Ser parte de una sociedad más eficiente debe pasar en primer lugar por respetare el tiempo de los demás, algo que es cada vez más común en la iniciativa privada pero todavía no se practica en las oficinas gubernamentales.
Los estudiantes tampoco tienen ese concepto, como se puede ver cada mañana a la hora de la entrada a clases, cuando cientos de madres con sus hijos van apresuradas para que sus pequeños entren en el último minuto.
Formados en esa cultura, no nos debe extrañar que de mayor edad también hagan lo mismo y lleguen tarde, a pesar de que es una costumbre perniciosa que nos ha dado mala fama ante otras sociedades más desarrolladas.
Todo eso cuando llegar a tiempo es fácil y sólo es cosa de acostumbrarse a prever y a tener conciencia de que es una obligación respetar a los demás.
Por lo pronto, al menos quienes cursan carreras universitarias deberían tomar en cuenta esta sugerencia y motivarse a ser puntuales. Es parte de su preparación y tan útil como aprender otro idioma.
Ojalá que también las autoridades mejoren la eficiencia de sus empleados y los motiven a ser más puntuales, no sólo en términos de llegar a tiempo, sino de hacer sus labores a tiempo.
Eso, que parece insignificante, será una gran contribución al mejoramiento de la sociedad.