El problema no es que se reforme el Poder Judicial de la Federación, sino que se haga de esta manera tan apresurada y como resultado de un berrinche presidencial. Es una locura cambiar en tan poco tiempo a más de mil 600 funcionarios del PJF en todo el país que llegaron a través de exámenes y concurso de méritos, para sustituirlos por personas que no tienen que demostrar su capacidad profesional, sino sólo conseguir más votos que los demás.
A nadie le queda duda que hoy tenemos al presidente más terco de la historia, que no escucha a los expertos en el tema y que se rige por sentimientos personales (venganzas) e ideologías que ha ido adoptando básicamente de libros, porque ni siquiera es un hombre que haya recorrido el mundo y vivido de cerca los diferentes sistemas políticos.
Esa terquedad ha sido favorable para algunos sectores de la sociedad, por ejemplo, para los de la tercera edad. La idea de dar dinero a los jóvenes durante un año para que aprendan un oficio es excelente, pero no contaba con que hay vivales que se dedican a juntar patrones que se quedan con parte de ese dinero y jovencitos “huevones” que lo consienten a cambio de no hacer nada.
Esto último lo tenemos bien documentado y es parte de un reportaje que publicaremos próximamente.
Pero volviendo al tema de la Reforma Judicial, en su primera entrevista como presidenta electa, el 3 de junio pasado, Sheinbaum aseguró que, antes de debatirla en el Congreso, quiere que la iniciativa se conozca. Se hará “una discusión muy amplia” no sólo en sede parlamentaria sino en las universidades, entre gremios de abogados, los propios jueces y los trabajadores del Poder Judicial, señaló. “Ambos estuvimos de acuerdo en que sea así”, afirmó en referencia a López Obrador.
Al ser cuestionada sobre si aceptaría cambios al proyecto del actual presidente, dijo que eso se decidiría después de abrir el debate, pero afirmó que querría que fuera una de las primeras en ver la luz y que confiaba que se aprobara en septiembre o “por lo menos en los primeros meses” de su gobierno.
Pero inmediatamente el presidente dio una muestra de que él es quien manda y seguramente seguirá mandando. En su mañanera del miércoles pasado dio la orden: La reforma va. Y no hasta que llegue Claudia, sino ahora.
Así, en lugar de foros de discusión habrá “encuestas”. Hoy lunes seguramente ya tendrán tres ejercicios de estos que hemos hablado en otras ocasiones, utilizados por AMLO para justificar gran parte de sus decisiones.
Entre otras cosas, la reforma establece que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y los jueces y magistrados de los 32 circuitos del Poder Judicial Federal serán elegidos por voto popular. De aprobarse, en 2025 habrá una elección extraordinaria con 30 candidatos para nueve cargos de ministros de la SCJN (la reforma reduce su número de 11 a nueve) y seis candidatos por cada uno de los 1,635 cargos de magistrados y jueces. Para los ministros, el presidente propondrá 10 candidatos, la Cámara de Diputados cinco, el Senado cinco, y la SCJN 10. Para los magistrados y jueces, cada Poder (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) propondrá dos candidatos por cargo.
Los candidatos a ministros deberán tener un título de ¡licenciatura en Derecho! con 10 años de antigüedad y no haber sido funcionarios federales. Los actuales ministros no podrán postularse a la elección de los nuevos integrantes del Supremo. Los aspirantes harán campaña, tendrán acceso a espacios en radio y televisión para presentar sus propuestas y participarán en debates, pero no contarán con recursos públicos ni podrán recibir donaciones privadas para ello. Los comicios serán organizados y fiscalizados por el INE, que enviará los resultados de la elección al Senado y este, a su vez, al Tribunal Electoral, para que resuelva las impugnaciones de los comicios, califique el proceso y declare su validez.
Que en el 2025 los mexicanos de 18 o más años probablemente elijamos a nueve ministros de entre 30 candidatos no parece ser muy complicado. Pero lo que sí será extremadamente difícil será elegir a magistrados y jueces porque tendremos que escoger de entre 9,810 candidatos (seis para cada uno de los 1,635 cargos).
Solo en el primer circuito, que corresponde a la Ciudad de México, se elegirán 150 magistrados y 101 jueces de entre 1,506 candidatos (900 para el primer cargo y 606 para el segundo). ¿Cómo podremos conocerlos si la reforma sólo contempla que los candidatos a ministro de la SCJN aparezcan en radio y TV y participen en debates? ¿Cómo podremos saber quiénes son los mejor calificados? ¿Qué tipo de boleta de votación se diseñará para que aparezcan todos los nombres de manera legible?
En el circuito más pequeño, que es el trigésimo segundo en Colima, habría 78 candidatos, 36 para magistrados y 42 para jueces.
En resumen, la propuesta de AMLO coincide con los deseos de millones de mexicano que estamos hartos de juzgadores corruptos, pero no se resuelve de esa manera (además de que ya hemos visto que están llegando magistrados y magistrados con cero experiencia en los tribunales de Morelos).
Además de ser poco práctica y costosa, trae riesgos significativos: politización del Poder Judicial, corrupción y favoritismo, inestabilidad e ineficiencia por alta rotación. Además, puede aumentar la desconfianza pública por la percepción de parcialidad, falta de diversidad e inclusión, y afectar el desempeño judicial al enfocarse en popularidad y resultados a corto plazo.
Los nuevos magistrados de circuito y jueces federales podrán durar en su encargo nueve años, con la posibilidad de reelegirse uno o varios periodos adicionales. Los jueces que actualmente ostentan esos cargos pueden participar en la elección que organice el INE por voto popular. La elección de estos cargos se hará por circuito judicial. En México hay 32 circuitos, uno por cada Estado de la República, en los que hay juzgados y tribunales colegiados organizados por materias: administrativa, penal, civil, amparo, trabajo y otros especializados.
El nuevo Tribunal de Disciplina judicial estará integrado por cinco magistrados que durarán en su cargo seis años. Las propuestas de candidatos para este Tribunal se harán de manera parecida a la que regirán las postulaciones a la Suprema Corte. Su presidencia rotará dos años y será definida en una votación por los propios integrantes de su pleno. El Tribunal podrá investigar y sancionar a jueces por corrupción, tráfico de influencias, nepotismo, complicidad o encubrimiento de presuntos delincuentes, o cuando sus sentencias no se ajusten “a los principios de objetividad, imparcialidad, independencia, profesionalismo o excelencia”. Las sanciones posibles incluyen la amonestación, suspensión, multa, destitución e inhabilitación. Estas últimas dos sanciones no aplicarán para los ministros de la Corte, en cuyo caso, el Tribunal deberá pedir a la Cámara de Diputados el inicio de un proceso de desafuero. El Tribunal podrá presentar ante la Fiscalía denuncias adicionales.
El nuevo órgano de administración judicial se integrará por seis personas, de las cuales una será designada directamente por el Ejecutivo, dos por el Senado (por el voto de dos terceras partes) y tres por el pleno de la Corte (con mayoría de seis votos). El Tribunal de Disciplina Judicial entrará en funciones el 1 de septiembre de 2025, y ese mismo día deberán ser designados los integrantes del órgano de administración judicial.
Al margen de los plazos establecidos para la elección judicial en 2025, si la iniciativa se aprueba, todos los jueces federales, incluidos los magistrados y ministros de la Corte, deberán ajustar sus sueldos para no ganar más que lo que ingresa el presidente de la República. Además, los jueces salientes no podrán, durante los dos años siguientes, litigar asuntos ante el Poder Judicial.
¿Se acuerdan que AMLO había prometido regresar al Ejército a sus cuarteles y ya en el poder dijo que la situación estaba tan mal que había decidido cambiar de opinión? Pues no nos extrañe que a las pocas semanas de que Claudia Sheinbaum asuma el poder salga a decir que cambió de opinión, y que siempre no se retira a su rancho de Palenque, sino que emitirá sus puntos de vista “como cualquier ciudadano” todos los días de 7 a 9 de la mañana por sus redes sociales.
HASTA MAÑANA.