Fue en diciembre del 2014 cuando con el título "75 días de la Revolución del Paraguas" comentamos en este espacio acerca de los estudiantes hongkoneses, paraguas y cintas amarillas que fueron los elementos que marcaron las protestas que durante 75 días se llevaron a cabo pidiendo “democracia real” y creando el término ”Revolución del Paraguas” (Umbrella Revolution), ampliamente difundido en redes sociales; dichos elementos también se consideraron símbolo de resistencia frente a los ataques de la policía.
Los paraguas se utilizan en Hong Kong para protegerse del sol y en ocasiones de la lluvia, por el clima cambiante que predomina, pero se convirtieron en ícono de los ciudadanos que exigen un sufragio universal no condicionado. "Nosotros no tenemos armas, sólo tenemos paraguas", comentaron en su momento los jóvenes que por miles se unieron a la protesta; y es que según lo referido por la agencia AFP en aquel año, no se utilizaba gas lacrimógeno en Hong Kong desde 2005.
El propósito que declararon o proclamaron los activistas de la “Revolución del Paraguas” es que se diera una reforma política y elecciones democráticas, que cumplieran con las normas internacionales, en Hong Kong: demarcación situada en la costa sureste de China, formada por una península (Kowloon) y más de 260 islas; en cuanto al contexto histórico, es necesario mencionar que Hong Kong fue colonia británica hasta 1997, cuando el primer día de julio de ese año, el Reino Unido traspasó el poder al gobierno chino, en virtud de un acuerdo diplomático alcanzado el 19 de diciembre de 1984, mismo que garantizaría la autonomía política y económica de dicha ex-colonia.
El primero de julio de 2014, durante la manifestación para conmemorar el aniversario del retorno de Hong Kong a China, miles de personas se concentraron para exigir plena libertad democrática, y en esa ocasión más de 500 manifestantes fueron arrestados; dos meses después de este hecho, grupos a favor de la democracia lanzaron una campaña de "desobediencia civil" y la respuesta -al día siguiente- fue la ratificación por parte del gobierno chino: no habría sufragio universal en las elecciones del 2017, ya que las candidaturas "abiertas" tendrán que obtener por lo menos el 50 por ciento de los votos de un Comité Electoral de mil 200 personas.
Ante tal situación surgieron las manifestaciones pacíficas que reivindicaban una democracia real, pero fueron adquiriendo un matiz violento cuando con la represión policial se utilizó gas pimienta y gases lacrimógenos para intentar disolverlas: los manifestantes utilizaron entonces sus paraguas para "protegerse", por lo que el movimiento se identificó como “Revolución del Paraguas”.
La principal organización detrás del movimiento se hizo llamar “Occupy Central with Love and Peace” (Ocupa el Centro con Paz y Amor), conocida mundialmente como "Occupy Central"; la campaña tomó su nombre tomando como referente el movimiento estadounidense “Occupy Wall Street”, mismo que surgió en el 2011 en Estados Unidos para protestar contra la desigualdad.
"Occupy Central" fue fundada por Benny Tai, un profesor de Derecho de la Universidad de Hong Kong, y su amigo Chan Kin-man, sociólogo y ex profesor universitario. Otros protagonistas en esta “Revolución del Paraguas” fue el reverendo Chu Yiu-ming, quien ayudó a escapar de China a muchos sobrevivientes de Tiananmen, y Joshua Wong, un joven de 17 años, fundador de “Scholarism”, movimiento estudiantil que luchó contra el "Plan Nacional y Moral de Educación" impuesto desde China.
Es en esta semana que concluye cuando Joshua Wong salió de la cárcel -el pasado lunes- tras cumplir una condena a tres meses de cárcel por desacato a los tribunales y cargos relacionados con las movilizaciones que paralizaron el centro de la ex colonia británica durante casi tres meses en el 2014, y que además marcaron un antes y un después en la concienciación ciudadana de su generación.
La excarcelación del líder hongkonés -quien en los días de la Revolución del Paraguas tenía 17 años y ahora cuenta con 22- se dio un día después de que ciudadanos -según los organizadores; 337 mil, según la policía- colapsaran el centro de la ciudad para reclamar la dimisión de la jefa de Gobierno, Carrie Lam, y la retirada de un polémico proyecto de ley de extradición, mismo que muchos hongkoneses califican como un intento de integración de Hong Kong a la China continental, lo que traería como consecuencia la dilución del sistema de democracia y libertades que la ex colonia británica tiene prometido hasta 2047.
Y es que los cambios incluidos en el proyecto de ley, que ampliarían los acuerdos de extradición, tendrían el efecto de permitir la entrega a la China continental de personas que están en el territorio de Hong Kong; según ha referido la organización Amnistía Internacional, si fuera promulgada dicha ley "ampliaría la capacidad de las autoridades continentales de atacar a quienes las critican, a activistas de derechos humanos, a periodistas, a miembros de ONG y a cualquier otra persona en Hong Kong", por lo que el movimiento también ha pedido que se retiren las reformas propuestas al considerarlas "una amenaza directa para los derechos humanos".
De igual modo, Man-Kei Tam, director de Amnistía Internacional Hong Kong, se ha referido al uso de la fuerza contra manifestantes por parte de la policía de Hong Kong, que ha utilizado gas lacrimógeno, proyectiles tipo cartuchos de perdigones, balas de goma, porras y pulverizadores de pimienta para dispersar las manifestaciones; Tam ha comentado que "la respuesta excesiva de la policía está alimentando las tensiones, y es probable que contribuya a aumentar la violencia, en lugar de ponerle fin. Instamos a la policía de Hong Kong a no repetir esos abusos contra manifestantes pacíficos y, en lugar de eso, garantizar que las personas pueden ejercer legítimamente sus derechos. También recordamos a la policía que el uso de la fuerza contra manifestantes que ya están bajo control es ilegal".
La Real Academia Española (RAE) ha señalado las diversas acepciones de la palabra “protestar“: “(Del lat. protestāri) Declarar o proclamar un propósito. Confesar públicamente la fe y creencia que alguien profesa y en que desea vivir. Dicho de una persona: Expresar impetuosamente su queja o disconformidad. Aseverar con ahínco y con firmeza. Expresar la oposición a alguien o a algo”.
En el 2014, las manifestaciones en Hong Kong (en aquel entonces el lugar del mundo con más teléfonos móviles per cápita) fueron un ejemplo de organización, en donde los teléfonos móviles jugaron un papel protagónico, tanto para la intercomunicación como para que la información se compartiera a través de internet y de las redes sociales; los 75 días de protestas prodemocráticas no dejaron ningún vencedor claro, pero en palabras del sociólogo Dan Garrett, de la City University de Hong Kong, los estudiantes “consiguieron mucho”, mostraron “que pueden y quieren luchar por sus convicciones y su idea de lo que debe ser Hong Kong (…) ahora llegará el siguiente paso”.
En el 2019, Joshua Wong, el activista que lideró la Revolución de los Paraguas en 2014, minutos después de su liberación escribió en su cuenta de Twitter: "Buenos días mundo, buenos días libertad. Acabo de ser puesto en libertad de prisión. ¡Vamos, Hong Kong! Retiren el proyecto de ley de extradición. Carrie Lam, dimisión. ¡Retiren todas las persecuciones políticas!"; posteriormente y en una entrevista para el diario El País, Wong apuntó que "en las últimas semanas, la coordinación ha sido una cosa de los ciudadanos. No hay líderes. Esto es lo que hace único este movimiento".
También aseveró: "Hace dos meses, si alguien hubiera dicho que habría un millón de personas en una manifestación, nadie lo hubiera creído. Absolutamente nadie. Pero hace cinco años, cuando se disolvió el Movimiento de los Paraguas, dijimos que volveríamos. Y cinco años después, tras sufrir supresión política y presiones, lo hemos hecho. Lo hemos conseguido. Estamos de vuelta".