos contaminados son evidentes a lo largo y ancho de nuestro país”, escribió el ex funcionario.
Y los escenarios no son favorables, hacia el 2050, la población mundial habrá crecido en alrededor de 2,000 millones de personas y la demanda de agua aumentará hasta el 30%, según estimaciones de la ONU.
Los desafíos son inmensos. La salud, la alimentación, la energía, la economía, el medio ambiente, el desarrollo sostenible dependen del agua, de su disponibilidad y de su calidad, por eso se requiere hacer una gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos. El reto es garantizar el derecho humano de todas las personas al agua y el saneamiento.
“Por el bien de México, se requiere de una política pública de gran visión y largo alcance. La Ley General de Aguas que debe promulgarse en meses próximos, esta representa una gran oportunidad para reorientar los esfuerzos, o para darle el tiro de gracia a la gestión del agua, los tiempos políticos no ayudan”, señala Valencia Vargas.
Y en eso tiene razón. La política viene a descomponerlo todo. Pudiéramos poner como ejemplo que Moisés Agosto Ulloa, primer secretario ejecutivo de la Comisión Estatal del Agua de la presente administración, realizó un diagnóstico muy apegado a la realidad en un documento de 56 hojas denominado “Programa hídrico de Morelos 2019-2024” (Programa_estatal_hidrico.pdf (morelos.gob.mx) en el que contemplaba una serie de acciones y programas para solucionar los graves problemas de este rubro en la entidad. Sin embargo, en 2021 abandonó el cargo para ir en pos de la presidencia municipal de Cuautla. No ganó, y tampoco regresó a concretar el programa que había iniciado.
Entró en su lugar Jaime Juárez López, quien iba bien hasta que alguien le dijo que podía ser el próximo presidente municipal de Cuernavaca, por lo que dedicó tiempo y dinero a ese proyecto político, descuidando el gravísimo problema del vital líquido en Morelos.
Y así sucesivamente. Algo tiene esa dependencia que hace soñar a los titulares con cargos políticos. El propio Juan Carlos Valencia Vargas, titular de Ceagua en el sexenio de Graco Ramírez, compitió para ser alcalde de Cuautla y sólo fue a hacer el ridículo.
HASTA MAÑANA.