Durante dos años y cinco meses todo fue “miel sobre hojuelas” en el Cabildo de Cuernavaca. Aunque había oposición, las grandes decisiones siempre se tomaron por consenso y el presidente municipal José Luis Urióstegui Salgado les dio su lugar a los regidores. Las fotos de las principales obras e inauguraciones de programas son el mejor testimonio de lo bien que caminaba el Cabildo. Hasta que inició el proceso electoral.
Recordemos que el Cabildo de Cuernavaca está conformado por 13 miembros con voz y voto, de los cuales 11 son regidores, una síndica y el presidente municipal. De éstos, el Partido Acción Nacional (al que pertenece el alcalde y la síndica) en un principio tenía tres regidores, Morena tres, y de ahí Fuerza por México, PRI, Movimiento Alternativa Social, Partido del Trabajo y Partido Socialdemócrata con uno cada instituto político.
Con los cinco del PAN, su aliado PSD y Fuerza por México, fácilmente Urióstegui hubiera podido “mayoritear” a la oposición en todas las sesiones de Cabildo, pero —fiel a su estilo conciliador y pacifista— el edil mantuvo una política de inclusión y caballerosidad con aquellas y aquellos provenientes de siglas y colores diferentes.
Uno de sus principales aliados era el ex diputado priísta Víctor Hugo Manzo Godínez, quien al provenir de un partido que desapareció (el Fuerza por México, que el empresario Pedro Haces había fundado como satélite de Morena) no tenía compromisos con nadie. Nunca faltaba a las inauguraciones y siempre se ponía al lado del alcalde para salir en la foto.
Pero el que literalmente era como su perro guardián era el panista Fernando Carrillo, quien lo seguía para todos lados y era el que defendía “los intereses de la Corona” por así decirlo.
Y es que la relación del presidente se vio desgastada después de aquel fatídico 7 de junio del 2022, cuando el puente colgante del Paseo Ribereño se vino abajo con casi todo el Cabildo. La regidora Patricia Torres sufrió fractura de su pie y tardó muchos meses en recuperarse. A la fecha tiene que usar un bastón. Pero esa desgracia le sirvió para hacerse popular —al grado que se inscribió como aspirante a la presidencia municipal— con un video muy bien elaborado en el que narra cómo estuvo a punto de morir por esa caída. “Alguien nos quiso matar”, declaró en una conferencia de prensa que hizo para reclamar que el Ayuntamiento no quiso hacerse cargo de la totalidad de sus gastos médicos.
De hecho, la primera sesión en la que hubo fricciones fue en el Cabildo abierto que se realizó en el poblado de Chamilpa, cuando la regidora Torres, mediante una intervención vía Zoom, dio a conocer que su estado de salud aún es delicado por lo que queda imposibilitada para seguir desempeñando su cargo, fue por ello que frente a los miembros del Cabildo y servidores públicos anunció su separación temporal del cargo.
Durante el cabildo algunos presentes traían carteles en apoyo a la regidora, por lo que el entonces regidor panista exigió que dejaran de utilizar al Cabildo para favorecerse de manera personal y politizar los eventos del municipio.
Ante estas declaraciones, el regidor por Morena, Jesús Rosales, mencionó que la solicitud de la regidora es legítima y calificó como lamentable e incongruente la participación de Fernando Carrillo -refiriéndose a no politizar los asuntos- y le recordó al regidor blanquiazul que no se le olvidara quién fue el secretario responsable, pues el extitular de la Secretaría de Desarrollo Sustentable y Servicios Públicos, Pablo Aguilar Ochoa, era de las filas del PAN, y que fue él quien invitó a los miembros del Cabildo a cruzar el puente colgante, poniéndolos en riesgo, por lo que el alcalde intervino reconociendo que el secretario está separado de su puesto y que nadie de los destituidos sigue ejerciendo el cargo.
No volvió a darse otro álgido debate al interior del Cabildo hasta el pasado 28 de febrero, cuando los regidores morenistas (Patricia Torres, Debendranath Salazar y Jesús Tlacaelel Rosales Puebla) se aliaron con regidoras y regidores de otros partidos para exigir la destitución del presidente de la Comisión de Hacienda, el panista Víctor Adrián Martínez Terrazas, argumentando falta de transparencia en su manejo. El alcalde no lo defendió, y pidió que se sometiera a votación.
Al hacer el conteo de votos el secretario del Ayuntamiento, Carlos de la Rosa Segura, se dio cuenta que había siete manos levantadas, por lo que eran mayoría. Una de ellas era la de Fernando Carrillo.
Sí, el “perro guardián” del alcalde se había cambiado de bando.
Esto tiene su origen en un capítulo del que ya hemos comentado en esta columna. El 17 de enero pasado, Fernando Carrillo dijo a los reporteros que cubrían las actividades del Ayuntamiento capitalino, que tenía un pronunciamiento muy importante qué hacer.
Y ante la mirada atónita de los periodistas que lo vieron crecer políticamente a la sombra de los hermanos Terrazas, el regidor anunció su salida del PAN porque no está dispuesto a seguir perteneciendo a un partido que tiene sometido al alcalde a los caprichos de su regidor Adrián Martínez Terrazas.
“Concluiré la Regiduría en una forma digna como regidor ciudadano; no aspiro a ningún cargo público, lo hubiera hecho por Acción Nacional pero la esencia democrática de mi partido se ha perdido por el dedazo de los Terrazas”, dijo al borde de las lágrimas.
Bien dicen que la venganza es un platillo que se come frío, y seguramente Fernando Carrillo disfrutó mucho el haber levantado la mano para destituir al que le retiró todo el apoyo en su carrera política.
Luego vino una polémica suspensión provisional del acto reclamado otorgada por la secretaria de acuerdos en funciones de magistrada del Tribunal de Justicia Administrativa, Hilda Mendoza Capetillo, con lo que quedó sin efectos la destitución.
Sin embargo, lo importante de todo lo anterior, es visibilizar que ya hay un bloque opositor al interior del Cabildo de Cuernavaca. Son siete votos que pueden hacerle la vida de cuadritos a Martínez Terrazas y de manera colateral al propio presidente Urióstegui.
De hecho, Urióstegui Salgado quedó como rehén de un conflicto casi personal entre los hermanos Terrazas y Fernando Carrillo. No debería tener tanta importancia, pero las venganzas entre los dueños del partido y un subordinado pueden ser determinantes en la situación por la que atraviesa el alcalde, quien tendrá que decidir en los próximos días si pide licencia como edil para dedicarse de lleno a su campaña en busca de la reelección.
¿Se imaginan lo que pueden hacer estos siete regidores en los siete meses que queda de la administración?
HASTA MAÑANA.