En esos años, Thoreau también protestó contra el gobierno norteamericano ante lo que consideraba inaceptable: la guerra contra México que se desarrolló entre 1846 y 1848, movida por intereses económicos de los dueños del algodón y de los industriales del Norte. Thoreau se entrega a la policía por negarse a pagar sus impuestos, que consideraba injustos por ir destinados, mayoritariamente, a sufragar dicha guerra contra México.
¿Cómo se desarrolla esta anécdota? Una tarde de julio de 1846, mientras Thoreau vivía en Walden, salió al pueblo para llevar a arreglar un zapato y se encontró con Sam Staples, un amigo suyo que trabajaba para el gobierno como cobrador de impuestos. Staples le recordó que no pagaba desde hacía cuatro años pero que si necesitaba dinero, él mismo podía prestárselo.
Henry contestó que no pagaba porque… no quería pagar. Que no iba a dar su dinero a un gobierno que mantiene esclavos y que arremete contra México para anexar más territorios para la esclavitud. Sam preguntó “¿y yo qué debo hacer?”, Henry contestó: “renuncia”. Sam entonces inició las acciones para que lo tomaran preso.
Se ha señalado que estando Thoreau en la cárcel, otro de sus amigos, el también escritor y poeta Ralph Waldo Emerson le preguntó la razón de encontrarse allí y Thoreau contestó: “¿Y usted por qué no está aquí?”. Ante los hechos, el propio autor ilustra el concepto de desobediencia civil con sus propias palabras: “Cuando un gobierno es injusto, la cárcel es el lugar donde debe estar el hombre justo”.
Este episodio le lleva a escribir uno de sus ensayos más famosos, precisamente titulado “Desobediencia civil”, donde establece la base de una doctrina que influyó posteriormente en Gandhi y Martin Luther King.
Respecto al connotado defensor de los derechos civiles, Martin Luther King, uno de sus testimonios más célebres es el siguiente: “Leí el ensayo de Thoreau sobre la desobediencia civil por primera vez durante mis primeros años en la facultad. Fascinado por la idea de rehusar cooperar con un sistema injusto, me conmovió tan profundamente que releí la obra muchas veces. Quedé convencido de que la no cooperación con el mal es una obligación moral en la misma medida que lo es la cooperación con el bien. Nadie ha logrado transmitir esta idea de forma más apasionada y elocuente que Henry David Thoreau”.
Henry David Thoreau también apuntó en otro de sus escritos que “la mayoría de los legisladores, políticos, abogados, ministros y funcionarios sirven al Estado principalmente con la cabeza, y así como raras veces hacen una distinción moral, se prestan, sin proponérselo, a servir tanto al demonio como a dios”.
Hoy en día, aunque no son tantos como deberían, hay abogados que aún defienden la alcurnia de la profesión. Se ha mencionado que “el abogado debe ser como la hoja de una espada: recta, flexible, brillante y acerada”; en referencia, hoy destacamos en Panóptico Rojo el trabajo de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés).
En su página web, la organización se asume como “el perro guardián de la libertad”, al trabajar diariamente en las cortes, las legislaturas y las comunidades “para defender y preservar los derechos individuales y las libertades garantizadas a todo el pueblo por la Constitución y las leyes de los Estados Unidos", sobre todo en “casos de impacto” que tienen el potencial de ampliar los horizontes y establecer nuevos precedentes que fortalecerán las libertades en el país.
También agrega que la ACLU nunca asume posiciones electorales liberales o conservadoras, de izquierda o de derecha, ya que la mayoría de quienes los consultan “son personas comunes y corrientes que sufrieron alguna injusticia y decidieron contrarrestarla” porque “aún y cuando Estados Unidos es un país libre, los abusos de las libertades civiles ocurren”. La entidad ha defendido los derechos fundamentales y las libertades individuales, aunque a algunos de sus casos los ha rodeado la polémica.
La ACLU fue fundada en 1920 y se describe como una organización “sin ánimo de lucro, no partidista”, que ha crecido desde un cuarto lleno de activistas, luchando en pro de las libertades civiles, hasta llegar a ser una organización con miembros, abogados empleados, personas de apoyo y letrados que laboran con la entidad de forma voluntaria y altruista, en oficinas establecidas en casi todos los estados del país norteamericano.
Se hace también mención que el sistema americano de gobierno fue fundado sobre dos principios en contrapeso: uno, que “la mayoría de las personas gobiernan a través de representantes democráticamente elegidos"; dos, que “el poder, aún de una mayoría democrática está limitado por la Declaración de los Derechos Civiles de la Constitución”, el cual consiste de las diez enmiendas originales, ratificadas en 1791, además de tres enmiendas posteriores a la Guerra Civil -la decimotercera, decimocuarta y decimoquinta- y la decimonovena enmienda, que tiene que ver con el sufragio de la mujer, adoptado en 1920.
Cabe recordar que una de las primeras acciones del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue firmar un decreto que suponía un veto migratorio a los musulmanes de siete países diferentes (Iraq, Siria, Irán, Sudán, Libia, Somalia y Yemen), incluyendo aquellos que contaran con un permiso de residencia.
Decenas de abogados de la ACLU acudieron entonces a los aeropuertos, trabajando desde las terminales para asesor de forma voluntaria a los inmigrantes y refugiados retenidos; horas después, una jueza federal suspendía temporalmente la aplicación de la orden ejecutiva de Trump.
Tal anulación del veto musulmán, pese a que no era definitiva, supuso una primera e importante victoria para la ACLU. Al respecto, la directora de Centro Regional para Derechos Fronterizos de la Unión Americana de Libertades Civiles, Vicki Gaubeca, manifestó que la nueva política demuestra que el gobierno de Donald Trump “está dispuesto a pisotear los derechos al debido proceso, decencia humana y hasta revocar protecciones para niños. No somos un país que es mejor siendo gobernado por el temor, la confusión y la crueldad, y lucharemos contra esta políticas anti estadounidenses”.
En fechas pasadas, diferentes voceros de la ACLU han hecho mención que una vez que el gobierno recibe el poder de violar los derechos de una persona, puede usar dicho derecho contra todos y, por tanto, “trabajamos para detener la erosión de las libertades civiles antes de que sea demasiado tarde (…) Debemos recordar que un derecho perdido para uno es un derecho perdido para todos”. Coincidimos.