La enseñanza es la mejor inversión que cualquier país puede hacer, pero no se puede gastar por gastar, y menos en tiempos de austeridad económica como los actuales.
Por eso habría que reflexionar y tratar de determinar en el menor tiempo posible dónde se encuentran todos y cada uno de los egresados de los diferentes niveles de las escuelas oficiales, a fin de poder determinar si el gasto que se hace, insuficiente pero considerable, está correctamente dirigido.
No olvidemos que ahora más del noventa por ciento del presupuesto dedicado a la enseñanza se consume en salarios. Eso quiere decir que, por un lado, es bajo y sólo alcanza para el pago del personal, pero también puede leerse como que existe una estructura burocrática muy pesada que consume recursos adicionales a los que se requieren.
Pero repito que lo más importante es saber cómo luce ese dinero. ¿Dónde están los niños que salen de la primaria, los de dejan la secundaria o el bachillerato?
Existen datos, es cierto, pero no son lo suficientemente detallados como para tomar mejores decisiones.
Tenemos que aprovechar hasta el último centavo disponible y cuando hablamos de educación hablamos de cómo puede ser nuestro futuro, por lo que allí debemos ser más exigentes, a fin de dispongamos más delante de los hombres y mujeres preparados que la nación requiere para su desarrollo.