“En política la forma es fondo”. El método de "diálogo político” que expusieron los partidos para exhibir sus desacuerdos y construir sus acuerdos, generó las condiciones idóneas para que el histórico reclamo de transparencia y rendición de cuentas, fuera superado por los enfrentamientos estériles que dejan al cierre del ciclo legislativo el registro en el ánimo social de que se impuso el interés individual y partidista sobre la urgente necesidad de construir un proyecto de nación.
El impacto social y económico que pueden tener las modificaciones constitucionales que bajo el pomposo nombre de "Pacto por México” involucraron directamente a un selecto grupo de 628 mexicanos, que se dicen representantes de los intereses de la mayoría de los casi 120 millones de pobladores del territorio nacional, no puede cuantificarse ni calificarse con la información existente.
En los días previos a la aprobación de la “reforma energética” los mexicanos tuvieron la oportunidad de conocer un importante número de datos biográficos de Nelson Mandela y sobre todo saber por qué es considerado como uno de los hombres que le dieron rumbo al Siglo XX. Ese tema sustituyó el análisis sobre la “discusión” que dicen realizaron 628 representantes populares federales antes de tomar la “histórica decisión”. Si se revisan los periódicos que en esa semana se publicaron dentro de 50 años, los historiadores o investigadores deducirán que fue a partir “de gritos y sombrerazos” como se impuso una salvaje mayoría sobre otra salvaje minoría que se arrebataron la explotación de hidrocarburos y la generación de energía a partir de los recursos naturales, no renovables y renovables, así como el usufructo de los mismos.
Un diputado en ropa interior, otro “apilando curules” para bloquear un acceso al recinto parlamentario, la toma “por asalto” de la tribuna, los cartelones y las grabaciones sonoras de gritos y mentadas son la exposición mediática de los “debates parlamentarios” de la democracia mexicana.
Los “archivos virtuales” que a través de las redes sociales difunden “el pensamiento de los legisladores” confirmarán la teoría de la consolidación del “salvajismo democrático” como parte de la construcción de los “acuerdos” en el sistema político mexicano.
Los partidos políticos en Morelos realizan una “pintoresca representación” de “los lineamientos nacionales” de sus organizaciones a nivel federal. El PAN y el PRI apoyados por el PVEM y el PANAL lograron aprobar las modificaciones a la Constitución.
Los legisladores federales de Morelos votaron mayoritariamente en sentido contrario, los ocho diputados federales y senadores del PRD-MC-PT votaron contra la reforma, los cinco diputados y los senadores del PRI y PAN votaron a favor de la reforma, y en menos de 72 horas una veintena de congresos estatales discutieron y aprobaron las modificaciones constitucionales, con lo que concluye ese proceso.
El Congreso de Morelos terminó el periodo ordinario de sesiones y no lograron ni siquiera inscribir el tema en el orden del día de las sesiones finales.
La decisión de los 628 representantes federales, incluidos los que se abstuvieron o se ausentaron y que de esa forma expresaron su opinión sobre el tema, no fue revisada, expuesta, consensada o presentada ante los electores, simpatizantes o antagónicos a las fuerzas políticas que cada uno de ellos dice representar ante la sociedad.
La decisión que se tomó, en tanto el mundo le rindió un más que justificado homenaje a Nelson Mandela, es histórica responsabilidad de quienes enriquecieron la crónica parlamentaria con la exposición de su físico o de la educación que recibieron en sus hogares, durante los días de “análisis discusión y aprobación de la reforma energética”.
MORELOS DESPUÉS DE LAS REFORMAS
La clausura del periodo ordinario de sesiones en el Congreso local es el inicio de la relación que mantendrá con el gobierno federal durante los próximos 15 meses, periodo en el cual se antepondrán los intereses individuales y de los partidos sobre la posibilidad de solucionar los temas que están pendientes en la agenda pública.
Cuando se aprobó la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en 1917, la exposición de motivos para su promulgación estableció una serie de objetivos que se cumplieron en parte o que a casi un siglo no se cumplieron y hoy advierten un urgencia mayor de atención. Venustiano Carranza advirtió en la exposición de motivos para la elaboración de una nueva constitución, el 1 de diciembre de 1916, que en la Carta Magna de 1857 quedó pendiente la vigencia de los derechos individuales, que las imposiciones de los que han tenido en sus manos la fuerza pública afectaron la soberanía, que todos los poderes eran ejercidos por una sola persona sin respetar la división de poderes, que el pacto federal no se cumplió y el poder central se impuso, y que lo primero que debe cumplir una constitución es el resguardo de la libertad humana.
“Toca ahora a vosotros, coronar la obra, cuya ejecución a cuya obra espero os dedicareís con toda la fe, con todo ardor y con todo el entusiasmo que de vosotros espera vuestra patria, la que tiene puestas en vosotros sus esperanzas y aguarda ansiosa el instante en el que le deis instituciones sabias y justas”, expreso el entonces presidente.
El constituyente cumplió en la elaboración del histórico documento, los gobiernos posteriores, diluyeron y fueron omisos en el cumplimiento de aquellos objetivos y compromisos. Las últimas reformas realizadas se consolidaron bajo criterios electoreros y de lucimiento personal ajenos al compromiso que el poder legislativo pactó con los ciudadanos de aquella época.
Las carreteras de este país registran un menor número de accidentes en los periodos vacacionales que los que proporcionalmente se manifestaron hace 50 años, y aunque existen más carreteras en el territorio nacional, las normas internacionales de seguridad sigue sin cumplirse.
La cifra disminuyó porque los investigadores de tecnologías automotrices construyeron vehículos más eficientes y con instrumentos sofisticados de seguridad que incluso disminuyen los accidentes por “causas humanas”.
Las carreteras que conducen a todos los puntos turísticos del estado de Morelos permiten el arribo de un mayor numero de visitantes. El gobierno y algunos sectores de la sociedad, “firmaron un acuerdo” para no mejorar la calidad de los servicios turísticos de la entidad, en el mismo nivel en el que sí se mejoraron en otras entidades que hoy son más competitivas que Morelos, que pretende seguir vendiendo “el clima”, sin mejorar sus servicios.
La inversión turística más importante del inicio del actual sexenio es una gran plaza comercial que se construye y está a punto de concluirse frente a “los patios de la estación”. Durante los últimos meses ahí se depositaron un importante volumen de toneladas de acero y concreto distribuidas de tal manera que darán “hábitat” a una veintena de salas cinematográficas, un centenar de tiendas, restaurant y diversos servicios.
Este proyecto se consolida una década después de que se construyó la plaza comercial que se ubica sobre el libramiento en la colonia Flores Magón.
Los últimos 12 meses se dedicaron a la “limpieza” del desaseo administrativo del proceso de entrega-recepción de los gobiernos, federal, estatal y municipales, ya que desde el arranque de las nuevas gestiones los responsables fueron paulatinamente descubriendo “las trampas” que les pusieron.
Luego de que se conoció el resultado electoral de julio de 2012, el gabinete de transición anunció que se acordó la entrega de las renuncias de los empleados de confianza que colaboraron en el sexenio 2006-2012 para dejar en libertad al gobierno siguiente -que pertenece a un partido político diferente- a poder nombrar a sus propios colaboradores.
Días antes del 30 de octubre, aseguran los enterados, se envió un documento a todos los funcionarios con la “sugerencia” de que no entregaran las renuncias y presentaran denuncias laborales para lograr una “liquidación”.
Existen un importante número de denuncias de ex empleados de confianza estatales y municipales en el tribunal de lo contencioso administrativo que permiten suponer que aquella instrucción se cumplió. Hoy han empezado a salir las sentencias a favor de los ex trabajadores que demandaron en gobiernos municipales anteriores a los municipios de los cuales fueron “injustificadamente” despedidos.
Estas son algunas de las condiciones que enfrenta hoy el gobierno del estado, que además debe avanzar en la construcción de vías de comunicación con el gobierno federal; tiene que considerar que la “cordialidad partidista” que caracterizó el primer año de gobierno, para que desde ahí se lograran los avances mínimos indispensables para la aprobación de las reformas realizadas, ya concluyó. A partir del primero de enero del 2014 reinician las “embestidas electorales” entre todas las fuerzas políticas.
Un escenario advierte la construcción de un pacto electoral federal entre el PRD y el PAN como el que desarrollaron en los últimos procesos electorales locales, para enfrentar las perspectivas de triunfo que pueda tener el PRI en los 300 distritos federales que se definirán nuevamente el primer domingo de julio de 2015, ya que a nivel nacional el PRI es la primer fuerza electoral, el PRD la segunda y el PAN la tercera.
La pretensión de la segunda vuelta en la elección presidencial no prosperó porque así el PRI evitó que se unieran la segunda y la tercer fuerza contra la primera en el mismo proceso electoral, lo que si realizan en los procesos estatales para las elecciones constitucionales.
Sin embargo este modelo no puede aplicarse en Morelos, ya que en esta entidad, la primer fuerza política federal y estatal es el PRD, que logró en 2012 más votos para Andrés Manuel López Obrador que para Enrique Peña Nieto, tienen el primer lugar electoral en el senado y se adjudicaron los 5 distritos federales electorales. Aquí la segunda fuerza es el Partido Revolucionario Institucional, que se adjudico el Senado de primera minoría.
El partido Acción Nacional sólo gobierna dos municipios con menos de 70 mil habitantes, tiene espacios plurinominales en la cámara de diputados federal y es la tercera fuerza en el congreso local, lo que advierte como “disparatado” que por un lado pueda pactar una alianza con el PRD para el proceso electoral federal y en lo local construyera una alianza con el PRI para avanzar en contra de las posibilidades de triunfo del partido en el poder.
Para el gobierno estatal también es complicado no contar con un interlocución directa con el gobierno federal, los cinco diputados federales y los dos senadores demostraron en la aprobación de la reforma energética que primero cumplen con el “supremo mandato de su organización nacional” y luego consideraran la posibilidad de “mover la sillas del acceso al recinto parlamentario” para construir un diálogo con el partido en el poder a nivel nacional.
En ninguno de los temas que pueden ventilarse para la construcción de un “diálogo con el gobierno federal” se advierte la posible intención de ninguna de las partes de avanzar en la revisión de los temas que construyan un gobierno más democrático, más transparente y que se enfoque en la recuperación de la paz social violentada por las impericia de los últimos gobiernos.
UNA APUESTA POR LATINOAMÉRICA
El 4 de abril de 2005 en Buenos Aires, Argentina, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio presentó el libro “una apuesta por América Latina”, de Guzmán Carriquiry (secretario de la comisión pontificia para América Latina desde 2011) donde señaló que “la realidad latinoamericana en la nueva fase histórica que se ha abierto hacia finales del Siglo XX y que se está desplegando en la actualidad, fue agotándose ya desde los años ochenta”.
Ofreció ciertamente dispares y significativos aportes, pero finalmente terminaron pesando más sus fuertes impregnaciones ideológicas, reductoras de la realidad. Sobre todo con el derrumbe del imperio totalitario del "socialismo real", esas corrientes quedaron sumidas en el desconcierto, incapaces de un replanteamiento radical y de una nueva creatividad, sobrevivientes por inercia, aunque haya todavía hoy quienes las propongan anacrónicamente. Poco tiempo después el resurgido recetario neoliberal del capitalismo vencedor, alimentado por la utopía del mercado auto regulador, demostraba también todas sus contradicciones y limitaciones.
En aquel documento, el hoy Papa Francisco I establece que “ésta es una hora para educadores y constructores. No podemos seguir empantanados en el lamento, las letanías de denuncias, los círculos viciosos de resentimientos y crispaciones y la confrontación permanente. Este libro, de amplio respiro, vibra de pasión por la vida y el destino de los pueblos latinoamericanos, una pasión que alimenta la inteligencia serena para afrontar las cuestiones cruciales del presente, en camino hacia su próximo futuro. En las próximas dos décadas América Latina se jugará el protagonismo en las grandes batallas que se perfilan en el siglo XXI y su lugar en el nuevo orden mundial en ciernes”.
Carezco de la competencia política y técnica para entrar en la consideración de muchos problemas –no es esa la tarea de un pastor de la iglesia–, pero en el libro se condensan con clarividencia, sabiduría y determinación los desafíos ineludibles para la educación y la construcción de un camino de esperanza.
Ante todo, se trata de recorrer las vías de la integración hacia la configuración de la Unión Sudamericana y la Patria Grande Latinoamericana. Solos, separados, contamos muy poco y no iremos a ninguna parte. Sería callejón sin salida que nos condenaría como segmentos marginales, empobrecidos y dependientes de los grandes poderes mundiales. "es grave responsabilidad –afirmaba el Papa Juan Pablo II en el discurso de inauguración de la IV conferencia general del episcopado latinoamericano, en Santo Domingo (l2-X-1992)– favorecer el ya iniciado proceso de integración de unos pueblos a quienes la misma geografía, la fe cristiana, la lengua y la cultura han unido definitivamente en el camino de la historia". Sobre esta vía maestra, y además por ser "extremo occidente", por católica, por región emergente y por constituir como una "clase media" entre las naciones en el orden mundial, América Latina puede y tiene que confrontarse, desde sus propios intereses e ideales, con las exigencias y retos de la globalización y los nuevos escenarios de la dramática convivencia mundial.
A la vez, América Latina necesita explorar, con buena dosis de realismo pragmático –impuesto también por la propia vulnerabilidad y escasos márgenes de maniobra– nuevos paradigmas de desarrollo que sean capaces de suscitar una gama programática de acciones: un crecimiento económico auto sostenido, significativo y persistente; un combate contra la pobreza y por mayor equidad en una región que cuenta con el lamentable primado de las mayores desigualdades sociales en todo el planeta; una reforma del Estado y la política para que estén efectivamente al servicio del bien común.
Todo ello está bien expuesto y desarrollado en el texto como hilos conductores. Sin embargo, Carriquiry advierte con lucidez los cuellos de botella en que se trancan las perspectivas meramente economicistas o las pujas y proyectos políticos auto referenciales, nada de sólido y duradero podrá obtenerse si no viene forjado a través de una vasta tarea de educación, movilización y participación constructiva de los pueblos -o sea, de las personas y de las familias, de las más diversas comunidades y asociaciones, de una comunidad organizada que ponga en movimiento los mejores recursos de humanidad que vienen de nuestra tradición y que sumen las grandes convergencias populares y nacionales en torno a contenidos ideales y metas estratégicas para el bien común. Ello conlleva ampliar las perspectivas analíticas y proyectuales para abrazar todos los factores en juego en la realidad de esa "originalidad histórico-cultural, que llamamos América Latina". Así lo escribían y proponían los obispos reunidos en la III conferencia general del episcopado latinoamericano, en Puebla de los Ángeles (1979) esbozando ya, en forma entrelazada, una autoconciencia católica y latinoamericana, de la que el autor se nutre y a la que alimenta con aportes fundamentales de nuestra actualidad.
En el libro del Dr. Carriquiry veo el intento lúcido y "adelantado" de una inteligencia católica del desarrollo latinoamericano, reasumiendo, reformulando y relanzando la tradición de sus pueblos como hipótesis de construcción de su futuro. Sin embargo, el lector no se encontrará para nada con un libro "eclesiástico". El texto sorprende por su capacidad sintética de abundantes lecturas e informaciones, está lleno de datos, desarrolla densos análisis económicos, políticos, culturales y religiosos; perspectivas históricas lo recorren desde el principio hasta el fin. Está destinado al más amplio interés y abierto al debate público, más allá de confines estrechos y de etiquetas prejuiciadas. El Dr. Carriquiry sabe dar razón -¡Y buenas razones!- de sus dichos. A la vez, ilustra una confianza en la potencia de la fe católica de nuestros pueblos tanto en clave de inteligencia y transformación de la realidad, como en respuesta a los anhelos de verdad, justicia y felicidad que laten en el corazón de los latinoamericanos y en la auténtica cultura de sus pueblos
Desde las huellas impresas por la evangelización. Aquí se da un germen de nueva creación en un mundo desgarrado.
Los ingentes problemas y desafíos de la realidad latinoamericana no se pueden afrontar ni resolver re proponiendo viejas actitudes ideológicas tan anacrónicas como dañinas o propagando decadentes subproductos culturales del ultra liberalismo individualista y del hedonismo consumista de la sociedad del espectáculo. Llama la atención constatar cómo la solidez de la cultura de los pueblos americanos está amenazada y debilitada fundamentalmente por dos corrientes del pensamiento débil. Una, que podríamos llamar la concepción imperial de la globalización: se la concibe como una esfera perfecta, pulida. Todos los pueblos se fusionan en una uniformidad que anula la tensión entre las particularidades. Benson previó esto en su famosa novela el Señor del mundo. Esta globalización constituye el totalitarismo más peligroso de la posmodernidad. La verdadera globalización hay que concebirla no como una esfera sino como un poliedro: las facetas (la idiosincrasia de los pueblos) conservan su identidad y particularidad, pero se unen tensionadas armoniosamente buscando el bien común. La otra corriente amenazante es la que, en jerga cotidiana, podríamos llamar el "progresismo adolescente": una suerte de entusiasmo por el progreso que se agota en las mediaciones, abortando la posibilidad de un progreso sensato y fundante relacionado con las raíces de los pueblos. Este "progresismo adolescente" configura el colonialismo cultural de los imperios y tiene relación con una concepción de la laicidad del Estado que más bien es laicismo militante. Estas dos posturas constituyen insidias antipopulares, antinacionales, anti latinoamericanas, aunque se disfracen a veces con máscaras "progresistas". Si menguan las energías evangelizadoras, quienes pierden son nuestros pueblos. Y si nuestros pueblos quedan sumidos en ciclos periódicos de mera modernización, resabio de anacronismo ideológico y violencia, devienen cada vez más marginales porque pierden su identidad y, por ende, la catolicidad.
El próximo miércoles se celebra la Navidad, fecha de especial importancia para Latinoamérica, al margen de la convocatoria religiosa la visión que sobre los problemas de América Latina, advirtió en aquel momento quien hoy guía a los católicos de todo el planeta, registra propuestas y puntos de vista que permiten observar el distanciamiento que se amplía a partir de las confrontaciones que persistieron durante 2013 entre todas las fuerzas políticas en el país y en Morelos.
Concluye una año de ejercicio gubernamental y de actividades legislativas sin que se atienda en esencia un tema que se ha reclamado desde hace mas de dos mil años: la corrupción y el abuso del poder por parte de quienes gobiernan contra quienes son gobernados.
Las reformas aprobadas pueden advertir buenas intenciones, pero la distancia que mantienen del reclamo ciudadano de democracia, transparencia y recuperación de la paz social deja un espacio para la continuidad de la corrupción la impunidad y la opacidad en la toma de decisiones.