Un escueto boletín de la Fiscalía General de la República (FGR), informó antier que un juez le impuso sentencia condenatoria a Julio “R” de 309 años ocho meses de prisión, y una multa equivalente a dos millones 535 mil 171 pesos 16 centavos, por los delitos de privación ilegal de la libertad en la modalidad de secuestro, delincuencia organizada, contra la salud en la modalidad de posesión con la finalidad de comercializar marihuana y clorhidrato de cocaína, además de portación de arma de fuego de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas.
El comunicado 663 de la FGR no da más detalles, sólo que los hechos ocurrieron en marzo de 2011, en Jiutepec, Morelos, donde “varias personas armadas entre ellos los hoy sentenciados, integrantes de una organización criminal, privaron de la libertad a siete personas. El mismo día, en la colonia Villas del Descanso, también en Jiutepec, los delincuentes privaron de la vida a las víctimas para posteriormente trasladarlas a un Fraccionamiento en Temixco, de la citada entidad”.
Esos datos fueron suficientes para reconocer que se trata de Julio de Jesús Radilla Hernández, mejor conocido como “El Negro Radilla”, ampliamente conocido en el bajo mundo del estado de Morelos.
Hace 15 años, a raíz del asesinato del capo Arturo Beltrán Leyva en su departamento de las Torres Altitude, varios narcotraficantes intentaron ocupar el lugar del llamado “Jefe de Jefes” y surgieron pequeñas organizaciones que comenzaron a combinar la venta de drogas con otros delitos como la extorsión y el cobro de cuotas.
Una de esas se hacía llamar el Cártel del Pacífico Sur (CPS), liderado por un sujeto surgido de la colonia Carolina de nombre Julio de Jesús Radilla Hernández. Infinidad de personas fueron asesinadas y sus cadáveres abandonados junto a una cartulina con las siglas CPS.
A finales del sexenio de Marco Antonio Adame Castillo (con su jefe de seguridad en la cárcel por proteger a la delincuencia organizada), el gobierno estatal fue incapaz de detener al principal “generador de violencia” (como los llaman ahora elegantemente); ni siquiera después de que el hermano de su novia, un chamaco al que apodaron “el niño sicario”, fue detenido y narró con lujo de detalles cómo operaba el CPS.
Fue por esa impunidad de la que gozaba que el domingo 26 de marzo del 2011, mandó a sus secuaces al centro nocturno Obsession ante el llamado del gerente Alejandro Nava. Unos jóvenes (y uno no tan joven con aspecto de militar) habían llegado a bordo de tres vehículos a exigir la entrega de un teléfono celular y una cámara fotográfica que días antes les habían quitado en ese lugar ubicado en el Paseo Cuauhnáhuac, municipio de Jiutepec.
Para cuando llegaron los sicarios de El Negro, todos los ocupantes de los tres vehículos habían sido sometidos por los empleados del bar y estaban amarrados de pies y manos en el interior de un vehículo Honda. Enseguida llegaron dos camionetas y un taxi, a donde subieron a los seis hombres y la mujer y se los llevaron con rumbo desconocido.
Según la declaración del mesero que consta en la averiguación previa PGR/MOR/CV/207/V/2011, el dueño y gerente Alejandro Nava juntó a todos los trabajadores y a tres mujeres bailarinas que habían presenciado los hechos, para advertirles que nadie podía decir nada de lo ocurrido, o les pasaría lo mismo que a las siete personas que se acababan de llevar.
No volvieron a saber de los jóvenes, el militar ni la mujer, hasta que salió en los periódicos que habían encontrado siete cadáveres en un vehículo abandonado sobre la autopista Cuernavaca-Acapulco, a la altura de Las Brisas, asfixiados y con huellas de tortura.
Al gerente del tabledance no le preocupó la situación pues era algo hasta cierto punto “normal”. Así se ha trabajado siempre: “la maña” cobra derecho de piso, pero también ayuda al empresario cuando tiene ese tipo de problemas, y hasta son más eficaces que la Policía. Llegan, se llevan a los rijosos y los desaparecen, sin que nadie diga nada.
Así iba a ocurrir en este caso, sin embargo, sucedió algo que nadie tenía previsto.
Habían pasado 48 horas desde que ocurrió la trifulca en el Obsession cuando el gerente le habló al Negro Radilla.
—Ya hubo pedo carnal. Los federales y el Ejército andan como perros y esto está creciendo demasiado, ya salió hasta en las noticias nacionales— le dijo.
—Sí cabrón, es que uno de los güeyes era militar y por eso andan bien tendidos—contestó el jefe de plaza.
—No, no es por el militar. Parece que uno de los chavos es hijo de un personaje famoso, un tal Sicilia. Yo voy a cerrar esta madre y me voy a esconder un rato, creo que tú deberías hacer lo mismo.
-—Ok, me voy a ir a Veracruz en lo que se enfría todo esto. Pero que conste que yo lo hice porque tú me lo pediste, así que todo va a ser a costa tuya ¿eh?
-—Está bien-—dijo resignado el empresario—. Mañana te mando una lana y dos vehículos para que te muevas.
Efectivamente, no fue tanto que Álvaro Jaimes fuera un elemento de la SEDENA, sino que entre los jóvenes iba Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo del poeta, periodista y activista Javier Sicilia Zardain, quien al grito de “Estamos hasta la madre”, encabezó una marcha de 20 mil personas el 6 de abril de 2011 y una caminata que duró tres días hasta el zócalo de la ciudad de México a principios de mayo de ese mismo año.
El gobierno federal tomó a su cargo las investigaciones y comenzó “la cacería” contra los responsables, lo que incluyó al gerente del “Obsession” y todo su personal que estuvo ese día que llegaron los tres vehículos. Ya identificado “El Negro Radilla” como el autor intelectual de los homicidios, la Procuraduría General de la República (PGR) ofreció 10 millones de pesos como recompensa a quien proporcionara información sobre su paradero. Fue detenido el 25 de mayo de 2011 en Coatzacoalcos, Veracruz, junto a su lugarteniente, José Luis Luquín “El jabón”, y presentado en las oficinas centrales de la Policía Federal Preventiva que encabezaba Luis Cárdenas Palomino.
De no haberse dado esa circunstancia, ahorita seguiría operando el Obsession con la protección del Negro Radilla y la anuencia de las policías municipales y estatales que pasaban cada mes por su cuota, según refieren los expedientes de ese caso.
HASTA EL JUEVES Y FELIZ NAVIDAD