Cuentan los comerciantes de mayor edad que cuando les dijeron a los vendedores del centro de Cuernavaca que debían pasarse a la edificación que vino a inaugurar el presidente Adolfo López Mateos, ninguno quería ocupar esos locales “donde no pasaba nadie”. Cincuenta años después, existe el riesgo de que una parte del techo colapse, pero ahora nadie quiere dejar de vender ni un solo día, lo que impide una remodelación en serio, mucho menos una demolición total para alzar una nueva estructura.
El vetusto Centro Comercial “Adolfo López Mateos”, ha sufrido varios incendios, temblores, “levantones” y ejecuciones, riñas mortales y, hace 3 años, la terrible pandemia del SARS-Cov2, pero nunca ha cerrado en su totalidad.
En agosto del 2010 ocurrió uno de los incendios, suponemos que el más grande. Era la oportunidad perfecta para demolerlo y hacer uno nuevo.
“El lamentable incendio del mes pasado era una inmejorable oportunidad de resolver un problema social de fondo, pero las autoridades, tanto estatales como municipales, prefirieron dar paliativos que les representen bonos electorales y no alborotar el avispero”, escribimos en nuestra columna del 3 de septiembre de ese año en La Unión de Morelos.
Con la tecnología que hoy existe en materia de construcción, en tres o cuatro meses se pudo haber levantado una estructura dotada de los más modernos sistemas contra incendio. O tan simple como construir una enorme cisterna en la parte norte del centro de abasto y poner tubería que llegue a todos los rincones del mercado, además de los extintores que son obligatorios en cualquier construcción. Tan simple como conectar el transformador adquirido durante el trienio de Jesús Giles y que las conexiones de energía eléctrica vayan en tuberías con sus respectivos cortadores de corriente.
Pero no. Las autoridades prefirieron no enfrentarse con el desunido y desorganizado gremio de los comerciantes y darles dinero rápido para evitar manifestaciones y tomas de instalaciones.
Los “expertos” se quebraron la cabeza para idear la solución: poner una malla que cubra todo el techo y evitar así que los posibles pedazos que se caigan no vayan a descalabrar a algún comerciante o marchante.
“Sobre ellos, los que tuvieron en sus manos la decisión de resolver el problema de fondo, caerá el peso de la responsabilidad, más moral que jurídica, si (ojalá nunca suceda) hay un nuevo incendio o cualquier otro acontecimiento con víctimas qué lamentar”, escribimos en aquella ocasión, cuando el presidente municipal era Manuel Martínez Garrigós.
Afortunadamente no ha sucedido ningún incendio de grandes dimensiones ni se ha caído el techo con los temblores. Pero ni los gobiernos priístas, ni panistas ni perredistas han logrado doblegar a los comerciantes del ALM.
En 2011 se hablaba de un proyecto de remodelación que incluía cambio del cableado de energía eléctrica, rehabilitación de sanitarios, del drenaje, cambio de piso, mejoramiento de áreas, pero sobre todo a la construcción de un estacionamiento de cinco niveles. Supuestamente ya estaban de acuerdo todos los líderes pero nunca se llevó a cabo.
En 2012, con Graco Ramírez llegó como secretario de Economía Julio Mitre Zendejas, hijo del ex alcalde Julio Mitre Goraieb, con un proyecto de remodelación muy ambicioso y que beneficiaría a todos los locatarios, pero pasó el tiempo, Graco corrió a Julio Mitre y el asunto se diluyó.
Todavía en octubre del 2017, un boletín de la UAEM hacía referencia un “proyecto de desarrollo sustentable” elaborado por estudiantes de la Licenciatura en Seguridad Ciudadana de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la máxima casa de estudios.
El 22 de junio de 2017 (siendo alcalde Cuauhtémoc Blanco Bravo) se entregó el proyecto al Ayuntamiento de Cuernavaca, mismo que incluía aspectos de Protección civil, vialidad, estacionamiento, limpieza, reubicación de los puestos de frutas y verduras, manejo adecuado de residuos cárnicos, imagen urbana, así como el uso de energías limpias, propuestas de financiamiento y obtención de recursos.
Pasaron los años y ya no se volvió a hablar sobre el tema de la remodelación del Mercado, hasta el 2023 (a un año de que acabara el sexenio) que comenzamos a ver cómo cerraban dos andenes para convertirlos en locales provisionales donde serían reubicados los comerciantes para hacer una “remodelación en tres etapas”.
Luego, observamos cómo aparecían enormes estructuras metálicas dentro de los comercios deshabitados, y las losetas de la parte frontal del Mercado eran bajadas. Pero el círculo que marca la zona del domo que ya está en riesgo de caerse, ahí sigue.
Fue hasta entonces que nos enteramos que el 10 de agosto de 2023, el Comité Técnico del Fideicomiso Ejecutivo del Fondo de Competitividad y Promoción del Empleo, aprobó (no por unanimidad, sino por mayoría de votos) el proyecto denominado “Reestructuración de las cuatro bóvedas del Mercado Adolfo López Mateos de Cuernavaca, Morelos”, así como su inclusión en la cartera de proyectos del FIDECOMP con un costo total de 119 millones 520 mil pesos.
Mediante Licitación Pública Nacional la obra fue adjudicada a la empresa Grupo de Técnicas de Estudio para la Construcción S.A. de C.V. y el contrato (que puede ser consultado en la Plataforma Nacional de Transparencia), establece que la obra se iniciaría el dos de octubre del 2023 y se entregaría totalmente terminada el 30 de septiembre del 2024. Cualquier persona sin estudios en ingeniería o arquitectura se habría dado cuenta que eso era prácticamente imposible.
Unos días antes de que concluyera el sexenio de Cuauhtémoc Blanco, se reunieron la secretaria de Obras Públicas, la de Desarrollo Económico y el apoderado legal de la empresa y acordaron dar por terminado el contrato y pagarle, no los 120 millones de pesos acordados, pero sí una tercera parte.
Lo anterior, a pesar de que el contrato refiere que “si el contratista no concluye la obra en la fecha de terminación señalada en el programa de la obra, como pena convencional deberá cubrir a la Secretaría, mensualmente, y hasta el momento en que los trabajos queden concluidos, una cantidad igual al 2% del importe actualizado de la obra faltante por ejecutar”.
Pero aquí el contratista recibió “trato de amigos”, quizás porque el representante legal es Edgar Isaac Aragón Vázquez, hermano de Juan Manuel, de los mismos apellidos, ex director de Obras Públicas de la alcaldía de Coyoacán, donde trabajaron varias personas que después se vinieron a desempeñar cargos similares en la administración que acaba de terminar.
Aquí hay varias preguntas que quedan en el aire: ¿Quiénes fueron los integrantes del FIDECOMP que autorizaron una obra que a todas luces era imposible de terminar en 365 días? ¿Por qué los dirigentes del Mercado ALM aceptaron que les dejaran en ruinas “El Adolfo” a unos meses de la salida de Cuauhtémoc?
HASTA EL LUNES.