Por primera vez no nos empapelaron las ciudades con sus rostros y los plásticos de todo tipo no se han convertido en basura difícil de reciclar.
Eso es un avance notable, aunque los carros de sonido que a todas horas tratan de convencernos de que tal o cual persona es la mejor para determinado cargo público saturarán el ambiente los últimos días de las campañas.
Ojalá que los próximos diputados tomen cartas en el asunto y pongan un remedio a esos excesos, para que al igual que con la propaganda impresa en plásticos se apliquen límites y se opte por mejores ideas para convencernos del sentido que debe tener nuestro voto.
Por lo pronto, la presión que en su momento hizo la sociedad ha rendido algunos frutos, lo que quiere decir que si todos nos movemos en la misma dirección podemos obtener buenos resultados.