Comentábamos que el 12 de julio del 2013, en la sede de Naciones Unidas, se celebró un foro juvenil en el que participó Malala, quien ese día cumplía 16 años y que alcanzó renombre mundial por el activismo en su país a favor del acceso de las niñas a la educación, y por el atentado que sufrió a manos del Talibán en octubre de 2012, por su defensa de esos principios.
Durante aquella sesión, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, felicitó a Malala y enfatizó que cincuenta y siete millones de niños no van a la escuela; también recordó las muertes recientes de estudiantes y maestros en las escuelas, e instó a los gobiernos del mundo a impedir la ocurrencia de esos actos.
Los siguientes son algunos extractos del discurso que Malala Yousafzai pronunció en las sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la fecha de su dieciseisavo cumpleaños, el “Día de Malala”:
“Hay cientos de activistas a favor de los derechos humanos y trabajadores sociales que no sólo están hablando de sus derechos, sino que están luchando para lograr su objetivo de Paz, Educación e Igualdad. Miles de personas han sido asesinadas por los terroristas y millones han resultado heridos. Yo sólo soy una de ellas. Así que aquí me presento. Así que aquí estoy, una niña, entre otras muchas.
(…)
Queridos amigos, el 9 de octubre de 2012, los talibanes me dispararon en el lado izquierdo de la frente. También dispararon contra dos amigas mías. Ellos pensaron que las balas nos iban a silenciar, pero fracasaron. Y de ese silencio nacieron miles de voces. Los terroristas pensaron que iban a cambiar mis objetivos y obligarme a dejar mis ambiciones, pero nada ha cambiado en mi vida, excepto esto: la debilidad, el miedo y la desesperanza murieron para siempre. Nacieron la Fuerza, el Poder y el Coraje.
Soy la misma Malala. Mis ambiciones son las mismas. Mis esperanzas son las mismas. Y mis sueños son los mismos. (…) Nos damos cuenta de la importancia de la luz cuando vemos oscuridad. Nos damos cuenta de la importancia de nuestra voz cuando somos silenciados”.
Un nuevo episodio de oscuridad se dio la semana pasada, cuando el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que suspende durante 120 días el programa de acogida de refugiados para siete países de mayoría musulmana.
Al respecto y en un comunicado conjunto, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) exhortaron a la nueva administración de Estados Unidos a que continúe la tradición de proteger a quienes huyen del conflicto y la persecución, además de resaltar que las necesidades de los refugiados e inmigrantes en todo el mundo son mayores que nunca.
La ONU, a través de la ACNUR y de la OIM, destacó que los refugiados “deben recibir el mismo trato en términos de protección, asistencia y oportunidades de reasentamiento, independientemente de su religión, nacionalidad o raza”; también indicaron que el programa de reasentamiento del país norteamericano es uno de los más importantes a nivel global. Programa que con algunas firmas, Trump ha desechado.
Dicha situación ha provocado diversas reacciones en el mundo. En Canadá, por ejemplo, el primer ministro Justin Trudeau dio a conocer que dará asilo a refugiados rechazados por Donald Trump, sin importar la religión que profesen.
Desde este sábado, las autoridades estadounidenses comenzaron a implementar la orden de Trump para frenar la llegada de musulmanes, reteniendo a viajeros en aeropuertos estadounidenses. La medida prohíbe la entrada a Estados Unidos de viajeros procedentes de países de mayoría musulmana, entre los que se cuentan Irán, Irak, Libia, Sudán, Somalia, Siria y Yemen; lo anterior, durante 90 días, así que turistas no pudieron salir de los aeropuertos o subir a los vuelos.
Tanto la ACNUR como la OIM aseveraron que el tratamiento a los refugiados debe ser igual independientemente de su religión o raza, y reiteraron su compromiso de trabajar de manera activa con la administración estadounidense para garantizar programas de reasentamiento e inmigración seguros y libres de riesgo, además de ofrecer apoyo en cuestiones de asilo y migración.
Por supuesto, la activista adolescente paquistaní, Malala Yousafzai, no ha permanecido en silencio y se declaró el viernes "con el corazón destrozado" por la decisión de Donald Trump de cerrar las puertas de Estados Unidos a inmigrantes y refugiados.
"Estoy con el corazón destrozado porque el presidente Trump está cerrando la puerta a niños, madres y padres que huyen de la violencia y la guerra", apuntó la adolescente de 19 años en un comunicado difundido en Nueva York, además de anotar que “en tiempo de incertidumbre y conflictos alrededor del mundo, le pido al presidente Trump que no le dé la espalda a las familias y a los niños más indefensos del planeta".
El columnista y escritor inglés Owen Jones publicó en fecha pasada un ensayo en el que llama a los países con más recursos a hacerse cargo de la situación de los refugiados, y en el que argumenta que “el problema es que este debate no puede ser ganado con estadísticas (…) eso no cambiará la actitud de las personas. Hay que hacerlo a través de historias, humanizando a los refugiados sin rostro. Tenemos que mostrar sus nombres, sus caras, sus miedos, sus ambiciones, sus amores y a de qué están huyendo”.
Jones concluye comentando que “si fracasamos, entonces más y más mujeres, hombres y niños pasarán sus últimas horas ahogándose en el mar o asfixiándose en camiones. Es tan frío como eso”. Coincidimos.