Sin embargo, una parte de la tarea está en nuestras manos: los árboles son determinantes en la modelación del clima de cada región y hemos perdido muchos en los últimos lustros, pero podemos volver a sembrarlos y a cuidarlos.
Tenemos que tener en cuenta que ése es un proceso muy largo, pues se necesitan muchos aÒos para que un árbol madure y sus ramas produzcan sombra que refresque, por lo que se debe comenzar a la brevedad.
En mi caso, luego de sembrar miles de árboles a lo largo de mi vida, de cuidarlos de los depredadores, de defenderlos del fuego y de regarlos en la temporada de secas, les puedo decir que pocas cosas hay que den más satisfacción que estar a la sombra de uno de esos árboles, que hoy son majestuosos, refrescan el ambiente y dan protección a aves y otras especies.
AsÌ es que mientras los políticos discuten en los altos niveles sobre el cambio climático, les propongo que desde ahora combatamos los efectos adversos del clima mediante la siembra de árboles, ya sea dentro de su casa, en el camellón de su calle, en la banqueta o en el campo, donde se pueda.
Además de algo necesario, constituyen una herencia para nuestros hijos y nietos.