Un año después, en 1909, en la ciudad de Nueva York, las mujeres del Partido Socialista conmemoraron el “Día Nacional de la Mujer”, como homenaje a las quince mil trabajadoras textiles que el año anterior habían sido protagonistas de la huelga en contra de las condiciones labores que les tocaba padecer, además de que reclamaban un sueldo digno, la reducción de la jornada de trabajo a diez horas y la prohibición de utilizar mano de obra infantil; dicha conmemoración siguió teniendo lugar hasta febrero de 1913.
Los hechos son entonces testigos que ya desde finales del siglo XIX, período de expansión y turbulencia en un mundo industrializado, se apoyó la idea del “empoderamiento” de la mujer. Según el “Diccionario panhispánico de dudas” de la Real Academia Española, en su edición del 2005, el verbo ‘empoderar’ es un calco del inglés to empower, “que se emplea en textos de sociología política con el sentido de ‘conceder poder (a un colectivo desfavorecido socioeconómicamente) para que, mediante su autogestión, mejore sus condiciones de vida’. A su vez, el sustantivo correspondiente es ‘empoderamiento’ (empowerment).
Dinamarca, 1910. La Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, integrada por más de 100 mujeres procedentes de 17 países y reunidas en Copenhague, aprueba unánimemente que se proclame un “Día Internacional de la Mujer”, dando relevancia al papel de las mujeres en las reivindicaciones sociales y políticas. La propuesta fue de la alemana Clara Zetkin, líder del movimiento comunista alemán y activista por los derechos de las mujeres; el discurso y la praxis de Zetkin siempre fueron congruentes con la necesidad de alcanzar la igualdad y la complementariedad entre mujeres y hombres.
La primera celebración del “Día Internacional de la Mujer Trabajadora” se llevó a cabo en 1911, con mítines en los que se exigieron el derecho al voto, el acceso de las mujeres a los cargos públicos, a la formación profesional y el fin de la discriminación laboral. Pero a los pocos días, la noche del 25 de marzo, un incendio en la fábrica de camisas “Triangle Shirtwaist” localizada en Nueva York y que carecía de las más elementales medidas de seguridad, provocó la muerte de 146 costureras, la mayor parte de ellas de entre 13 y 23 años de edad y muchas de ellas inmigrantes italianas y judías.
El hecho fue impactante y no dejará de recordarse en posteriores conmemoraciones del Día de la Mujer. Se ha señalado que esa fecha fue uno de los días de la historia cuando los ojos del mundo se enfocan en un solo suceso, “deshilachado bajo el peso de los hechos”, cuando fue imposible ocultar las injusticias y se puso en tela de juicio la importancia debida a la seguridad y a la vida de los trabajadores, en este caso y en su mayoría, mujeres. Sin embargo, a los tres días del incendio, los dueños de la fábrica Triangle reiniciaron operaciones en el edificio de University Place; ocho meses más tarde fueron absueltos por los tribunales y en algunos medios de comunicación de la época se publicó que el incidente fue debido a una trabajadora que fumaba.
En la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia Española, podremos leer que el verbo ‘empoderar’, del inglés empower, significa “Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido”. En suma: conquistar derechos para tomar sus propias decisiones. Es interesante también señalar que el verbo ‘empoderar’ ya existía en español, como variante desusada de ‘apoderar’.
El término 'empoderamiento' se acuña en la Conferencia Mundial de las Mujeres en Beijing (Pekín) en 1995, para referirse al aumento de la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones y acceso al poder; esta expresión, en la actualidad, conlleva también la toma de conciencia de la recuperación de la propia dignidad de las mujeres como personas.
Los datos que compartimos en la columna de este día, estimado lector, son en congruencia de que precisamente el próximo martes conmemoramos otro “Día Internacional de la Mujer”, fecha declarada oficial por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1975; en Estados Unidos, sin embargo, se ‘celebra’ a partir de 1994, pese a que en dicho país ocurrieron múltiples sucesos que marcaron la lucha femenina por sus derechos e igualdad. Por su ‘empoderamiento’.
El tema del Día Internacional de la Mujer en este 2016 es el llamado del organismo internacional a los gobiernos y activistas bajo el lema “Por un Planeta 50-50 en 2030: Demos el paso para la igualdad de género”; con ello se busca mostrar los compromisos específicos que los gobiernos llevan a cabo para abordar las dificultades que impiden el progreso de mujeres y niñas.
Necesitaríamos realmente una imaginación muy poderosa para pensar en ese ‘empoderamiento 50-50’: aunque del 2016 al 2030 contemos con catorce años más. Y es que algunos de los objetivos clave para el 2030 son: poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo; eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación; además de eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina.
No podemos dejar de mencionar la “Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing”, “una hoja de ruta histórica” firmada por 189 gobiernos hace 21 años y en la cual se estableció la agenda para materializar los derechos de las mujeres; abarca “doce esferas de especial preocupación que continúan siendo tan relevantes hoy en día como hace 20 años”: la pobreza, la educación y la capacitación, la salud, la violencia contra la mujer, los conflictos armados, la economía, el ejercicio del poder y la adopción de decisiones, los mecanismos institucionales para el adelanto de la mujer, los derechos humanos, los medios de difusión, el medio ambiente y la niña.
Cada uno de estos temas merecería un apartado especial, pero en lo que a seguridad pública se refiere, transcribo lo que la “Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing” considera como “violencia contra la mujer”: todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada.
Algunas cifras del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), dadas a conocer en el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, el pasado 25 de noviembre, indican que la Alerta de Violencia de Género (AVG) fue decretada en 2015 para Morelos y el Estado de México, “por sus altos índices de violencia sistemática”; empero, el Observatorio destaca que el proceso de implementación ha sido muy largo, “lo que es contrario a la naturaleza de esta medida de protección de urgente aplicación para salvaguardar la integridad, la seguridad y la vida de las mujeres”.
Preocupante fue lo señalado de manera puntual en el comunicado emitido en la fecha referida por el OCNF: “Hemos encontrado en las acciones de implementación particularmente en el Estado de Morelos actos de simulación, un planteamiento equivocado de la Alerta a los 8 Municipios a quienes se les ha informado que no hay recursos y que sólo informen lo que hacen en favor de las mujeres y cuanto les cuesta, no hay capacitación al respecto, ni trabajo con la sociedad civil con expertos en el tema”.
Advierte de igual modo que es necesario que las autoridades de ambos estados, “cumplan con las medidas establecidas en dichas declaratorias, en donde se requiere el acompañamiento de expertos y expertas en temas de seguridad, justicia y prevención. La autoridad debe dar cumplimiento efectivo a las medidas establecidas en la declaratoria, así como reconocer el problema de feminicidio y desapariciones del que están siendo objeto las mujeres”.
Toca el turno de preguntarnos, en este mes de marzo del 2016: ¿Hay avances al respecto? ¿Evidentes?
El mensaje del secretario general de las Naciones Unidas, Ban-Ki moon para este año, en el Día Internacional de la Mujer, anota que sólo se puede “hacer frente a estos problemas mediante el empoderamiento de las mujeres como agentes de cambio”. Coincido en mayor medida con la propia Clara Zetkin, quien luego de haber tomado parte en las jornadas revolucionarias de enero de 1919 y que concluirían con el asesinato de sus mejores amigos -Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y Leo Jogiches-, responde con una frase: “No lloraremos a nuestros muertos, hay que luchar”.