¿Y quién es Juana Dayanara? Ella es más conocida como “La Mataviejitas”: una interna del penal de Santa Martha sentenciada por el Juez 67 de lo penal, el 31 de marzo de 2008, a más de 700 años de prisión por 17 homicidios y 12 robos cometidos en agravio de ancianas; sin embargo, se ha estimado que el número total de sus víctimas asciende a 48. Ha sido catalogada como asesina serial por el número y el modo en el que cometió dichos delitos.
Como señalan Kraemer, Lord y Heilbrun en un estudio comparativo entre el homicidio simple y el catalogado como serial, desde el punto de vista criminológico, cuando un asesino reincide en sus delitos un mínimo de tres ocasiones y con un cierto intervalo de tiempo entre ellos, es conocido como “serial”. Suele matar por contacto directo con la víctima: la apuñala, la estrangula o la golpea, y casi nunca usa armas de fuego; frecuentemente sus crímenes suponen una especie de ritual en el que el asesino en serie se excita, mezclando las fantasías personales con la muerte.
Mediante boletín número 15-073, con fecha del 26 de junio de este año, el Sistema Penitenciario del Distrito Federal dio a conocer que en esa fecha se habían celebrado 62 bodas en el Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha y en el Módulo de Alta Seguridad “Diamante", ubicado dentro del Centro Varonil de Reinserción Social en Santa Martha Acatitla; dichos matrimonios se llevaron a cabo dentro de la “Campaña de Matrimonios, Registros y Reconocimientos 2015”.
Juana Dayanara Barraza Samperio fue una de las internas que se unieron en la jornada de matrimonios de la cárcel ubicada en Iztapalapa, Distrito Federal.
En el comentario que el doctor Víctor Alejandro Payá realiza sobre el libro “El nudo del silencio. Tras la pista de una asesina en serie: La Mataviejitas”, del reconocido criminólogo e investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), Martín Gabriel Barrón Cruz, se anota que el estudio muestra la manera como “un asesino en serie incide profundamente en la opinión pública y en los medios de comunicación que van tras la caza de la nota espectacular, incompatible con la complejidad criminológica de la investigación”.
Barrón Cruz describe en su libro que Juana Barraza, en su momento, fue luchadora de profesión, ocultando su rostro con un antifaz en forma de mariposa y haciéndose llamar “La dama del silencio”. Tiempo después, cuando perpetró los homicidios en serie en contra de mujeres de edad avanzada, asfixiaba a las ancianas por medio del estrangulamiento con cuerdas, medias, mascadas e incluso, en una ocasión, con un estetoscopio, finalizando la labor con un nudo que bautizó como “el nudo del silencio”.
¿Por qué “La Mataviejitas” atacaba a mujeres de la tercera edad? En su momento, Barraza Samperio confesó que las odiaba porque “al verlas sentía mucho coraje y más cuando demostraban superioridad o creían que por su dinero me podían humillar”. Barraza Samperio ingresó a Santa Martha en el 2006, y en el 2056 podrá solicitar libertad bajo fianza, aunque en ese momento tendría aproximadamente 100 años de edad.
Una de las últimas víctimas de Juana Barraza fue María del Carmen Camila González Miguel, una mujer de ochenta y dos años de edad, madre del criminalista Luis Rafael Moreno González, ex director general de Servicios Periciales de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal y de la Procuraduría General de la República; miembro fundador, ex presidente y presidente honorario vitalicio de la Academia Mexicana de Criminalística, entre otros nombramientos.
“La Mataviejitas” ingresó un miércoles 28 de septiembre de 2005 al domicilio de González Miguel, ubicado en la colonia Viaducto Piedad de la delegación Iztacalco, haciéndose pasar por trabajadora social; atacó a la anciana y después la estranguló, para llevarse joyas y dinero en efectivo. Con el homicidio de María del Carmen Camila se incrementó la búsqueda para detener la serie de asesinatos, concluyendo un 25 de enero del año 2006, en la casa de Ana María de los Reyes Alfaro, de ochenta y cuatro años: la última anciana asesinada por Barraza Samperio.
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que la población mundial está envejeciendo a pasos acelerados: entre 2000 y 2050, la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, pasando del 11 por ciento al 22 por ciento; es decir, este grupo de edad pasará de 605 millones a 2000 millones en el transcurso de medio siglo.
De manera regional y de acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 1950 el porcentaje de envejecimiento entre la población mexicana fue de 7.1 por ciento; en 1975 descendió a 5.7, en 2000 subió a 6.9; en 2025 se incrementará a 13.9 por ciento, y en 2050, a 26.5 por ciento. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) se estima que para el 2020 se vivirán, en promedio, 78 años, y 81 en 2050.
Si el domingo pasado intentamos girar los reflectores, no hacia un preso notable que se ha fugado, y en cambio hacia la mayoría de la población interna en las cárceles de México, este día deseamos que se tome en cuenta la realidad de un país que ha olvidado a sus ancianos. Tal como señala el escritor Víctor Ronquillo en su novela “Ruda de corazón: El blues de La Mataviejitas”, podemos iniciar por tratar de conocer las motivaciones de una mujer que eligió a sus víctimas entre uno de los sectores más débiles y vulnerables; después, reflexionar y ocuparnos de no dejar 'en el silencio' a las personas de la tercera edad.