Los científicos ya analizan la conducta de los sobrevivientes y descubrieron que fue un buen liderazgo lo que les ha permitido mantener la entereza a la espera de ser rescatados.
Los hombres fueron organizados no sólo para conservar el alimento y el agua, sino que se les asignaron tareas para que cada quien esté ocupado, a fin de mantener la disciplina y no perder la calma.
Pasarán meses antes de que esos hombres vean de nuevo la luz del día, por lo que se requiere de un temple especial para mantenerse vivos todo ese tiempo y nuevamente es la calidad de su organización lo que les salvará, como hasta ahora.
Lo que les ha pasado puede ser una buena metáfora de lo que deben hacer las naciones que se encuentra en problemas: con ciudadanos bien organizados, participativos y solidarios es posible salir adelante ante cualquier peligro.
Ojalá aprendamos de experiencias tan dramáticas, sobre todo ahora cuando los problemas parecen multiplicarse sin solución.
Pensemos en esos 33 hombres que vieron cerradas todas sus vías de acceso y que a pesar de su situación no perdieron la calma y la fe en que serían rescatados. Pero no sólo eso, sino que se prepararon para hacer frente a la espera e hicieron el uso más racional posible de los recursos que tenían para beber y alimentarse.
Es una gran lección, algo así como cuando varios pescadores mexicanos fueron arrastrados por la corriente hasta el otro lado del mundo, al sur de Australia, y sobrevivieron con lo que la Naturaleza les daba.
Las sociedades son tan resistentes como los hombres que las forman, por lo que debemos aprender y actuar en consecuencia.