En el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria se rinde homenaje a todos aquellos que perdieron la vida al prestar servicios humanitarios, y a quienes continúan prestando asistencia y socorro a millones de personas. Es necesario destacar que en dicha fecha también se busca llamar la atención hacia las necesidades humanitarias en todos los países.
La asistencia humanitaria se basa en un conjunto de principios fundamentales: la humanidad, la imparcialidad, la neutralidad y la independencia, entre otros. Es por ello que se debería respetar a los trabajadores de asistencia humanitaria, permitiéndoles llegar a quienes la requieren.
El personal de ayuda humanitaria puede ser internacional, pero la mayor parte son oriundos de los países en los que trabajan; todos representan a las diversas culturas, ideologías y orígenes en el mundo, pero unidos por su compromiso con los principios humanitarios.
Ayuda humanitaria, justicia social
En referencia a la fecha comentada, cabe retomar en este espacio algunos datos biográficos y reflexiones del escritor, poeta y ensayista estadounidense Henry David Thoreau, quien en el mes de julio del año 1845 decide experimentar la cercanía con la naturaleza y vivir a lo largo de dos años en un bosque aledaño a Walden Pond, en una cabaña que él mismo construyó: buscaba simplificar su vida y dedicar todo su tiempo a escribir y documentar sus observaciones y reflexiones.
De lo que experimentó en ese tiempo, la inspiración de Thoreau acuña frases como la siguiente: “Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si no podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido”. Obras como “Una semana en los ríos Concord y Merrimack” (1849) y, por supuesto, “Walden” (1854) se conciben en esta etapa.
En esos años, Thoreau también protesta contra el gobierno norteamericano ante lo que consideraba inaceptable: la guerra contra México que se desarrolló entre 1846 y 1848, movida por intereses económicos de los dueños del algodón y de los industriales del Norte. Thoreau se entrega a la policía por negarse a pagar sus impuestos, que consideraba injustos por ir destinados, mayoritariamente, a sufragar dicha guerra contra México.
¿Cómo se desarrolla esta anécdota? Una tarde de julio de 1846, mientras Thoreau vivía en Walden, salió al pueblo para llevar a arreglar un zapato y se encontró con Sam Staples, un amigo suyo que trabajaba para el gobierno como cobrador de impuestos. Staples le recordó que no pagaba desde hacía cuatro años pero que si necesitaba dinero, él mismo podía prestárselo. Henry contestó que no pagaba porque… no quería pagar. Que no iba a dar su dinero a un gobierno que mantiene esclavos y que arremete contra México para anexar más territorios para la esclavitud. Sam preguntó “¿y yo qué debo hacer?”, Henry contestó: “renuncia” y Sam inició las acciones para que lo tomaran preso.
Se ha señalado que estando Thoreau en la cárcel, otro de sus amigos, el también escritor y poeta Ralph Waldo Emerson le preguntó la razón de encontrarse allí y Thoreau contestó: “¿Y usted por qué no está aquí?”. Ante los hechos, el propio autor ilustra el concepto de desobediencia civil con sus propias palabras: “Cuando un gobierno es injusto, la cárcel es el lugar donde debe estar el hombre justo”. Este episodio le lleva a escribir uno de sus ensayos más famosos, precisamente titulado “Desobediencia civil”, donde establece la base de una doctrina que influyó posteriormente en Gandhi y Martin Luther King.
Respecto al connotado activista, Martin Luther King, uno de sus testimonios más célebres es el siguiente: “Leí el ensayo de Thoreau sobre la desobediencia civil por primera vez durante mis primeros años en la facultad. Fascinado por la idea de rehusar cooperar con un sistema injusto, me conmovió tan profundamente que releí la obra muchas veces. Quedé convencido de que la no cooperación con el mal es una obligación moral en la misma medida que lo es la cooperación con el bien. Nadie ha logrado transmitir esta idea de forma más apasionada y elocuente que Henry David Thoreau”.
Henry David Thoreau también apuntó en otro de sus escritos que “la mayoría de los legisladores, políticos, abogados, ministros y funcionarios sirven al Estado principalmente con la cabeza, y así como raras veces hacen una distinción moral, se prestan, sin proponérselo, a servir tanto al demonio como a dios”. Pero en nuestro presente no debemos olvidar que, sin ser filósofos, amar la sabiduría y llevar una vida magnánima consiste en resolver no sólo teóricamente algunos problemas de la vida, sino también prácticamente.
Tal como ha anotado la ONU, “responder a las emergencias es sólo un aspecto del trabajo humanitario; los trabajadores humanitarios también brindan apoyo a las comunidades para reconstruir sus vidas después del desastre, para mejorar su capacidad de recuperación ante futuras crisis, para abogar por que sus voces sean escuchadas y para construir una paz sostenible y duradera en zonas de conflicto”.
Mediante diferentes labores, todos podemos ser humanitarios. Lo importante es actuar y no ser un mero observador. Ya lo apuntaba Thoreau: “Cuán vano es sentarse a escribir cuando aún no te has levantado para vivir”. Coincidimos.