Según datos del organismo internacional contenidos en el informe “Sueños rotos: El peligroso viaje de los niños centroamericanos a Estados Unidos”, en los primeros seis meses de 2014, más de 44 mil 500 niños no acompañados fueron detenidos en la frontera de Estados Unidos con México; el número se redujo a casi 18 mil 500 en el mismo periodo de 2015 y aumentó de nuevo a casi 26 mil hasta junio del presente año.
Dichas cifras se relacionan con el riesgo que todos los meses miles de niños y adolescentes de Centroamérica corren mientras intentan llegar a Estados Unidos; miles no llegan nunca a la frontera, ya que son detenidos, secuestrados, sometidos a la trata, violados, asesinados o víctimas de las duras condiciones que imperan en el camino.
El director ejecutivo adjunto de UNICEF, Justin Forsyth, ha manifestado a medios de comunicación que “es desgarrador pensar en esos niños -la mayoría de ellos adolescentes, aunque algunos son incluso más jóvenes- haciendo el viaje agotador y extremadamente peligroso en busca de seguridad y una vida mejor; este flujo de jóvenes refugiados y migrantes destaca la importancia de abordar la violencia y las condiciones socioeconómicas que imperan en sus países de origen”.
La ONU explica, además, que los menores huyen de las pandillas y de la pobreza agobiante que existe en sus países, y agrega que nada indica que esta tendencia vaya a disminuir, por desgracia.
En un comunicado de prensa, la UNICEF informó que a los niños no acompañados y que son detenidos en los Estados Unidos se les garantiza una audiencia en un tribunal de inmigración, pero no tienen derecho a un abogado de oficio; de este modo, los niños que viajan con sus padres corren el riesgo de ser sometidos a una deportación rápida, o de pasar meses detenidos. Por supuesto, los niños no acompañados que carecen de un abogado en las audiencias de inmigración, y que son aproximadamente un 40 por ciento, tienen más probabilidades de ser deportados que los que sí disponen de abogado.
Al respecto, UNICEF ha destacado que se debe impedir la detención de los niños sobre la base de su situación en materia de migración; también deben tener acceso completo a la atención de la salud y a otros servicios, y se les debe permitir que vivan con sus familias siempre que sea posible. Forsyth también señala que “hay que recordar que los niños, sea cual sea su condición, son ante todo niños; tenemos el deber de mantenerlos a salvo en un ambiente saludable”.
Entre las labores que la UNICEF lleva a cabo para hacer frente a las causas de la migración, se cuenta el apoyo a los gobiernos para mejorar la vida de los niños, además de abordar la violencia en sus países de origen; se trabaja para fortalecer los servicios que reducen la vulnerabilidad de los niños a la violencia, con un enfoque dirigido a la educación y la salud, y se promueve la protección de los derechos de la infancia durante todo el trayecto, además de que se procura que los gobiernos suministren asistencia a los niños repatriados.
En Morelos, el mes de febrero pasado, el director de Atención a Migrantes de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), Miguel Ángel Rivera Nájera, refirió que la entidad ocupa el séptimo lugar en cuanto a migración a nivel nacional, y que tan sólo el año pasado fueron retornados los cuerpos de 46 connacionales morelenses que perdieron la vida en Estados Unidos, mientras que hasta el segundo mes del 2016 habían sido repatriados 14 cuerpos.
Rivera Nájera también apuntó que la mayoría de ellos fallece por enfermedades y que son parte de familias originarias de municipios donde la migración es mayor: Axochiapan, Tepalcingo, Jonacatepec, Tetela del Volcán, el sur de Coatlán del Río y Puente de Ixtla.
En la revista “Estudios” del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), se anota que una versión actual de los exiliados son los migrantes y se citan las siguientes palabras de Giovanni Battista Scalabrini, fundador de la Congregación de los Misioneros de San Carlos: “Tenemos la libertad de emigrar, no la libertad de hacer migrar”. La congregación tiene presencia en treinta países, entre ellos México, donde se procura “crear conciencia sobre la realidad de la movilidad humana como una que va más allá del simple aspecto económico, pues, como diría Víctor Hugo, ‘el exilio es la desnudez del derecho’”. Coincidimos.