Se supone que eso lo deberían conocer desde que comenzaron lo que será su profesión, porque todos creemos que los maestros están preparados desde que salen para enseñar a leer y a escribir, por lo menos, y que por lo mismo deben tener afición por los libros.
Es triste constatar esa realidad, porque quienes deben educar a los niños no están preparados para la tarea más elemental. Confío en que las cosas cambien y ese plan para inculcar el gusto por la lectura funcione, sobre todo para beneficio de los estudiantes.
Es que quienes tenemos la sana costumbre de leer hemos desarrollado en un proceso natural un grado más alto de compresión que aquellos que no leen, lo cual se ha comprobado en las aulas.
Incluso, dentro de las pruebas que se hacen para determinar las características de los educandos hay una pregunta que se refiere al número de libros que tienen en su casa.
Los que señalan el mayor número, normalmente tienen mejor aprovechamiento y comprensión, porque saben interpretar el lenguaje escrito por la cercanía constante con las letras.
También es preocupante el alto índice de analfabetismo detectado en Censo General de Población, y que una parte de ese problema lo sufran los jóvenes. Ya que no es entendible, pues se supone que hay muchas posibilidades de recibir educación básica y distintas modalidades.
En ese rubro siempre se ha justificado que haya personas adultas que no sepan leer y escribir, pero si analizamos la situación, tampoco tiene razón, porque es un desperdicio de recursos humanos tener a gente al margen del sistema educativo.
Leer y escribir son actos básicos, que sirven para desarrollarse profesionalmente, pero también para enriquecerse espiritualmente y es un motivo para disfrutar.
En México no es un hábito, por lo que debemos apoyar cualquier campaña encaminada a cambiar esa situación.
Los libros, que también pueden leerse en Internet, no sólo en su versión tradicional en papel, son los mejores compañeros que podemos tener, porque nos dan herramientas para prepararnos mejor.
Si usted quiere que sus hijos tengan un mejor aprovechamiento, invítelos a que lean siempre que puedan.
El resultado les hará más fácil el trabajo en la escuela, porque desarrollarán habilidades de estudio de las que ahora carecen.
Además, un pueblo que lee progresa más que aquellas naciones llenas de gente que no tienen ese hábito.
Haga caso de la campaña a favor de la lectura y ponga el ejemplo. Lea delante de sus hijos e invítelos a imitarle.
Es una inversión en tiempo, pero es la mejor que usted puede hacer.