Han tenido que pasar varios lustros para que veamos la necesidad de recuperar esos valores que durante tantos años se dejaron de defender. Niños que apenas acababan de nacer cuando hablaba del tema hoy son seres humanos insensibles a los valores de sus ancestros.
Las escuelas dejaron de enseñar civismo y redujeron la Historia a su mínima expresión y las nuevas generaciones ignoran el gran legado del que somos herederos y continuadores. No saben todos los retos que hemos superado para que México sea el país que actualmente disfrutamos y por lo mismo les costará trabajo, cuando sean adultos, entender como hacer frente a los problemas del momento.
Por eso, creo que es hora de restablecer esa conexión entre pasado y presente, a fin de reconstruir las señales de identidad que nos unen como mexicanos y que hoy aún nos permiten convivir y crecer juntos aunque procedamos de lugares muy distintos de la geografía nacional.
Por supuesto. Como siempre lo he dicho, ese arduo pero necesario y gratificador trabajo comienza en casa.
Pongamos ya manos a la obra.