Ya lo he mencionado otras veces: buscar trabajo no debe ser la única opción de los jóvenes preparados, sino que se les debe enseñar a emprender negocios.
Por supuesto, México no tiene las condiciones idóneas, pero eso no debería ser un obstáculo, porque cuando se tienen conocimientos y creatividad es posible obtener buenos frutos. Pero el problema es que aquí son pocos los que arriesgan.
Tener una empresa significa una gran responsabilidad, pero también una enorme satisfacción cuando las cosas comienzan a funcionar.
Y cuando digo funcionar no sólo me refiero a los beneficios que comienza a recibir el propietario, sino todos aquellos de los que se rodea, gente que necesita un empleo y que no tuvo la fortuna de tener acceso al conocimiento.
Pero es un desperdicio que quienes tienen acceso a la educación superior no sepan cómo convertir la enseñanza recibida en riqueza.
Por supuesto, no espero que de cada generación de universitarios salga un cien por ciento de empresarios exitosos. De seguro al principio muchos no tendrían los resultados esperados, pero poco a poco, con la experiencia de haberlo intentado, enriquecerían el tejido industrial de nuestra patria, tan necesitada de fuentes de trabajo.
Como decía, el desarrollo de un nuevo parque tecnológico me trajo a la mente esta reflexión, el pensar que un lugar así fuera insuficiente si tuviéramos desarrollada la cultura de emprender, de formar negocios que traigan el desarrollo a la sociedad morelense.