Recuerden ustedes que allá y entonces los mexicanos habremos de elegir al nuevo presidente de la República, a 64 senadores y nuevamente a 500 diputados federales; y los morelenses al relevo del gobernador Marco Adame Castillo, a 33 presidentes municipales y 30 nuevos miembros del Congreso local. La “feria del hueso” en su máximo esplendor, si incluimos, en el caso de la vida municipal, a síndicos y regidores. Desde luego, en su momento, sumaremos los centenares de plazas que, tal vez, quedarán vacantes para el pago de facturas políticas.
Sin embargo, lo deseable es que no volvamos a equivocarnos, si es que así ocurrió con respecto a aquellos políticos, politicastros, politiquillos, politiqueros y politicones por quienes sufragamos en 2006 y 2009. Ojalá y tampoco volvamos a ser víctimas de las artimañas aplicadas por sujetos que a la postre se convirtieron en defraudadores sociales emulando a “El Príncipe”, de Nicolás Maquiavelo. En reiteradas ocasiones he transcrito una parte de aquella magistral obra donde el autor indica, entre muchos argumentos, lo que debe hacer quien tenga el poder o aspire a tenerlo: “Es indispensable disfrazar bien las cosas y ser maestro en fingimiento, pues los hombres son cándidos y tan sumisos a las necesidades del momento que, quien engañe, encontrará siempre quien se deje engañar”.
Para algunos funcionarios públicos y políticos “profesionales” el tema de las elecciones presidenciales y gubernamentales debe manejarse según las circunstancias coyunturales. Todo depende del color ideológico con el cual se observen las cosas. Así, habrá quienes consideren lejana la fecha de la elección, pero otros no. Hoy se aprecia a varios “jugadores” dentro de los partidos políticos, con el anticipado objetivo de posicionarse entre el electorado. Otros se cuidan sobremanera y no revelan su aspiración.
En este contexto, donde predomina la iconografía sobre los proyectos e ideas de gobierno, he expuesto la necesidad de analizar el discurso y calidad de los prospectos, o habremos de llevarnos el chasco de siempre.
¿Cómo definir a un buen candidato? ¿Cuál debe ser su perfil? ¿Qué requisitos debe satisfacer? A continuación encontrarán ustedes algunos indicadores para examinar a los prospectos de su preferencia y otros cuyos nombres aparecen frecuentemente en los medios informativos. Aplique una puntuación a la categoría respectiva, bajo los parámetros que usted determine.
Líder. El sujeto debe inspirar la admiración de las personas, sin distingo alguno de raza, sexo o religión, y poseer visión de estado, carisma, convicción, compromiso, independencia, autonomía o idea clara de los principales problemas que confronta la sociedad y cómo solucionarlos. Asimismo, debe involucrar a todos en participar activamente sobre la realidad y no sólo hablar de lo divino y lo humano.
Planificador. Debe saber cómo se diseña y ejecuta una acción, tener habilidades de estratega e identificar al futuro como un espacio que estamos construyendo todos a partir del presente.
Negociador. En todo momento deberá coexistir respetuosa y pacíficamente con aquello o aquellos que no le gustan.
Prudente. Actuar de forma justa, adecuada y con cautela.
Compasivo. Que perciba la angustia de su pueblo y la haga suya, sin esperar retribución alguna.
Templanza. Es la virtud por la cual empezamos a darnos cuenta de cuáles son nuestras necesidades reales y que van, por tanto, alineadas a nuestro bienestar y desarrollo, y cuáles son imaginarias y producto de los deseos inagotables que nacen de las carencias que produce el ego y son por tanto perjudiciales.
Firmeza. Gobernar con seguridad y convencimiento.
Cordialidad. Que conserve un trato respetuoso con su adversario político, sin descender jamás al insulto, injuria o a la descalificación personal.
Comunicador. Deberá ser un maestro para saber escuchar y evitar creer chismes y rumores.
Conciliador. Tener habilidades para conciliar bien y aplicar el “gana-gana”.
Posibilitador. “Enseñar a pescar y no darle el pescado”.
Economista. Hacer más con los pocos recursos.
Fiscalizador. Deberá establecer y acatar mecanismos para el control de sus subalternos y todo tipo de contratos.
Ejecutivo. Beneficiar a la gran mayoría de habitantes con justicia y equidad.
Honesto. Actuar siempre bajo las premisas de la transparencia y la rendición de cuentas.
Democrático. Crear un programa de gobierno participativo, coherente y realista, aplicado al imaginario colectivo, pero además ajustado a las posibilidades reales de Morelos. Alerta para rechazar generalidades.
Trayectoria. Tener congruencia entre su decir y hacer. Disponer de referentes positivos en torno a sus hechos y actuaciones. Haberse caracterizado siempre por su autenticidad y legitimidad.
Condición académica. Desde luego, debe estar capacitado académicamente y, sobre todo, tener probados conocimientos sobre administración pública. Mañana seguimos con el tema.