Un hombre vestido de negro, con toga, birrete y una máscara de cerdo amenaza a la justicia ciega, hasta que irrumpe quien se presenta como “Súper Moreno”: “ahorita nos encargamos del orejas de puerco. ¡Ya es momento de la reforma, de la reforma al Poder Judicial!”.
“Súper Moreno”, con un chaleco guinda y micrófono en mano, redondea su mensaje: “vamos a elegir a nuestros representantes en una votación extraordinaria, a nuestros ministros, magistrados y a todos nuestros jueces, ¡no más injusticia! Es hora de que el Poder Judicial sirva al pueblo. ¡El Poder Judicial debería temerle al pueblo!”, dice a las personas reunidas en una plaza pública del Estado de México.
El actor con máscara de cerdo recibe pelotazos de niños que esperan el momento con ansia. “¡Ni para tacos de carnitas sirves!”, le gritan.
La escena se ha repetido cada fin de semana de los últimos dos meses por pueblos y barrios del Valle de Toluca, como parte de “Justicia secuestrada”, una obra de teatro popular con la que militantes de Morena en esta región se han sumado a las críticas y las burlas contra los integrantes de la Corte, en especial la ministra presidenta Norma Piña, y a la promoción de la reforma constitucional al Poder Judicial que impulsa Morena.
Pero no es la única escena. Quien esto escribe le tocó ser parte de un “show” orquestado por Morena el pasado 24 de agosto en pleno zócalo de Tepoztlán. Fui invitado a un “foro” sobre la Reforma Judicial, que resultó ser un burdo acto de propaganda del partido en el gobierno.
Mis compañeros de presídium o panelistas: el senador electo y vecino de Tepoztlán, Gerardo Fernández Noroña y el “rockstar” de la comunicación, Vicente Serrano. Entendí que no tenía posibilidad alguna de ganar el debate, así que sólo leí un discurso aclarando que no iba en representación de la derecha ni de los ministros, sino como un reportero que ha cubierto la fuente judicial por más de 30 años.
Después de mí, comenzó “el show”. Cual “standopero” de moda, Vicente Serrano se posesionó del micrófono y comenzó a utilizar todas las técnicas de persuasión que dice el manual, incluyendo la encuesta “a mano alzada” que ha hecho famosa el presidente López Obrador.
De hecho, Vicente Serrano fue uno de los oradores en la Mañanera en el “Primer Encuentro Continental de Comunicador@s Independientes: Informar es liberar”, que fueron duramente criticados por los periodistas tradicionales por corear “es un honor estar con López Obrador” y que les dieron como desayuno huevos a la mexicana y un pan dentro de un recipiente de unicel.
Luego vino “el hombre-polémica”, el amado por unos y odiado por otros: Gerardo Fernández Noroña. “Nos acusan de autoritarios, nos acusan de intolerantes, nos acusan de antidemocráticos, nos acusan de no escuchar, y hoy aquí en esta plaza de Tepoztlán, en un evento a favor de la reforma, escuchamos una intervención en contra de la reforma aunque Jesús Castillo dice que no está ni a favor ni en contra sino todo lo contrario, inclusive hizo algunas aseveraciones por decir lo menos descorteses, pero nadie lo interrumpió, nadie le reclamó su punto de vista, nadie lo increpó, nadie intentó evitar que terminara su intervención hasta el último minuto”, dijo al comenzar su intervención.
Luego comentó que minutos antes de comenzar el evento se le acercó una persona que dijo ser Juez de Distrito, quien le hizo algunas manifestaciones, pero no quiso quedarse al foro. “Pero además, con una arrogancia, con un racismo y un clasismo como diciendo ¿Cómo se atreven los plebeyos a querer elegir a los jueces, que les pasa, como se les ocurrió semejante barbaridad?”.
Dijo que la elección popular de los juzgadores no está a discusión, pues eso lo decidió el pueblo el dos de junio en la elección y por eso les dio dos tercios del Congreso para hacer la reforma constitucional. Ahí vino la primera de varias interrupciones para aplaudir, gritar y chiflar.
Recordó que la Constitución establece que el pueblo tiene el derecho inalienable a cambiar su forma de gobierno en cualquier momento, que quiere decir en los hechos que puedes hacer hasta una rebelión si es necesario para cambiar la forma de gobierno.
Comparó esta reforma con aquella de 1953 que permitió a las mujeres votar a pesar de que muchos consideraban que no era posible, y tuvieron que pasar 500 años para que hubiera una mujer presidenta (ya no dice presidente), en la persona de Claudia Sheinbaum Pardo. Ovaciones otra vez.
“La presidencia de la República es unipersonal, es el cargo político más importante del país y lo elige el pueblo, ¿cómo no va a poder elegir a un juez pedorro?”. Carcajadas entre el público.
Y remató:
“No se dan cuenta de su arrogancia, al querernos ver por encima del hombro…pues los plebeyos ya nos atrevimos a tomar las riendas del país”. Efectivamente, Gerardo Fernández Noroña proviene de una familia de muy escasos recursos, según él nos lo contó ese sábado en el zócalo de Tepoztlán.
“Fui un hijo de una madre soltera, que tenía una abuela indígena náhuatl. Era mujer, indígena y pobre. A mí no me gustaba nada la escuela, pero ella (su abuela) insistió en que yo fuera a estudiar, y fui y me titulé. La Universidad, mi abuela y mi hermana María Fernanda fueron muy importantes en mi vida, pero sin este movimiento no se habría abierto a las hijas y los hijos del pueblo”.
Varias décadas más tarde, Gerardo Fernández Noroña tomó protesta como presidente del Senado, decidido a “entregarle al compañero presidente como regalo de despedida, la reforma al Poder Judicial”.
HASTA MAÑANA.