Si es cierto como dicen las autoridades estatales que tienen todo un sistema de inteligencia para identificar los municipios donde existe más riesgo de violencia con motivo de las próximas elecciones del domingo dos de junio, indudablemente que en los primeros lugares tiene que estar el municipio de Temixco, donde están dadas las condiciones para que en cualquier momento ocurra algo fatídico con consecuencias político-electorales.
El primer antecedente que se debe tomar en cuenta es que en Temixco asesinaron a la alcaldesa Gisela Mota Ocampo la mañana del 2 de enero de 2016, aproximadamente a las 7:15 horas, cuando un grupo de personas armadas y encapuchadas ingresaron por la fuerza al domicilio de la alcaldesa en la colonia Pueblo Viejo de Temixco.
La madre de Gisela (hoy presidenta municipal con aspiraciones a reelegirse), relató que los sujetos llevaron a su hija a la sala de su casa y ahí la asesinaron de varios disparos. Los sospechosos escaparon en una camioneta, lo que dio inicio a una persecución y un enfrentamiento con policías locales donde morirían dos de los delincuentes.
Los demás irían muriendo poco a poco —ejecutados— hasta que ahora ya no hay nadie que pueda decir quién los contrató. Eran unos chamacos que no sabían ni a quién iban a matar.
A pesar de que todo Temixco sabía que Graco Ramírez no quería que Gisela Mota fuera la candidata del PRD, pues ella militaba en el ala del entonces senador Fidel Demédicis, supo aprovechar muy bien los reflectores a nivel nacional.
El entonces gobernador señaló que el crimen fue realizado por Los Rojos, célula delictiva del Cártel del Golfo, para mandar un mensaje en contra del Modelo de mando Único. “Gisela Mota reiteró su respaldo a la coordinación mediante el modelo de Mando Único para cerrar el paso a la delincuencia (…) este artero crimen es un mensaje de la delincuencia organizada contra la implementación del Mando Único, en Morelos no vamos a ceder” dijo el tabasqueño.
Además, en una entrevista radiofónica, dijo que también se indagaba al ex presidente municipal de Temixco, Miguel Ángel Colin, quien ocupó el cargo previo a que asumiera Gisela Mota.
Alberto Capella, entonces comisionado de Seguridad Pública, le mandó una tarjeta informativa a Héctor de Mauleón y a Francisco Zea donde les daba la primicia de que el verdadero móvil era que Gisela le había dado la concesión del corralón municipal a su pareja y principal financiador de su campaña, el empresario Fabian Real Maldonado, quien sería ejecutado hace algunos meses “con el sello del narco”.
De acuerdo a la carpeta de investigación a la que tuvo acceso este columnista, la familia de Gisela reclamó la desaparición de un millón de pesos en efectivo que la alcaldesa tenía guardados en su recámara y que desaparecieron el día del levantamiento. Un perito de la Fiscalía fue procesado por ese delito.
Por ministerio de Ley fue el síndico Gerardo Hurtado quien asumió la presidencia hasta que la maestra Irma Camacho pudo hacer valer su derecho como suplente. Víctima de una enfermedad congénita, Irma Camacho nunca pudo ejercer plenamente su función, incluso existen pruebas de que el día que falleció fueron firmados algunos cheques.
Doña Juanita Ocampo ocupó interinamente la presidencia de Temixco, y desde entonces es asesorada por Carlos Caltenco, uno de los personajes más beneficiados con la imagen de Gisela Mota. Luego llegó Juana Jazmín Solano López, impulsada desde entonces por Javier García Chávez y Anastasio Solís, pero su administración se vio ensombrecida por la pandemia, de tal manera que cuando buscó la reelección, perdió con el entonces diputado Andrés Duque y la mamá de Gisela.
El trienio 2022-2024 ha transcurrido con algunas fricciones entre los protagonistas de esta historia que se mantienen unidos sólo por interés, pero “las patadas bajo la mesa” están a la orden del día, así como las indirectas en sus cuentas de Facebook.
El acuerdo era que Andrés Duque sería síndico y doña Juanita, presidenta; pero que al siguiente periodo el primero asumiría la candidatura a presidente. No obstante, de última hora doña Juanita insistió en su reelección y a Duque no le quedó otra que repetir en la Sindicatura.
Jazmín Juana Solano quedó como candidata a la diputación local; quizás le toque revisar las cuentas de doña Juanita y Caltenco.
Pero esa no es la principal preocupación de la candidata de Morena a la alcaldía de Temixco. La amenaza se llama Israel Piña Labra, mejor conocido como “El piña”, un ayudante municipal de la colonia Pueblo Viejo cuyo único mérito es ser propietario de una fábrica de paletas que se distribuyen por todo el estado, pero principalmente en su municipio.
Este joven profesionista fue detectado por los partidos que conforman la coalición Dignidad y Seguridad por Morelos, Vamos Todos, y lo convencieron de que fuera su candidato. Aunque no hay encuestas confiables, los sondeos que hemos hecho indican que tiene amplias posibilidades de sacar del edificio municipal a estas familias que ya tienen varios años de estar viviendo del erario.
Quisiéramos equivocarnos y que el proceso electoral transcurra con toda tranquilidad. Ojalá que quienes pierdan tengan la serenidad para aceptar la derrota.
SE NOS ADELANTÓ “EL NEGRO” LILINGTON.- Yo también pensé que era brasileño o descendiente de africanos cuando me lo presentaron como jefe de Redacción del periódico El Clarín cuando estaba en la calle Querétaro, y que al mismo tiempo era sede de la Alianza de Barrios. Juan Jaramillo (QPD), en su calidad de director administrativo fue quien le llevó a hasta su escritorio a un flacucho que apenas había cumplido 21 años. “Nos lo manda El Gancho Sámano”, le dijo Juani a aquel hombre de color serio, alto y fornido que nunca dejaba su cigarro y siempre tenía en el cajón de su escritorio una botella de Brandy.
Y como muchos de este gremio, el que esto escribe siempre recibió un buen consejo cuando estaba atorado con alguna nota, del buen Arturo Brito Lilington. Por eso nos duele su partida, y más en la forma como acabó: en la soledad.
Descansa en paz, maestro.
HASTA MAÑANA.