El 21 de septiembre pasado se conmemoró el Día Internacional de la Paz. No sería acertado escribir que “se celebra”; se faltaría a la verdad si en realidad creyéramos que se puede celebrar en estos momentos a la paz. Tal como ha señalado el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki Moon, “el Día Internacional de la Paz llega en un momento de terrible violencia y de conflictos desestabilizadores en todo el mundo”.
El Día Internacional de la Paz se estableció en 1981, por la resolución 36/67 de la Asamblea General de la ONU; dicha fecha se eligió para que coincidiera con la sesión de apertura de dicha Asamblea, que se celebra anualmente el tercer martes de septiembre. La primera vez que se conmemoró el Día de la Paz fue en el año de 1982.
Posteriormente y en el 2001, la Asamblea General aprobó por unanimidad la resolución 55/282 que estableció el 21 de septiembre como un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial: la ONU invita entonces a todas las naciones a que cumplan con un cese de hostilidades durante ese día y a que se refuercen los ideales de la paz en todos los pueblos del mundo.
Cabe agregar que el año pasado también se conmemoró el 70 aniversario de las Naciones Unidas y los dirigentes mundiales se reunieron para aprobar la agenda de objetivos para un desarrollo sostenible en los próximos quince años, a fin de propiciar una acción significativa sobre el cambio climático.
Es interesante señalar que la ONU ha seleccionado personalidades que se han distinguido en los campos de las artes, la literatura, la música y los deportes, o en otras áreas de la vida pública, y que ayudan a enfocar la atención del mundo en la labor de las Naciones Unidas: se denominan como Mensajeros de la Paz o Embajadores de Buena Voluntad de Naciones Unidas.
Tal vez no tengamos los medios para llegar a la radio, la televisión, las revistas o los periódicos con nuestro propio mensaje de paz, pero son infinitos los actos positivos que podemos enviar al mundo, día a día, a través de cosas simples; la sonrisa es una herramienta poderosa: un regalo que puede ayudar a iniciar y mantener la paz a través de una expresión de comprensión, humildad y gentileza.
Por supuesto: si antes no encontramos la paz en nosotros mismos, ¿cómo podemos exigirla para los demás? Después pensemos de cuántas maneras tan simples podemos brindar todos los días un pequeño mensaje de paz a otra persona que desconozcamos... o que incluso conozcamos. Pensemos como este mensaje repercute y es transmitido a otro.
El tema elegido para el Día en 2016 es “Los Objetivos de Desarrollo Sostenible: elementos constitutivos de la paz”; en virtud de ello, el 16 de septiembre pasado, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, celebró el mencionado Día mediante un acto en el Jardín de la Paz de la Sede de las Naciones Unidas en el que se tocó la Campana de la Paz, donada por el Japón, y se guardó un minuto de silencio.
Este fin de semana transcribimos un extracto del mensaje de Irina Bokova, directora general de la Unesco: “Vivimos tiempos turbulentos. Turbulentos para la humanidad y turbulentos para el planeta. Persiste la pobreza y se agravan las desigualdades. Muchas sociedades siguen desgarradas por conflictos que exponen a millones de mujeres y hombres a un inmenso sufrimiento. Arrecian los extremismos violentos: la barbarie de los actos terroristas golpea a sociedades de todas las regiones (…) Al mismo tiempo, el planeta sufre una presión creciente debido a las consecuencias del cambio. Todo ello lamina los fundamentos de la paz. Y más que cualquier otra cosa, todo ello subraya la importancia capital de actuar a escala planetaria.
(…)
Necesitamos nuevas formas de actuación en todos los ámbitos, necesitamos nuevas alianzas entre los gobiernos y las entidades de la sociedad civil y el sector privado, necesitamos nuevas fórmulas para dotar de autonomía y poder de decisión a mujeres y hombres.
En la Constitución de la Unesco se afirma que ‘es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz’ por medio de la educación, la libertad de expresión, el diálogo intercultural, el respeto de los derechos humanos y de la diversidad cultural y la cooperación científica.
Mantener la paz significa cultivarla todos los días, en todas las sociedades, con cada mujer y cada hombre. Significa convivir y trabajar codo con codo por un futuro mejor para todos”. Coincidimos.